M
OYERS
: ¿Puedes imaginarte otras criaturas en algún otro lugar, ocupando sus días fugaces con la clase de sentido que crean nuestros mitos y grandes historias?
C
AMPBELL
: No. Cuando comprendes que si la temperatura sube cincuenta grados y permanece ahí, no existirá vida en la Tierra, y que si cae, digamos, cien grados, y se mantiene, no habrá vida en todo el planeta; cuando comprendes cuán delicado es este equilibrio, qué importante resulta la cantidad de agua… bueno, cuando piensas en todos los accidentes del medio que produjeron la vida, ¿cómo puedes pensar que la vida que conocemos pueda existir en cualquier otra partícula del universo, por muchos satélites de estrellas que pueda haber?
M
OYERS
: Esta vida frágil siempre se ve amenazada por su posible extinción. ¿Y la imagen de la dulce muñequita yuxtapuesta al violento Rambo no contradice lo que sabemos de la vida gracias a la mitología?
C
AMPBELL
: No.
M
OYERS
: ¿Descubres alguna nueva metáfora que surja en un medio moderno para referirse a las viejas verdades universales?
C
AMPBELL
: Veo la posibilidad de nuevas metáforas, pero no veo que se hayan hecho mitológicas todavía.
M
OYERS
: ¿Cuáles crees que serán los mitos que incorpore la máquina en el nuevo mundo?
C
AMPBELL
: Bueno, los automóviles ya han entrado en la mitología. Forman parte de los sueños. Y los aeroplanos están en gran medida al servicio de la imaginación. El vuelo del avión, por ejemplo, equivale en lo imaginario a una liberación de la superficie terrestre. En cierto modo, representan lo mismo que simbolizan los pájaros. El pájaro simboliza la liberación del espíritu de sus vínculos a la tierra, así como la serpiente simboliza el vínculo con la misma. Ahora es el avión el que cumple esa función.
M
OYERS
: ¿Algún otro?
C
AMPBELL
: Las armas, por supuesto. Todas las películas que he visto en el avión viajando entre California y Hawai muestran personajes con revólveres. Es el Señor de la Muerte, cargado de armas. Instrumentos diferentes toman el papel de los viejos que ya no sirven. Pero no veo más que eso.
M
OYERS
: De modo que los nuevos mitos servirán a las viejas historias. Cuando vi
La guerra de las galaxias
recordé la frase del apóstol san Pablo: «Lucho contra príncipes y poderosos». Eso ocurrió hace dos mil años. Y en las cavernas de los primeros cazadores de la Edad de Piedra ya hay escenas de luchas contra príncipes y poderosos. Y aquí en nuestros modernos mitos tecnológicos, seguimos luchando.
C
AMPBELL
: El hombre no debería someterse a los poderes externos, sino dominarlos. El problema es cómo hacerlo.
M
OYERS
: Mi hijo menor fue al cine a ver
La guerra de las galaxias
una y otra vez. Cuando lo hacía por duodécima o décimo tercera vez, le dije: «¿Por qué vas tantas veces?». Me respondió: «Por el mismo motivo que tú has releído el Viejo Testamento toda tu vida». El estaba en un mundo nuevo de la mitología.
C
AMPBELL
: Es cierto que esa película proyecta una perspectiva mitológica válida. Muestra al Estado como una máquina y pregunta: «¿La máquina debe aplastar a la Humanidad para servirla?». Lo humano no proviene de la máquina sino del corazón. Lo que descubro en
La guerra de las galaxias
es el mismo problema que nos plantea
Fausto
: Mefistófeles, el hombre máquina, puede darnos todos los medios, y es probable que así determine también los objetivos de la vida. Pero, por supuesto, la característica más importante de Fausto, aquello que lo hace candidato a la salvación, es que busca objetivos que no son los de la máquina.
Ahora bien, cuando Luke Skywalker desenmascara a su padre, está anulando el papel de máquina que ha jugado el padre. El padre era el uniforme. Eso es el poder, el papel del Estado.
M
OYERS
: Las máquinas nos ayudan a consumar la idea de un mundo hecho a nuestra imagen y semejanza, y queremos que sea lo que creemos que debería ser.
C
AMPBELL
: Sí. Pero llega un momento en que la máquina empieza a dictar órdenes. Por ejemplo, yo me compré esta maravillosa máquina, un ordenador. Yo soy algo así como una autoridad en dioses, así que no me dio trabajo identificar a la máquina: me pareció una especie de dios del Viejo Testamento, con muchas reglas y sin ningún género de piedad.
M
OYERS
: Hay una anécdota muy graciosa sobre el presidente Eisenhower y las primeras computadoras…
C
AMPBELL
: Eisenhower entra en una sala llena de computadoras, y les hace una pregunta: «¿Existe Dios?». Y todas las máquinas se echan a andar, las ruedas giran, las luces se encienden, y al cabo de un momento una voz dice:
«Ahora
sí».
M
OYERS
: Pero ¿no es posible adoptar ante la computadora la misma actitud de aquel que dijo que todas las cosas hablan de Dios? Si no se trata de una revelación especial y privilegiada, Dios está en todas partes, incluida la computadora.
C
AMPBELL
: Es cierto. Lo que sucede en esa pantalla es un milagro. ¿Alguna vez has visto por dentro una de esas cosas?
M
OYERS
: No, y no tengo intención de hacerlo.
C
AMPBELL
: No puedes dar crédito a tus ojos. Es toda una jerarquía de ángeles, todo en tablillas. Y esos tubitos… son milagrosos.
Gracias a mi ordenador tuve una revelación sobre la mitología. Tú te compras un determinado programa, y hay toda una serie de signos que te conducen a la consecución de tu propósito. Si empiezas a mezclar signos provenientes de otro programa, ya no funcionará.
Con la mitología pasa algo similar. Si tienes una mitología donde la metáfora para el misterio es el padre, tendrás un conjunto de signos diferente del que tendrías si la metáfora para la sabiduría y el misterio del mundo fuera la madre. Y son dos metáforas perfectamente buenas. Ninguna es un hecho! Son metáforas. Es como si el universo fuera mi padre. Es como si el universo fuera mi madre. Jesús dice: «Nadie llega al padre sino por mi intercesión». El padre del que hablaba era el bíblico. Es posible que tú puedas llegar al padre sólo por el camino de Jesús. Por otra parte, supón que vas por el camino de la madre. En ese caso puedes preferir a Kali y los himnos a la diosa, y todo eso. Es simplemente otro camino para llegar al misterio de tu vida. Debes comprender que cada religión es una especie de programa de software con su propio conjunto de signos, y funcionará.
Si una persona está realmente comprometida con una religión, y realmente construye su vida sobre ella, será mejor que se limite al programa que ha elegido. Pero un tipo como yo, al que le gusta experimentar con el software… bueno, puedo enterarme de muchas cosas, pero probablemente nunca tendré una experiencia comparable a la de un santo.
M
OYERS
: Pero ¿acaso algunos de los más grandes santos no han tomado todo el material que necesitaban allí donde lo han encontrado? Han cogido elementos de aquí y de allá, hasta construir un programa nuevo.
C
AMPBELL
: Eso es lo que se llama el desarrollo de una religión. Puedes verlo en la Biblia. En el comienzo, Dios era simplemente el dios más poderoso entre muchos. Es sólo un dios tribal local. Y después, en el siglo vi, cuando los judíos estaban en Babilonia, apareció la idea de un salvador del mundo, y la divinidad bíblica pasó a una nueva dimensión.
Se puede mantener viva una vieja tradición renovándola a partir de las circunstancias presentes. En el periodo del Viejo Testamento, el mundo era una pequeña tarta de tres pisos, consistente en unos pocos cientos de kilómetros alrededor de los centros poblados del Cercano Oriente. Nadie había oído hablar de los aztecas, ni siquiera de los chinos. Cuando el mundo cambia, entonces la religión debe ser transformada.
M
OYERS
: Pero me parece que eso es, de hecho, lo que estamos haciendo.
C
AMPBELL
: Es de hecho lo que nos convendría hacer. Pero mi idea del horror más temible es lo que puedes ver hoy en Beirut. Allí tienes las tres grandes religiones occidentales, el judaismo, el cristianismo y el islamismo, y como las tres tienen nombres distintos para el mismo dios bíblico, no pueden reunirse. Están atascados en su metáfora y no comprenden cuál es la referencia. No han permitido que el círculo que los rodea se abra. Es un círculo cerrado. Cada grupo dice: «Nosotros somos los elegidos, y tenemos a Dios de nuestra parte».
Mira Irlanda. En el siglo XVII, Cromwell trasladó a la isla un grupo de protestantes, que nunca llegó a ser mayoría. Los católicos y protestantes representan dos sistemas sociales totalmente diferentes, dos ideales distintos.
M
OYERS
: Cada uno necesita un nuevo mito.
C
AMPBELL
: Cada uno necesita su propio mito, y sin restricciones. Ama a tu enemigo. Ábrete. No juzgues. Todas las cosas son Buda. Todo está en el mito. Ya está ahí.
M
OYERS
: Tú has contado una historia sobre un nativo de la jungla que una vez le dijo a un misionero: «Tu dios vive encerrado en una casa como si fuera viejo y enfermo. El nuestro vive en la selva y en los campos y en la montaña cuando cae la lluvia». Y creo que tenía razón.
C
AMPBELL
: Sí. Es el problema que se presenta en el Libro de los Reyes y en Samuel. Los reyes hebreos efectuaban sus sacrificios en la cima de las montañas.
Y herían la vista de Yahvé. El culto de Yahvé fue un movimiento específico en la comunidad hebrea, que finalmente se impuso. Se impuso un dios limitado al recinto de un templo frente a un culto a la naturaleza, que se celebraba en todas partes.
Y este movimiento imperialista de un determinado grupo cultural se prolonga en Occidente. Pero ahora se ha abierto a la naturaleza de las cosas. Si puede abrirse, todas las posibilidades están ahí.
M
OYERS
: Por supuesto, nosotros, los hombres de hoy, estamos vaciando el mundo de sus revelaciones naturales, de la naturaleza misma. Pienso en esa leyenda de los pigmeos sobre un niño que encuentra un pájaro que canta primorosamente en la selva y se lo lleva a su casa.
C
AMPBELL
: Le pide al padre que le traiga comida al pájaro, pero éste no quiere alimentar a un simple pájaro, así que lo mata. Y la leyenda dice que el hombre mató al pájaro, y con el pájaro mató el canto, y con el canto se mató a sí mismo. Cayó muerto, completamente muerto, y quedó muerto para siempre.
M
OYERS
: ¿El tema de esa historia no es lo que sucede cuando los seres humanos destruyen su medio ambiente? ¿Cuando destruyen su mundo? ¿Cuando destruyen la naturaleza y las revelaciones de la naturaleza?
C
AMPBELL
: Además, destruyen su propia naturaleza. Matan el canto.
M
OYERS
: ¿Y la mitología no es la historia del canto?
C
AMPBELL
: La mitología
es
el canto. Es el canto de la imaginación, inspirado por las energías del cuerpo. Una vez un maestro zen se plantó ante sus discípulos, a punto de pronunciar un sermón. Y en el momento en que abría la boca, cantó un pájaro. Entonces dijo: «El sermón ha sido pronunciado».
M
OYERS
: Yo iba a decir que estamos creando nuevos mitos, pero tú dices que no, que todo mito actual tiene su origen en nuestra experiencia anterior.
C
AMPBELL
: Los temas principales de los mitos permanecen inalterables, siempre han sido los mismos. Si quieres hallar tu propia mitología, la clave es: ¿a qué sociedad te unes? Toda mitología ha crecido en una sociedad determinada, en un territorio limitado. Después chocan y se relacionan, y se amalgaman, y surge una mitología más complicada.
Pero hoy no hay límites. La única mitología válida hoy es la del planeta… pero no tenemos una mitología así. Lo más cercano que conozco a una mitología planetaria es el budismo, que ve todas las cosas como budas. El único problema es llegar a reconocerlo. No hay que hacer nada. La tarea es sólo conocer lo que es, y después actuar en relación a la hermandad de todos esos seres.
M
OYERS
: ¿Hermandad?
C
AMPBELL
: Sí. En la mayoría de los mitos que conozco, la hermandad está confinada a una comunidad limitada. En las comunidades limitadas, la agresión es proyectada afuera.
Por ejemplo, los diez mandamientos dicen: «No matarás». Pero en el capítulo siguiente dice: «Ve a Canaán y mata a todos los que encuentres allí». Se trata de un territorio limitado. Los mitos de participación y amor se refieren sólo al grupo interno, mientras que el externo es un otro absoluto. Ese es el sentido de la palabra «gentil»: una persona que no es del mismo orden.
M
OYERS
: Y si no usas mi traje, no eres de los míos.
C
AMPBELL
: Sí. Ahora bien, ¿qué es un mito? La definición que da el diccionario habla de historias sobre dioses. De modo que tienes que hacer otra pregunta: ¿qué es un dios? Un dios es una personificación de una fuerza motivadora o de un sistema de valores que funciona en la vida humana y en el universo: los poderes de tu propio cuerpo y de la naturaleza. Los mitos son metáforas de la potencialidad espiritual del ser humano, y los mismos poderes que animan nuestra vida animan la vida del mundo. Pero también hay mitos y dioses relacionados con unas sociedades específicas, o deidades protectoras de una sociedad. En otras palabras, hay dos órdenes de mitología totalmente distintos. Está la mitología que te vincula con tu naturaleza
y
el mundo natural, del que eres parte. Y está la mitología que sólo es estrictamente sociológica, que te vincula a una determinada sociedad. Tú no eres simplemente un hombre natural, eres miembro de un grupo particular. En la historia de la mitología europea, puedes ver la interacción de estos dos sistemas. Por lo general, el sistema orientado socialmente corresponde a pueblos nómadas que se trasladan, y sirve para que sus miembros sepan dónde está su centro, en ese grupo. La mitología orientada hacia la naturaleza corresponde más bien a pueblos cultivadores de la tierra.