Guía de la Biblia. Antiguo Testamento (65 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Histórico

BOOK: Guía de la Biblia. Antiguo Testamento
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Sulamita

El esposo o el coro se dirigen a la esposa dándole el nombre de su lugar de origen:

Cantar de los Cantares 7.1.
[198]
¡Torna, torna, sulamita... !

Suele pensarse que sulamita es un error del copista por sunamita, mujer de la ciudad de Sunam, que está a casi cinco kilómetros al norte de Jezrael. Finalmente, el libro alcanza el punto culminante en una declaración apasionada de la fuerza del amor verdadero:

Cantar de los Cantares 8.7.
No pueden aguas copiosas extinguirlo
(el amor),
ni arrastrarlo los ríos. Si uno diera por el amor toda la hacienda de su casa, sería sobremanera despreciado.

En otras palabras: si existe, el amor no se puede destruir; pero si falta, no se puede comprar.

23. Isaías

Isaías • Amós • Serafines • Sear Yasub • Emmanuel • El retoño • El basilisco • Lucifer • Apocalipsis de Isaías • Ariel • Lilit • Martirio de Isaías • Segundo Isaías • Ciro • El siervo de Yahvé • Bel • Beula.

Isaías

En las versiones cristianas de la Biblia, los libros del Antiguo Testamento que siguen al Cantar de los Cantares recogen la obra de dieciséis profetas que, al parecer, vivieron durante el período de tres siglos que va del 750 al 450 aC.

Tales libros no se sitúan enteramente en orden cronológico. Sobre la base de su longitud se dividen en dos secciones. Las dos terceras partes del texto de estos libros proféticos se encuentran en las tres primeras, que tratan de los profetas Isaías, Jeremías y Ezequiel. Son los profetas mayores y éstos, al menos, se disponen en orden cronológico. El libro de Isaías, el primero, trata de la etapa del dominio asirio.

Desde un punto de vista estrictamente histórico y secular, el libro de Isaías presenta muchas confusiones. No es probable que Isaías anotara sistemáticamente sus sentencias. En cambio, es posible que sus discípulos y seguidores pusieran sus palabras por escrito, con cambios y añadidos que sólo podemos imaginar. Forman colecciones separadas que algún compilador agrupó más tarde, no necesariamente en orden cronológico, sino en el que a su juicio causaría mayor impresión.

Además, a medida que pasaba el tiempo fueron añadiéndose otros textos, dándoles ciertas características para que parecieran obra de Isaías. Ciertamente, las últimas partes del libro no son de Isaías, sino obra de un escriba, y quizá de dos, que vivieron siglos más tarde. El libro de Isaías quizá no recibiese su forma definitiva hasta el 350 aC, más de tres siglos después de la muerte del profeta.

El primer versículo del libro anuncia el período en el que Isaías llevó a cabo su misión profética:

Isaías 1.1.
Visión que Isaías ... tuvo... en tiempos de Ozías, Joatam, Ajaz y Ezequías, reyes de Judá.

Como Ozías subió al trono en el 780 aC y Ezequías murió en el 692 aC, el versículo convierte a Isaías en un hombre del siglo VIII antes de Cristo.

En cuanto al año en que comenzó su misión, en el sexto capítulo se encuentra más información; capítulo que, si los redactores definitivos del libro hubieran seguido un ordenamiento cronológico, debió ir en primer lugar. Isaías cuenta la manera milagrosa en que se convirtió en profeta, e inicia su descripción del acontecimiento con una fecha:

Isaías 6. 1
El año de la muerte del rey Ozías...

Ozías murió en el 740 aC y, por tanto, puede considerarse que ése fue el año en que Isaías empezó su obra. Es posible que en aquella época fuese un hombre relativamente joven, porque aún seguía en activo cuando Senaquerib puso sitio a Jerusalén, casi cuarenta años después. Si consideramos que Isaías tenía veinte años cuando tuvo la visión, habría nacido en el 760 aC, período en que Israel y Judá gozaban de prosperidad.

En el 760 aC, Jeroboam de Israel amplió las fronteras del reino hasta un punto no alcanzado desde los tiempos de Salomón; y Judá también era próspero y feliz en el reinado de Ozías (v. cap. 14). Sus súbditos debían de estar contentos, sin presagiar mal alguno.

Pero en el 745, aC murió Jeroboam II, y casi en seguida empezó Israel a ser presa de desórdenes dinásticos. En ese mismo año, el poderoso Teglatfalasar III se convirtió en rey de Asiria, y esa nación inició su última etapa de agresión, la más vigorosa. A Israel le quedaba menos de un cuarto de siglo de existencia.

Al parecer, hacia el 740 aC Isaías veía con claridad que los buenos tiempos habían terminado y que venían los malos; así lo dijo en la forma que las ideas de la época hacían necesaria. Anunció el juicio de Yahvé sobre un pueblo pecador.

Amós

Se da el nombre del padre de Isaías:

Isaías 1.1.
Visión que Isaías, hijo de Amós...

No se sabe absolutamente nada acerca de Amós, porque la Biblia no lo menciona más que como padre de Isaías en este versículo y en otros semejantes. Hay que distinguirlo con cuidado del profeta Amós, contemporáneo de más edad de Isaías. (Los dos nombres no se parecen en hebreo tanto como en castellano.)
[199]

Existe la tradición rabínica (tal vez basada simplemente en la semejanza de nombres) de que Amós era hermano del rey Amasías, padre de Ozías. Si así fuese, Isaías sería miembro de la familia real y primo hermano del rey Ozías. Tanto Ozías como él serían nietos de Joás, que siendo niño fue salvado de la muerte en tiempos de Atalía (v. cap. 12).

Si eso es cierto, la figura de Isaías es bastante insólita, pues lo natural era que los profetas surgiesen entre los pobres por ser portavoces de la protesta. En general, los profetas eran los radicales de la época, con una postura de enfrentamiento hacia el sacerdocio oficial que (mientras conservaran sus prerrogativas) obraba en coalición con la monarquía.

Entonces, como siempre, los sacerdotes estaban interesados ante todo en los detalles del culto. Eso era algo que cualquiera podía supervisar y que normalmente no presentaba dificultades. Sería una forma aburrida de ganar el favor divino, pero desde luego no era penosa.

Judá en época de Ezequías

Pero los profetas solían desdeñar la liturgia para insistir, en cambio, en un elevado código ético de conducta, algo que podía causar serios problemas. Al fin y al cabo, no sólo resulta difícil realizar el bien ético; a veces, determinar cuál puede ser el bien ético resulta un enigma.

Isaías lo expuso de este modo:

Isaías 1. 11.
¿A mí qué, dice Yahvé, toda la muchedumbre de vuestros sacrificios?...

Isaías 1.13.
No me traigáis más esas vanas ofrendas. El incienso me es abominable...

Isaías 1.14.
Detesto vuestros novilunios, vuestras convocatorias me son pesadas...

Isaías 1.16.
Lavaos, limpiaos, quitad ... la iniquidad de vuestras acciones ...

Isaías 1. 17.
Aprended a hacer el bien, buscad lo justo, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

Además, los profetas tendían a denunciar a los ricos y poderosos, porque éstos estaban dispuestos a ser más mundanos, contentarse con que el culto, en el mejor de los casos, suplantara a la religión. Isaías habla contra la tendencia de los ricos a oprimir al campesino pobre y de multiplicar sus posesiones, dividiendo la sociedad en unos pocos terratenientes y muchos campesinos arrendatarios o esclavos. (Esta es una inclinación que afecta a las sociedades en general y no sólo a la antigua Judá.) Dice Isaías:

Isaías 5.8.
¡Ay de los que añaden casas a casas, de los que juntan campos y campos hasta acabar el término, siendo los únicos propietarios en medio de la tierra!

Sin embargo, los estudiosos consideran que, por su estilo literario, Isaías pertenecía a las clases altas; en la historia se han dado casos de aristócratas que han vívido y luchado en defensa de los desposeídos del mundo y en contra de su propia clase. El ejemplo del conde León Tolstoi, el novelista ruso, es fácil de recordar.

Serafines

Isaías describe su llamada en términos de una visión de Dios que le sobrevino en el Templo:

Isaías 6.1.
El año de la muerte del rey Ozías vi al Señor sentado sobre su trono alto y sublime, y sus alas henchían el templo.

Isaías 6.2.
Había ante Él serafines, que cada uno tenía seis alas... con dos se cubrían el rostro y con dos se cubrían los pies, y con las otras dos volaban,

Isaías 6.3.
y los unos y los otros se gritaban y se respondían: ¡Santo, Santo, Santo, Yahvé de los ejércitos! Está la tierra llena de su gloria.

En hebreo, Serafín es
seraf
; el plural es «serafim». La versión King James dice «serafims», por lo que es un plural doble, la forma inglesa añadida a la hebrea. La Revised Standard Version elimina la «s» final.

La Biblia sólo menciona a los serafines en este versículo; son criaturas aladas de aspecto humano, bastante parecidas a los querubines, descritos en relación con otras visiones de Dios.

En tiempos posteriores, los serafines se incluyeron entre la compleja jerarquía celestial elaborada por escritores místicos. La jerarquía más conocida la creó hacia el 450 dC un escritor desconocido cuya obra se atribuyó a un personaje anterior llamado Dionisio el Areopagita; por tanto, al primero se le llamó el «Pseudo Dionisio».

Según el sistema del Pseudo Dionisio, había nueve clasificaciones de seres entre el hombre y Dios, de los cuales los ángeles ocupaban el último lugar y los arcángeles el penúltimo. En orden ascendente, venían principados, potestades, virtudes, dominaciones, tronos, querubines y serafines. Como en las visiones proféticas se describía a los querubines y serafines al servicio directo de Dios, ocupaban los lugares más altos.

En nuestra era, menos dada a tales especulaciones, serafín se ha convertido en un mero sinónimo de ángel.

La palabra
seraf
está emparentada con el término
saraf
, que significa «arder». Por tanto, puede denominarse a los serafines «Los ardientes», tal vez en relación con el radiante resplandor que emiten, o por el ardor vehemente con que sirven a Dios.

Por otro lado, ese término se emplea en otras partes de la Biblia, donde no se refiere a los seres angélicos sino a las «serpientes ardientes» (tal como se traduce la palabra en esos casos); el adjetivo tal vez se refiera al ardiente dolor de su picadura venenosa.

Números 21.6.
[200]
Y Jehová envió entre el pueblo serpientes ardientes...

Si se toma al pie de la letra la imagen de «serpientes ardientes», apenas puede evitarse el pensar en el relámpago. Si la primera concepción de Yahvé fue la de un dios de las tormentas, tal como se pensaría por el Cántico de Débora (v. cap. 7) y por algunos de los salmos (v. cap. 19), es perfectamente natural que su manifestación viniese acompañada por el pavoroso despliegue de rayos y la rápida descarga de una tormenta tenebrosa.

Pero al parecer, en la época de los profetas el relámpago se había personificado en los alados serafines, como el estallido de la tormenta en los querubines (v. cap. 19).

Sear Yasub

Mientras Isaías recibía su llamada, los tiempos se volvían turbulentos. Israel y Siria trataban de organizar una coalición contra el poderío asirio. Cuando Jotam, sucesor de Ozías al trono de Judá, prefirió permanecer al margen de la alianza (considerando, acertadamente, que estaba condenada a un fracaso desastroso), las fuerzas conjuntas de Israel y de Siria invadieron Judá (v. capítulo 12). La guerra continuó durante todo el 735 aC, cuando Jotam murió y le sucedió su hijo Ajaz.

Al nuevo rey, joven e indeciso, le hacía falta fortalecerse:

Isaías 7.3.
Entonces dijo Yahvé a Isaías: Sal luego al encuentro de Ajaz, tú y tu hijo Sear Yasub...

El hecho de que Isaías pudiera acercarse al rey en cualquier momento, suele considerarse como otra señal de su posición dentro de la familia real.

Isaías eligió deliberadamente el nombre de su hijo, Sear Yasub, porque tenía relación con su mensaje profético. Isaías dice que:

Isaías 8.18.
... mis dos hijos, que me dio Yahvé como señales y presagios...

«Sear Yasub» significa «un vestigio volverá». Lo que refleja el sentimiento, común a Isaías y a los profetas en general, de que a los tiempos malos les sucederían finalmente épocas mejores. Aunque la nación quede desolada y se lleve al exilio a la población, «volverá un vestigio» y la nación renacerá.

El hijo de Isaías quizá naciera poco después de la llamada del profeta y tuviese cuatro o cinco años de edad en el momento del encuentro con Ajaz.

Emmanuel

Isaías asegura a Ajaz que no debe temer a Israel o a Siria, porque la destrucción está a punto de caer sobre ellas. Lo único que Judá necesita es resistir resueltamente.

Desde el punto de vista secular, podemos ver que Isaías tenía razón. El poderoso Teglatfalasar de Asiria debía saber que Israel y Siria intentaban establecer una coalición contra él, y seguramente atacaría a las fuerzas aliadas antes de que pudieran completar sus planes. También era seguro que Asiria aplastaría a las pequeñas naciones occidentales. Por su seguridad, Judá sólo necesitaba permanecer neutral y esperar.

Pero Ajaz no creyó que conviniera limitarse a resistir. En tiempos de gran conflicto, la neutralidad dejaba a una nación expuesta a la enemistad de ambos bandos, y aunque saliera victorioso, Teglatfalasar consideraría la neutralidad de Judá como un signo de enemistad secreta. Ajaz creyó que lo prudente desde el punto de vista político era ponerse de parte de Asiria y aceptar su supremacía.

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