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Authors: James Becker

Tags: #Thriller, Religión, Historia

El primer apóstol (41 page)

BOOK: El primer apóstol
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Ángela se giró y lo miró fijamente.

—No creo que la búsqueda de reliquias sea una carrera viable. ¿Te referías a eso?

—No exactamente. Me refería a que si crees que deberíamos pasar un tiempo juntos. No nos hemos llevado tan mal, ¿no?

Ángela se quedó en silencio durante algunos segundos.

—Sin promesas, ni compromisos. Vamos a ver cómo van las cosas.

Los dos estaban sonriendo, ensimismados en sus pensamientos, cuando Bronson tomaba la autovía hacia el norte, en dirección a los Pirineos cubiertos de nieve, cuyos irregulares picos estaban iluminados por la fría luz de la luna llena.

NOTA DEL AUTOR

Este libro es, ante todo, una novela y, por lo que yo sé, no existen documentos similares al Códice de Vitaliano o la Exomologesis, ni han existido, aunque sin lugar a dudas hay numerosos y oscuros secretos en los setenta y cinco mil manuscritos de la Biblioteca Vaticana y los aproximadamente ciento cincuenta mil documentos de los Archivos Secretos.

Sin embargo, la idea central de este libro se basa en hechos reales dado que, a pesar de la ficción, existe cierta evidencia histórica de que san Pablo fue un representante de Roma bajo las órdenes del emperador Nerón, como he sugerido en este libro. Para obtener más información acerca de esto, los lectores pueden consultar el libro de Joseph Atwill, Caesar's Messiah («El Mesías del César»)

La hipótesis es que Pablo y Tito Flavio Josefo (un historiador judío del siglo i) fueran empleados por Roma para promover una pacífica religión mesiánica en Judea en un intento por sofocar la rebeldía de los judíos y su oposición a la dominación romana. En caso de ser cierta, esto constituye un ejemplo de pensamiento lateral por parte de los emperadores romanos.

San Pablo

A diferencia de san Pedro, al menos tenemos la certeza de que el hombre que fue conocido como san Pablo existió realmente. Sobre él se tiene bastante información, y algunos de sus escritos se han conservado hasta nuestros días.

Su nombre real fue Saúl y nació aproximadamente en el año 9 d. C. en el seno de la familia de un rico comerciante judío en Tarso, en la región de Cilicia. Era miembro de la tribu de Benjamín, y era un fariseo que hablaba griego y arameo (los fariseos constituían una de las sectas judías más antiguas). De joven, fue un violento oponente de Cristo y participó activamente en la identificación de los judíos herejes y en su captura para que fueran castigados.

De acuerdo con la tradición, cuando se dirigía a Damasco para continuar su persecución de los cristianos, quedó cegado por una luz que provenía del cielo y experimentó su conocida conversión, tras la que quedó ciego durante algún tiempo. Una vez recuperada la vista, se convirtió en un ferviente cristiano. Es probable que este espurio incidente esté inspirado en una ophthalmia neonatorum, una dolorosa afección que debilitó sus ojos y que más tarde lo dejaría ciego.

Sea cual sea la realidad de su «conversión» o el motivo para pasar de ser un perseguidor de cristianos a un devoto defensor de Jesucristo, existen diversos puntos de vista acerca de su contribución a la religión cristiana. Una corriente de pensamiento sugiere que sus puntos de vista distaban tanto de los de Jesús que sus enseñanzas son denominadas en ocasiones «Cristiandad Paulina».

El filósofo Friedrich Nietzsche lo consideraba el anticristo, y el americano Thomas Jefferson escribió con acierto que «Pablo fue el primer corruptor de las enseñanzas de Jesús», e intentó eliminar sus escrituras de la Biblia.

San Pedro

De acuerdo con lo que el especialista español Josep Puente afirma en el libro, san Pedro solo se encuentra en las páginas del Nuevo Testamento y no existe una evidencia histórica independiente que confirme su existencia. Aparentemente, las dos epístolas que se atribuyen a Pedro fueron escritas en un griego muy sofisticado y muestran unas características tan dispares que numerosos comentaristas dudan que fueran escritas por la misma persona, y escasos investigadores serios creen que el autor pudiera ser un sencillo pescador que hablaba arameo. A pesar de todo esto, es considerado por la Iglesia católica Apostólica Romana como el primer papa.

Los huesos de los apóstoles

Parece ser que los dos hombres murieron a manos de los romanos, pero en Roma ninguna de las muertes puede ser confirmada históricamente. Se cree que Pedro murió el 29 de junio o el 13 de octubre del año 64 d. C, y parece ser que fue crucificado boca abajo, mientras que supuestamente Pablo fue decapitado en el año 64 o 57 d. C., ya que como ciudadano romano no podría ser ejecutado mediante crucifixión.

En cuanto al lugar en el que reposan los huesos de los dos santos, el Vaticano ha mostrado cierta confusión al respecto. Dos conjuntos de huesos completamente independientes, hallados bajo la Basílica de San Pedro en Roma, han sido identificados como los de san Pedro. Los comunicados fueron realizados en 1950 por el papa Pío XII y en 1968 por Pablo VI.

El primer conjunto fue inspeccionado por un antropólogo en 1956 y resultó contener cinco tibias (la mayoría de los esqueletos humanos tienen solo dos, y al menos una de las examinadas pertenecía a una mujer) así como huesos de cerdo, de oveja, de cabra y de pollo.

Entre los huesos hallados en 1968, al igual que en el conjunto anterior, se incluían los de varios animales domésticos, y los de un ratón, así como fragmentos del cráneo de san Pedro. El hallazgo de los fragmentos del cráneo fue un hecho vergonzoso, ya que lo que supuestamente era el cráneo del apóstol se hallaba en la Basílica de San Juan de Letrán en Roma desde aproximadamente el siglo IX.

Por último, para complicar aun más el asunto, en 1953 lo que parecía ser el esqueleto de san Pedro fue desenterrado en Jerusalén en la excavación de un monasterio franciscano llamado Dominus Flevit en el Monte de los Olivos. Los huesos estaban en un osario en el que aparecía inscrito en arameo «Simón Bar Jona» (Simón hijo de Jonás).

Teniendo en cuenta que no existe evidencia alguna de que san Pedro haya existido, no es de sorprender tal confusión acerca de sus restos mortales, ni que tal «duplicación» de reliquias sea algo bastante común en la Iglesia católica (aunque había doce apóstoles, solo en Alemania se encuentran enterrados los restos de aproximadamente veintiséis).

Según el Beda el Venerable en su Ecclesiastical History, los huesos de san Pablo fueron entregados por el papa Vitaliano a Oswy, rey de Gran Bretaña, en el año 665 d. C. Dada la negativa del Vaticano a entregar cualquier tipo de reliquia, parece un destino bastante improbable del esqueleto. En definitiva, se desconoce lo que ocurrió con los huesos.

Los cátaros

El catarismo era una religión dualista y gnóstica que posiblemente tenga su origen en los bogomiles bizantinos y, con anterioridad, en el maniqueísmo. Los cátaros creían que un dios benevolente creó el alma humana y el reino de los espíritus y de la luz, que se encuentra más allá de los confines de la tierra. Sin embargo, una deidad diabólica atrapó entonces el alma y la obligó a sufrir en la carne corrupta del cuerpo humano: la salvación solo reside en la muerte, cuando el ama puede por fin escapar al reino espiritual. Debido a que creían que el alma podía viajar al cuerpo de un animal, eran rígidos vegetarianos.

Se consideraban cristianos, pero rechazaban el Antiguo Testamento porque creían que el dios que se describía en él era la deidad diabólica que había creado el mundo para esclavizar las almas de toda la humanidad. Creían que, en realidad, ese dios se trataba del demonio, y que en consecuencia la Iglesia católica estaba al servicio de Satán.

El catarismo era radicalmente opuesto a la Iglesia católica medieval, y el contraste entre ambos nunca había sido mayor. A diferencia de la Iglesia católica, lo único que los cátaros pedían de sus congregaciones era fe. De hecho, realizaban aportaciones materiales a las sociedades en las que vivían. Cuando un cátaro realizaba el voto del consolamentum y se convertía en uno de los perfecti, donaba todos sus bienes materiales a la comunidad. No tenían iglesias ni propiedades, y el movimiento rechazaba el boato de la riqueza y el poder. Sorprendentemente, teniendo en cuenta la época, los cátaros trataban a las mujeres con igualdad, y se aseguraban de que los niños de la comunidad recibieran una educación apropiada. La evidente piedad y esencial bondad de los perfecti cátaros atraía en gran medida a los habitantes del Languedoc, y la herejía logró un gran poder, hecho que, de forma predecible, resultó inaceptable para la Iglesia católica, la cual podía ver menguado su poder e influencia en la zona, por consiguiente, el resultado inevitable fue la Cruzada Albigense.

La Cruzada Albigense y la caída de Montségur

Los sucesos descritos, que tuvieron lugar durante la Cruzada Albigense, como es el caso de la masacre de Béziers, la mutilación de los prisioneros de Bram y el fin del asedio de Montségur, son históricamente ciertos.

Los defensores de la ciudadela solicitaron una tregua de dos semanas para considerar las condiciones de la capitulación ofrecidas por los cruzados para más tarde rechazarlas el día 15 de marzo de 1244. Puede que el motivo de esta extraña petición fuese que los defensores cátaros desearan celebrar un importante ritual el día anterior, el 14 de marzo, probablemente el festival que se conoce con el nombre de manisola.

El día 13 de marzo era el equinoccio de primavera, otra fecha importante para la religión, y algunos registros sugieren que esta fue la fecha en la que al menos veinte (puede que veintiséis) no cátaros optaron por recibir el consolamentum perfecti, el cual los condenaría a una muerte segura cuarenta y ocho horas más tarde.

Por razones obvias, no ha sido posible establecer como hecho real la historia de la escapada de los últimos cuatro cátaros de la fracasada fortaleza, llevándose con ellos el «tesoro cátaro», pero existen pruebas (de las cuales algunas parecen derivar de los registros de los interrogatorios posteriores llevados a cabo por la Inquisición) que demuestran que realmente tuvo lugar un evento similar.

La «fábula de Cristo»

Por último, toda persona que haya investigado meticulosamente el nacimiento del cristianismo debe de haberse preguntado por qué en ninguna fuente contemporánea (con la excepción de los libros que en la actualidad conforman el Nuevo Testamento, que no son precisamente contemporáneos, y que fueron escritos aproximadamente entre el año 75 d. C. y el 135 d. C.) se menciona a Jesucristo.

En total, la Biblia es una recopilación de sesenta y seis libros (treinta y nueve del Antiguo Testamento y veintisiete del Nuevo Testamento) que fueron escritos por cuarenta personas distintas durante un período de aproximadamente 1600 años.

Es de todos conocido que el primer listado de los veintisiete libros presentes en el Nuevo Testamento aparecía en una carta escrita en el año 367 d. C. por el obispo de Alejandría, Atanasio. En Cartago, en el año 397 d. C., un consejo decretó que solo las escrituras canónicas (los veintisiete libros «acordados») podían ser leídas en la iglesia, como escrituras divinas: que serían aceptadas literalmente como «la santa Palabra». Ese decreto marcó esencialmente la creación del Nuevo Testamento.

El resto de documentos, y existían cientos de ellos, entre los que se incluían el libro de los Jubileos, el libro de Enoch, el evangelio de María, el protoevangelio de Jesús, el apocalipsis de Pedro y el evangelio de Nicodemo, que estaban en desacuerdo con dicha obra recopilatoria, fueron excluidos y se hicieron populares coloquialmente como «los libros prohibidos». Además, merece la pena hacer hincapié en que la selección fue realizada basándose en el contenido, y no en su autenticidad ni relevancia, por lo que el resultado fue una obra altamente selectiva a todos los niveles.

Incluso aquellos libros que fueron incluidos se contradicen entre sí, incluyendo los denominados «sinópticos» evangelios de María, Lucas y Mateo, que parecen derivar de una fuente común anterior, denominada posiblemente «Documento Q», que no han podido conservarse.

En consecuencia, a pesar de lo que se predica desde los púlpitos de las iglesias de todo el mundo todos los domingos, la única prueba evidente de la existencia del hombre sobre cuyos hombros ha recaído la religión monoteísta más importante de la historia, se encuentra en las páginas de un único apartado de la Biblia, una fuente no contemporánea ampliamente editada, lo que prueba que ha sido y, sin duda, continuará siendo un tema de debate entre teólogos y filósofos, creyentes y no creyentes por los siglos de los siglos.

Agradecimientos

Me gustaría comenzar por dar las gracias a Luigi Bonomi, el mejor agente literario de Londres y un hombre a quien me complazco en llamar buen amigo, en primer lugar por sugerirme la idea de este libro, y en segundo lugar por su perseverancia para conducirlo a través de una serie de encarnaciones hasta haber cumplido sus estándares con precisión.

En cuanto al personal de Transworld, me gustaría expresar mi agradecimiento a Selina Walter y Danielle Weekes, dos de las mujeres con mayor encanto y talento con las que he tenido el privilegio de trabajar (además de ser unas editoras formidables), y a Francesca Liversidge por su manifiesto entusiasmo por el libro desde el principio. La publicación es, por supuesto, un trabajo en equipo, por lo que me siento muy agradecido hacia todas aquellas personas de Transworld que han participado en ella, por su dedicación y profesionalidad.

James Becker

Principado de Andorra, 2008.

BOOK: El primer apóstol
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