Mientras el muchacho habla, entra en el palacio un viejo yogui desharrapado con un parasol de hojas de plátano. Está desnudo salvo por un taparrabos, y en el pecho tiene un pequeño disco de pelos, y la mitad de los pelos en el centro han caído.
El muchacho lo saluda y le pregunta lo que Indra estaba a punto de preguntar: «Anciano, ¿cómo te llamas? ¿De dónde vienes? ¿Dónde está tu familia? ¿Dónde está tu hogar? ¿Y qué significa esa curiosa constelación de pelo en tu pecho?».
«Bueno», dice el viejo, «mi nombre es Peludo. No tengo casa. La vida es demasiado corta para tener casas. Sólo poseo este parasol. No tengo familia. Me limito a meditar sobre los pies de Vishnú, y pienso en la eternidad, y en la fugacidad del tiempo. ¿Sabes?, cada vez que muere un Indra, desaparece un mundo… desaparece simplemente en un resplandor. Cada vez que muere un Indra, cae un cabello de este círculo en mi pecho. Ya he perdido la mitad. Muy pronto no quedará ninguno. La vida es muy corta. ¿Para qué construir una casa?»
En ese momento desaparecen los dos. El muchacho era Vishnú, el Señor Protector, y el viejo yogui era Shiva, el creador y destructor del mundo, que habían venido sólo para instruir a Indra, que no es más que un dios en la historia pero cree ser la historia entera.
Indra está sentado en el trono, y se siente completamente desilusionado, totalmente aniquilado. Llama al carpintero y le dice: «No seguiré con la construcción de este palacio. Estás despedido». El carpintero no espera a que se lo digan dos veces. Abandona el trabajo, y la construcción no prosigue.
Indra decide hacerse yogui y meditar sobre los pies del loto de Vishnú. Pero tiene una hermosa reina llamada Indrani. Y cuando Indrani se entera del plan de Indra, va al sacerdote de los dioses y le dice: «Se le ha metido la idea en la cabeza, quiere hacerse yogui».
«Bien», dice el sacerdote, «ven conmigo, querida, nos sentaremos con él y charlaremos sobre el asunto.»
Se sientan ante el trono del rey y el sacerdote dice: «Hace muchos años escribí para ti un libro sobre el arte de la política. Tu posición es la de rey de los dioses. Eres una manifestación del misterio de Brahma en la espiral del tiempo. Eso es un alto privilegio. Aprécialo, hónralo, y vive como si fueras quien en realidad eres. Y además, ahora te escribiré un libro sobre el arte del amor de modo que tú y tu esposa sepáis que en el misterio maravilloso de los dos que son uno, el Brahma también está presente de forma radiante».
Tras esta serie de instrucciones, Indra renuncia a su idea de hacerse yogui y descubre que, en la vida, puede representar lo eterno como un símbolo, podría decirse, de Brahma.
En cierto modo todos nosotros somos los Indras de nuestra propia vida. Puedes hacer una elección, ya sea abandonarlo todo e irte al bosque a meditar, ya sea seguir en el mundo, tanto en la vida de tu trabajo, que es el trabajo principesco de la política y el triunfo, y en la vida amorosa con tu esposa y tu familia. Es un mito muy bueno, me parece a mí.
M
OYERS
: Y dice mucho sobre lo que está descubriendo la ciencia, que el tiempo es interminable…
C
AMPBELL
: … y que hay galaxias, galaxias y galaxias, y que nuestro Dios —nuestra personificación de Dios y su hijo y el misterio— es para esta pequeña parcela de tiempo.
M
OYERS
: Pero la cultura siempre ha influido en nuestro pensamiento sobre las cuestiones últimas.
C
AMPBELL
: La cultura también puede enseñarnos a superar sus conceptos. Es lo que se conoce como iniciación. Una verdadera iniciación acontece cuando el gurú te dice: «Santa Claus no existe». Santa Claus es la metáfora de una relación entre padres e hijos. La relación existe, y puede ser experimentada, pero Santa Claus no existe. Santa Claus fue sólo un modo de estimular a los niños en la apreciación de una relación.
La vida, en su esencia misma y carácter, es un terrible misterio; todo este asunto de vivir matando y comiendo. Pero es una actitud infantil decirle no a la vida con todo su dolor, decir que es algo que no debería haber pasado.
M
OYERS
: Zorba dice: «¿Problemas? La vida toda es un problema».
C
AMPBELL
: Sólo la muerte no es problemática. La gente me pregunta si soy optimista repecto del mundo. Les respondo: «Sí, es grandioso así como es. Y ustedes no lo mejorarán. Nadie lo ha mejorado nunca. Nunca será mejor de lo que es. Es como es, tómenlo o déjenlo. No lo corregirán ni lo mejorarán».
M
OYERS
: ¿Eso no lleva a una actitud más bien pasiva ante el mal?
C
AMPBELL
: Tú mismo eres parte del mal, o no estarías vivo. Cada cosa que haces es mala para alguien. Esta es una de las ironías de la creación.
M
OYERS
: ¿Qué decir de la idea de bien y mal en la mitología, de la vida como un conflicto entre las fuerzas de la oscuridad y las fuerzas de la luz?
C
AMPBELL
: Es una idea zoroástrica, que nos llegó por intermedio del judaismo y el cristianismo. En otras tradiciones, el bien y el mal son relativos a la posición en que te encuentras. Lo que es bueno para uno es malo para otro. Y tú juegas tu papel, no retirándote del mundo cuando comprendes qué horrible es, sino viendo que este horror es nada más que el telón de fondo de una maravilla: un
mysterium tremendum et fascinans
.
«Toda la vida es dolor» es la primera sentencia de Buda, y es verdad. No sería vida si no estuviera comprometida con el tiempo, que es dolor, por ser pérdida, pérdida y más pérdida. Debes decirle sí a la vida y verla como magnífica en este sentido; pues seguramente así es como la planeó Dios.
M
OYERS
: ¿De veras lo crees?
C
AMPBELL
: Es puro goce así como es. No creo que haya habido nadie que lo planeara, pero así es como salió. James Joyce tiene una frase memorable: «La historia es una pesadilla de la que estoy tratando de despertar». Y el modo de despertarse de ella es no tener miedo y reconocer que todo esto, tal como es, es una manifestación del poder horrendo de toda creación. Los finales de las cosas son siempre dolorosos. Pero el dolor es parte del hecho de que haya un mundo.
M
OYERS
: Pero si aceptaras eso como conclusión última, no te molestarías en hacer leyes o luchar o…
C
AMPBELL
: No he dicho eso.
M
OYERS
: ¿No es la conclusión lógica de aceptar todo tal como es?
C
AMPBELL
: No es la conclusión
necesaria
. Puedes decir: «Quiero participar en esta vida, me uniré al ejército, iré a la guerra» o cualquier otra cosa.
M
OYERS
: «Lo haré lo mejor que pueda.»
C
AMPBELL
: «Participaré en la representación. Es una ópera maravillosa, maravillosa… salvo que hace daño.»
La afirmación es difícil. Siempre afirmamos con condiciones. Afirmo el mundo a condición de que sea como Santa Claus me dijo que sería. Pero afirmarlo tal como es… ahí está lo difícil, y de eso tratan los rituales. El ritual es la participación grupal en el acto más odioso, que es el acto de la vida: matar y comer a otro ser viviente. Lo hacemos juntos, y así es en la vida. El héroe es el que viene a participar en la vida con valor y decencia, según el modo de la naturaleza, no según el modo del rencor, la desilusión o la venganza personales.
La esfera de acción del héroe no es lo trascendente sino el aquí y ahora, el campo del tiempo, del bien y el mal, de los pares de opuestos. Siempre que se sale de lo trascendente, se entra en el campo de los opuestos. Uno ha comido del árbol del conocimiento, no sólo del bien y el mal, sino de macho y hembra, de correcto e incorrecto, de esto y aquello, y de luz y oscuridad. Todo en el campo del tiempo es dual: pasado y futuro, muerto y vivo, ser y no ser. Pero el par definitivo en la imaginación es macho y hembra, el macho agresivo y la hembra receptiva, el macho guerrero, la hembra soñadora. Son los reinos del amor y de la guerra, Eros y Tánatos según Freud.
Heráclito dijo que para Dios todas las cosas son buenas, correctas y justas, pero para el hombre algunas cosas están bien y otras no. Cuando eres un hombre, estás en el campo del tiempo y las decisiones. Uno de los problemas de la vida es vivir asumiendo ambos términos, decir: «Conozco el centro, y sé que el bien y el mal son simplemente aberraciones momentáneas y que, a ojos de Dios, no hay diferencia».
M
OYERS
: Es la idea de los Upanishads: «No es macho, ni hembra, ni tampoco neutro. Cualquiera que sea el cuerpo que asuma, de ese cuerpo se servirá».
C
AMPBELL
: Exacto. Por eso Jesús dice: «No juzgues y no serás juzgado». Es decir, colócate en la posición del Paraíso antes de pensar en términos de bueno y malo. No se dicen cosas así en los púlpitos. Pero uno de los grandes desafíos de la vida es decirle «sí» a esa persona o ese acto o esa condición que a tu mente le parece la más abominable.
M
OYERS
: ¿La más abominable?
C
AMPBELL
: Hay dos aspectos en una cosa así. Uno es tu juicio en el campo de la acción, y el otro es tu juicio como observador metafísico. No puedes decir que no debería haber serpientes venenosas, porque la vida es así. Pero en el campo de la acción, si ves una serpiente venenosa a punto de morder a alguien, la matas. Esto no es decirle no a la serpiente, es decirle no a esa situación. Hay un verso maravilloso en el Rig Veda que dice: «Sobre el árbol [esto es, el árbol de la vida, el árbol de tu propia vida] hay dos pájaros, íntimos amigos. Uno come el fruto del árbol, y el otro, sin comer, observa». El que come el fruto del árbol está matando un fruto. La vida vive de la vida, y de eso se trata. Un pequeño mito de la India cuenta la historia del gran dios Shiva, el señor cuya danza es el universo. Tenía como esposa a la diosa Parvathi, hija del rey de la montaña. Vino a él un monstruo y le dijo: «Quiero a tu esposa como amante». Shiva se indignó, así que simplemente abrió su tercer ojo y cayeron rayos sobre la tierra provocando humo y fuego, y cuando el humo se disipó, apareció otro monstruo, flaco, con melena de león flameando en las cuatro direcciones. El primer monstruo vio que el monstruo flaco estaba a punto de comerlo. Ahora, ¿qué haces tú en una situación como ésa? El consejo tradicional es ponerse a merced de la deidad. Así que el monstruo dijo: «Shiva, me pongo a tus pies». Pues bien, en este juego de los dioses hay reglas. Cuando alguien se pone a tu merced, debes tener piedad.
Entonces Shiva dijo: «Mi clemencia te ampara. Monstruo flaco, no lo comas».
«Bien», dijo el monstruo flaco, «¿qué hago entonces? Tengo hambre. Me diste hambre para devorar a este tipo.»
«Bueno», dijo Shiva, «cómete a ti mismo.»
Así que el monstruo flaco empezó por sus pies a comer y a comer… Esta es una imagen de la vida viviendo de la vida. Al fin no había quedado nada del monstruo flaco salvo la cara. Shiva le miró la cara y dijo: «Nunca vi mayor demostración que ésta de lo que es la vida. Te llamaré Kirtimukha, rostro de gloria». Y podrás ver esa máscara, ese rostro de gloria, en los portales de los santuarios de Shiva y también en templos budistas. Shiva le dijo a la cara: «El que no te reverencie es indigno de venir a mí». Debes decirle sí a este milagro de la vida tal como es, no con la condición de que siga tus reglas. De otro modo, nunca alcanzarás la dimensión metafísica.
Una vez, en la India, pensé que me gustaría encontrarme cara a cara con un guru o maestro importante. Así que fui a ver a un maestro célebre llamado Sri Krishna Menon, y lo primero que me dijo fue: «¿Tienes una pregunta?».
En esta tradición el maestro siempre responde preguntas. No te dice nada que no estés dispuesto a escuchar. Así que le dije: «Sí, tengo una pregunta. Si en el pensamiento hindú todo en el universo es una manifestación de la divinidad, ¿cómo podríamos decirle que no a cualquier cosa en el mundo? ¿Cómo podríamos decirle no a la brutalidad, a la estupidez, a la vulgaridad, a la maldad?».
Y respondió: «Para ti y para mí… el camino es decir sí».
Tras lo cual tuvimos una magnífica charla sobre este tema de la afirmación de todas las cosas. Y me confirmó en el sentimiento que ya tenía de que ¿quiénes somos nosotros para juzgar? Creo que ésta es una de las grandes enseñanzas, también, de Jesús.
M
OYERS
: En la doctrina cristiana clásica, el mundo material debe ser despreciado y la vida redimida más allá, en el cielo, donde te darán tu recompensa. Pero tú dices que si afirmas lo mismo que deploras, estás afirmando el mismo mundo que es nuestra eternidad en el momento.
C
AMPBELL
: Sí, es lo que estoy diciendo. La eternidad no es un tiempo que vendrá después. La eternidad no es ni siquiera un tiempo muy largo. La eternidad no tiene nada que ver con el tiempo. La eternidad es esa dimensión del aquí y ahora que interrumpe todo pensamiento en términos temporales. Y si no la consigues aquí, no la tendrás en ninguna parte. El problema con el cielo es que allí lo estarás pasando tan bien que ni siquiera pensarás en la eternidad. Simplemente tendrás esa delectación interminable en la visión beatífica de Dios. Pero la experiencia de la eternidad aquí y ahora, en todas las cosas, ya pienses de ellas que son buenas o malas, es la función de la vida.
M
OYERS
: Eso es todo.
C
AMPBELL
: Eso es todo.
Los enviados animales del Poder Invisible ya no sirven, como en los tiempos primitivos, para enseñar y guiar a la humanidad. Osos, leones, elefantes, íbices y gacelas están en jaulas en nuestros zoológicos. El hombre ya no es el recién llegado en un mundo de praderas y bosques inexplorados, y nuestros vecinos más cercanos ya no son las bestias salvajes sino otros seres humanos, compitiendo por bienes y espacio en un planeta que gira sin cesar alrededor de la bola de fuego de una estrella. Ni corporal ni mentalmente habitamos el mundo de esas razas cazadoras de los milenios paleolíticos, a cuyas vidas y estilos de vida les debemos, sin embargo, las formas mismas de nuestros cuerpos y las estructuras de nuestras mentes. Los recuerdos de sus enviados animales deben seguir dormidos, de algún modo, dentro de nosotros; pues se despiertan un poco y se agitan cuando nos aventuramos en terreno silvestre. Se despiertan aterrorizados cuando suena el trueno. Y vuelven a despertarse, con un sentimiento de reconocimiento, cuando entramos en cualquiera de esas grandes cuevas pintadas. Sea cual sea la oscuridad interior a la que descendieron en sus trances los chamanes de esas cavernas, la misma sombra debe habitar dentro de nosotros, y la visitamos de noche cuando dormimos
.