Read Harry Potter y la piedra filosofal Online
Authors: J.K. Rowling
Tags: #Fantástica, Infantil, Juvenil
Le sirvió las salchichas a Harry, el cual estaba tan hambriento que pensó que nunca había probado algo tan maravilloso, pero todavía no podía quitarle los ojos de encima al gigante. Por último, como nadie parecía dispuesto a explicar nada, dijo:
—Lo siento, pero todavía sigo sin saber quién es usted.
El gigante tomó un sorbo de té y se secó la boca con el dorso de la mano.
—Llámame Hagrid —contesto—. Todos lo hacen. Y como te dije, soy el guardián de las llaves de Hogwarts. Ya lo sabrás todo sobre Hogwarts, por supuesto.
—Pues... yo no... —dijo Harry.
Hagrid parecía impresionado.
—Lo lamento —dijo rápidamente Harry.
—¿Lo lamento? —preguntó Hagrid, volviéndose a mirar a los Dursley, que retrocedieron hasta quedar ocultos por las sombras—. ¡Ellos son los que tienen que disculparse! Sabía que no estabas recibiendo las cartas, pero nunca pensé que no supieras nada de Hogwarts. ¿Nunca te preguntaste dónde lo habían aprendido todo tus padres?
—¿El qué? —preguntó Harry
—¿EL
QUÉ
? —bramó Hagrid—. ¡Espera un segundo!
Se puso de pie de un salto. En su furia parecía llenar toda la habitación. Los Dursley estaban agazapados contra la pared.
—¿Me van a decir —rugió a los Dursley— que este muchacho, ¡este muchacho!, no sabe nada... sobre
NADA
?
Harry pensó que aquello iba demasiado lejos. Después de todo, había ido al colegio y sus notas no eran tan malas.
—Yo sé algunas cosas —dijo—. Puedo hacer cuentas y todo eso.
Pero Hagrid simplemente agito la mano.
—Me refiero a nuestro mundo. Tu mundo. Mi mundo. El mundo de tus padres.
—¿Qué mundo?
Hagrid lo miró como si fuera a estallar.
—
¡DURSLEY!
—bramó.
Tío Vernon, que estaba muy pálido, susurró algo que sonaba como
mimblewimble
. Hagrid, enfurecido, contempló a Harry.
—Pero tú tienes que saber algo sobre tu madre y tu padre —dijo—. Quiero decir, ellos son famosos. Tú eres famoso.
—¿Cómo? ¿Mi madre y mi padre... eran famosos? ¿En serio?
—No sabías... no sabías... —Hagrid se pasó los dedos por el pelo, clavándole una mirada de asombro—. ¿De verdad no sabes lo que ellos eran? —dijo por último.
De pronto, tío Vernon recuperó la voz
—¡Deténgase! —ordenó—. ¡Deténgase ahora mismo, señor! ¡Le prohíbo que le diga nada al muchacho!
Un hombre más valiente que Vernon Dursley se habría acobardado ante la mirada furiosa que le dirigió Hagrid. Cuando éste habló, temblaba de rabia.
—¿No se lo ha dicho? ¿No le ha hablado sobre el contenido de la carta que Dumbledore le dejó? ¡Yo estaba allí! ¡Vi que Dumbledore la dejaba, Dursley! ¿Y se la ha ocultado durante todos estos años?
—¿Qué es lo que me han ocultado? —dijo Harry en tono anhelante.
—
¡DETÉNGASE! ¡SE LO PROHÍBO!
—rugió tío Vernon aterrado.
Tía Petunia dejó escapar un gemido de horror.
—Voy a romperles la cabeza —dijo Hagrid—. Harry debes saber que eres un mago.
Se produjo un silencio en la cabaña. Sólo podía oírse el mar y el silbido del viento.
—¿Que soy qué? —dijo Harry con voz entrecortada.
—Un mago —respondió Hagrid, sentándose otra vez en el sofá, que crujió y se hundió—. Y muy bueno, debo añadir, en cuanto te hayas entrenado un poco. Con unos padres como los tuyos ¿qué otra cosa podías ser? Y creo que ya es hora de que leas la carta.
Harry extendió la mano para coger, finalmente, el sobre amarillento, dirigido, con tinta verde esmeralda al «Señor H. Potter, El Suelo de la Cabaña en la Roca, El Mar». Sacó la carta y leyó:
COLEGIO HOGWARTS DE MAGIA
Director: Albus Dumbledore
(Orden de Merlín, Primera Clase,
Gran Hechicero, Jefe de Magos,
Jefe Supremo, Confederación
Internacional de Magos).
Querido señor Potter:
Tenemos el placer de informarle de que dispone de una plaza en el Colegio Hogwarts de Magia. Por favor, observe la lista del equipo y los libros necesarios.
Las clases comienzan el 1 de septiembre. Esperamos su lechuza antes del 31 de julio.
Muy cordialmente,
Minerva McGonagall
Directora adjunta
Las preguntas estallaban en la cabeza de Harry como fuegos artificiales, y no sabía cuál era la primera. Después de unos minutos, tartamudeó:
—¿Qué quiere decir eso de que esperan mi lechuza?
—Gorgonas galopantes, ahora me acuerdo —dijo Hagrid, golpeándose la frente con tanta fuerza como para derribar un caballo. De otro bolsillo sacó una lechuza (una lechuza de verdad, viva y con las plumas algo erizadas), una gran pluma y un rollo de pergamino. Con la lengua entre los dientes, escribió una nota que Harry pudo leer al revés.
Querido señor Dumbledore:
Entregué a Harry su carta. Lo llevo mañana a comprar sus cosas.
El tiempo es horrible. Espero que usted esté bien.
Hagrid
Hagrid enrolló la nota y se la dio a la lechuza, que la cogió con el pico. Después fue hasta la puerta y lanzó a la lechuza en la tormenta. Entonces volvió y se sentó, como si aquello fuera tan normal como hablar por teléfono.
Harry se dio cuenta de que tenía la boca abierta y la cerró rápidamente.
—¿Por dónde iba? —dijo Hagrid. Pero en aquel momento tío Vernon, todavía con el rostro color ceniza, pero muy enfadado, se acercó a la chimenea.
—Él no irá —dijo.
Hagrid gruñó.
—Me gustaría ver a un gran
muggle
como usted deteniéndolo a él —dijo.
—¿Un qué? —preguntó interesado Harry.
—Un
muggle
—respondió Hagrid—. Es como llamamos a la gente «no-mágica» como ellos. Y tuviste la mala suerte de crecer en una familia de los más grandes
muggles
que haya visto.
—Cuando lo adoptamos, juramos que íbamos a detener toda esa porquería —dijo tío Vernon—. ¡Juramos que la íbamos a sacar de él! ¡Un mago, ni más ni menos!
—¿Vosotros lo sabíais? —preguntó Harry—. ¿Vosotros sabíais que yo era... un mago?
—¡Saber! —chilló de pronto tía Petunia—. ¡Saber! ¡Por supuesto que lo sabíamos! ¿Cómo no ibas a serlo, siendo lo que era mi condenada hermana? Oh, ella recibió una carta como ésta de ese... ese colegio, y desapareció, y volvía a casa para las vacaciones con los bolsillos llenos de ranas, y convertía las tazas de té en ratas. Yo era la única que la veía tal como era: ¡una monstruosidad! Pero para mi madre y mi padre, oh no, para ellos era «Lily hizo esto» y «Lily hizo esto otro». ¡Estaban orgullosos de tener una bruja en la familia!
Se detuvo para respirar profundamente y luego continuó. Parecía que hacía años que deseaba decir todo aquello.
—Luego conoció a ese Potter en el colegio y se fueron y se casaron y te tuvieron a ti, y por supuesto que yo sabía que ibas a ser igual, igual de raro, un... un anormal. ¡Y luego, como si no fuera poco, hubo esa explosión y nosotros tuvimos que quedarnos contigo!
Harry se había puesto muy pálido. Tan pronto como recuperó la voz, preguntó:
—¿Explosión? ¡Me dijisteis que habían muerto en un accidente de coche!
—
¿ACCIDENTE DE COCHE?
—rugió Hagrid dando un salto, tan enfadado que los Dursley volvieron al rincón—. ¿Cómo iban a poder morir Lily y James Potter en un accidente de coche? ¡Eso es un ultraje! ¡Un escándalo! ¡Que Harry Potter no conozca su propia historia, cuando cada chico de nuestro mundo conoce su nombre!
—Pero ¿por qué? ¿Qué sucedió? —preguntó Harry con tono de apremio.
La furia se desvaneció del rostro de Hagrid. De pronto parecía nervioso.
—Nunca habría esperado algo así —dijo en voz baja y con aire preocupado—. No tenía ni idea. Cuando Dumbledore me dijo que podía tener problemas para llegar a ti, no sabía que sería hasta este punto. Ah, Harry, no sé si soy la persona apropiada para decírtelo, pero alguien debe hacerlo. No puedes ir a Hogwarts sin saberlo.
Lanzó una mirada despectiva a los Dursley.
—Bueno, es mejor que sepas todo lo que yo puedo decirte... porque no puedo decírtelo todo. Es un gran misterio, al menos una parte...
Se sentó, miró fijamente al fuego durante unos instantes, y luego continuó.
—Comienza, supongo, con... con una persona llamada... pero es increíble que no sepas su nombre, todos en nuestro mundo lo saben...
—¿Quién?
—Bueno... no me gusta decir el nombre si puedo evitarlo. Nadie lo dice.
—¿Por qué no?
—Gárgolas galopantes, Harry, la gente todavía tiene miedo. Vaya, esto es difícil. Mira, estaba ese mago que se volvió... malo. Tan malo como te puedas imaginar. Peor. Peor que peor. Su nombre era...
Hagrid tragó, pero no le salía la voz.
—¿Quiere escribirlo? —sugirió Harry.
—No... no sé cómo se escribe. Está bien... Voldemort. —Hagrid se estremeció—. No me lo hagas repetir. De todos modos, este... este mago, hace unos veinte años, comenzó a buscar seguidores. Y los consiguió. Algunos porque le tenían miedo, otros sólo querían un poco de su poder, porque él iba consiguiendo poder. Eran días negros, Harry. No se sabía en quién confiar, uno no se animaba a hacerse amigo de magos o brujas desconocidos... Sucedían cosas terribles. Él se estaba apoderando de todo. Por supuesto, algunos se le opusieron y él los mató. Horrible. Uno de los pocos lugares seguros era Hogwarts. Hay que considerar que Dumbledore era el único al que Quien-tú-sabes temía. No se atrevía a apoderarse del colegio, no entonces, al menos.
»Ahora bien, tu madre y tú padre eran la mejor bruja y el mejor mago que yo he conocido nunca. ¡En su época de Hogwarts eran los primeros! Supongo que el misterio es por qué Quien-tú-sabes nunca había tratado de ponerlos de su parte... Probablemente sabía que estaban demasiado cerca de Dumbledore para querer tener algo que ver con el Lado Oscuro.
»Tal vez pensó que podía persuadirlos... O quizá simplemente quería quitarlos de en medio. Lo que todos saben es que él apareció en el pueblo donde vosotros vivíais, el día de Halloween, hace diez años. Tú tenías un año. Él fue a vuestra casa y... y...
De pronto, Hagrid sacó un pañuelo muy sucio y se sonó la nariz con un sonido como el de una corneta.
—Lo siento —dijo—. Pero es tan triste... pensar que tu madre y tu padre, la mejor gente del mundo que podrías encontrar...
»Quien-tú-sabes los mató. Y entonces... y ése es el verdadero misterio del asunto... también trató de matarte a ti. Supongo que quería hacer un trabajo limpio, o tal vez, para entonces, disfrutaba matando. Pero no pudo hacerlo. ¿Nunca te preguntaste cómo te hiciste esa marca en la frente? No es un corte común. Sucedió cuando una poderosa maldición diabólica te tocó. Fue la que terminó con tu madre, tu padre y la casa, pero no funcionó contigo, y por eso eres famoso, Harry. Nadie a quien él hubiera decidido matar sobrevivió, nadie excepto tú, y eso que acabó con algunas de las mejores brujas y de los mejores magos de la época (los McKinnons, los Bones, los Prewetts...) y tú eras muy pequeño. Pero sobreviviste.
Algo muy doloroso estaba sucediendo en la mente de Harry. Mientras Hagrid iba terminando la historia, vio otra vez la cegadora luz verde con más claridad de lo que la había recordado antes y, por primera vez en su vida, se acordó de algo más, de una risa cruel, aguda y fría.
Hagrid lo miraba con tristeza.
—Yo mismo te saqué de la casa en ruinas, por orden de Dumbledore. Y te llevé con esta gente...
—Tonterías —dijo tío Vernon.
Harry dio un respingo. Casi había olvidado que los Dursley estaban allí. Tío Vernon parecía haber recuperado su valor. Miraba con rabia a Hagrid y tenía los puños cerrados.
—Ahora escucha esto, chico —gruñó—: acepto que haya algo extraño acerca de ti, probablemente nada que unos buenos golpes no curen. Y todo eso sobre tus padres... Bien, eran raros, no lo niego y, en mi opinión, el mundo está mejor sin ellos... Recibieron lo que buscaban, al mezclarse con esos brujos... Es lo que yo esperaba: siempre supe que iban a terminar mal...
Pero en aquel momento Hagrid se levantó del sofá y sacó de su abrigo un paraguas rosado. Apuntando a tío Vernon, como con una espada, dijo:
—Le prevengo, Dursley, le estoy avisando, una palabra más y...
Ante el peligro de ser alanceado por la punta de un paraguas empuñado por un gigante barbudo, el valor de tío Vernon desapareció otra vez. Se aplastó contra la pared y permaneció en silencio.
—Así está mejor —dijo Hagrid, respirando con dificultad y sentándose otra vez en el sofá, que aquella vez se aplastó hasta el suelo.
Harry, entre tanto, todavía tenía preguntas que hacer, cientos de ellas.
—Pero ¿qué sucedió con Vol... perdón, quiero decir con Quien-usted-sabe?
—Buena pregunta, Harry. Desapareció. Se desvaneció. La misma noche que trató de matarte. Eso te hizo aún más famoso. Ése es el mayor misterio, sabes... Se estaba volviendo más y más poderoso... ¿Por qué se fue?
»Algunos dicen que murió. No creo que le quede lo suficiente de humano para morir. Otros dicen que todavía está por ahí, esperando el momento, pero no lo creo. La gente que estaba de su lado volvió con nosotros. Algunos salieron como de un trance. No creen que pudieran volver a hacerlo si él regresara.
»La mayor parte de nosotros cree que todavía está en alguna parte, pero que perdió sus poderes. Que está demasiado débil para seguir adelante. Porque algo relacionado contigo, Harry, acabó con él. Algo sucedió aquella noche que él no contaba con que sucedería, no sé qué fue, nadie lo sabe... Pero algo relacionado contigo lo confundió.
Hagrid miró a Harry con afecto y respeto, pero Harry, en lugar de sentirse complacido y orgulloso, estaba casi seguro de que había una terrible equivocación. ¿Un mago? ¿Él? ¿Cómo era posible? Había estado toda la vida bajo los golpes de Dudley y el miedo que le inspiraban tía Petunia y tío Vernon. Si realmente era un mago, ¿por qué no los había convertido en sapos llenos de verrugas cada vez que lo encerraban en la alacena? Si alguna vez derrotó al más grande brujo del mundo, ¿cómo es que Dudley siempre podía pegarle patadas como si fuera una pelota?
—Hagrid —dijo con calma—, creo que está equivocado. No creo que yo pueda ser un mago.
Para su sorpresa, Hagrid se rió entre dientes.
—No eres un mago, ¿eh? ¿Nunca haces que sucedan cosas cuando estás asustado o enfadado?
Harry contempló el fuego. Si pensaba en ello... todas las cosas raras que habían hecho que sus tíos se enfadaran con él, habían sucedido cuando él, Harry, estaba molesto o enfadado: perseguido por la banda de Dudley, de golpe se había encontrado fuera de su alcance; temeroso de ir al colegio con aquel ridículo corte de pelo, éste le había crecido de nuevo y, la última vez que Dudley le pegó, ¿no se vengó de él, aunque sin darse cuenta de que lo estaba haciendo? ¿No le había soltado encima la boa constrictor?