TEODORO
No sé, Tristán; pierdo el seso
de ver que me está adorando
y que me aborrece luego.
1105
No quiere que sea suyo
ni de Marcela, y si dejo
de mirarla, luego busca
para hablarme algún enredo.
No dudes; naturalmente,
1110
es del hortelano el perro:
ni come ni comer deja,
ni está fuera ni está dentro.
TRISTÁN
Contáronme que un doctor,
catredático y maestro,
1115
tenía un ama y un mozo
que siempre andaban riñendo;
reñían a la comida,
a la cena y hasta el sueño
le quitaban con sus voces,
1120
que estudiar no había remedio.
Estando en lición un día,
fuele forzoso corriendo
volver a casa y, entrando
de improviso en su aposento,
1125
vio el ama y mozo acostados
con amorosos requiebros,
y dijo: «¡Gracias a Dios
que una vez en paz os veo!»,
y esto imagino de entrambos,
1130
aunque siempre andáis riñendo.
(Sale la CONDESA.)
DIANA
Teodoro.
TEODORO
¿Señora?
TRISTÁN
[Aparte.]
¿Es duende
esta mujer?
DIANA
Solo vengo
a saber cómo te hallas.
TEODORO
¿Ya no lo ves?
DIANA
¿Estás bueno?
1135
TEODORO
Bueno estoy.
DIANA
¿Y no dirás:
«A tu servicio»?
TEODORO
No puedo
estar mucho en tu servicio
siendo tal el tratamiento.
DIANA
¡Qué poco sabes!
TEODORO
Tan poco
1140
que te siento y no te entiendo,
pues no entiendo tus palabras
y tus bofetones siento.
Si no te quiero, te enfadas,
y enójaste si te quiero;
1145
escríbesme si me olvido,
y si me acuerdo, te ofendo;
pretendes que yo te entienda,
y si te entiendo, soy necio.
Mátame o dame la vida:
1150
da un medio a tantos estremos.
DIANA
¿Hícete sangre?
TEODORO
Pues no.
DIANA
¿Adónde tienes el lienzo?
TEODORO
Aquí.
DIANA
Muestra.
TEODORO
¿Para qué?
DIANA
Para mí
[14]
esta sangre quiero.
1155
Habla a Otavio, a quien agora
mandé que te diese luego
dos mil escudos, Teodoro.
TEODORO
¿Para qué?
DIANA
Para hacer lienzos.
(Váyase la CONDESA.)
TEODORO
¿Hay disparates iguales?
1160
TRISTÁN
¿Qué encantamentos son estos?
TEODORO
Dos mil escudos me ha dado.
TRISTÁN
Bien puedes tomar al precio
otros cuatro bofetones.
TEODORO
Dice que son para lienzos
1165
y llevó el mío con sangre.
TRISTÁN
Pagó la sangre y te ha hecho
doncella por las narices.
TEODORO
No anda mal agora el perro,
pues después que muerde halaga.
1170
TRISTÁN
Todos aquestos estremos
han de parar en el ama
del doctor.
TEODORO
¡Quiéralo el cielo!
Salen FEDERICO y RICARDO.
RICARDO
¿Esto vistes?
FEDERICO
Esto vi.
RICARDO
¿Y que le dio bofetones?
FEDERICO
El servir tiene ocasiones,
mas no lo son para mí,
que el poner una mujer
5
de aquellas prendas la mano
al rostro de un hombre es llano:
¿qué otra ocasión puede haber?
Y bien veis que lo acredita
el andar tan mejorado.
10
RICARDO
Ella es mujer, y él crïado.
FEDERICO
Su perdición solicita
la fábula que pintó
el filósofo moral
de las dos ollas. ¡Qué igual
15
hoy a los dos la vistió!
Era de barro la una,
la otra de cobre o hïerro,
que un río a los pies de un cerro
llevó con varia fortuna;
20
desvïose la de barro
de la de cobre, temiendo
que la quebrase, y yo entiendo
pensamiento tan bizarro
del hombre y de la mujer,
25
hierro y barro; y no me espanto,
pues acercándose tanto
por fuerza se han de romper.
RICARDO
La altivez y bizarría
de Dïana me admiró,
30
y bien puede ser que yo
viese y no viese aquel día.
Mas ver caballos y pajes
en Teodoro, y tantas galas,
¿qué son, sino nuevas alas?
35
Pues crïados, oro y trajes
no los tuviera Teodoro
sin ocasión tan notable.
FEDERICO
Antes que desto se hable
en Nápoles y el decoro
40
de vuestra sangre se ofenda,
sea o no sea verdad,
ha de morir.
RICARDO
Y es piedad
matarle, aunque ella lo entienda.
FEDERICO
¿Podrá ser?
RICARDO
Bien puede ser,
45
que hay en Nápoles quien vive
de eso, y en oro recibe
lo que en sangre ha de volver.
No hay más de buscar un bravo
y que le despache luego.
50
FEDERICO
Por la brevedad os ruego.
RICARDO
Hoy tendrá su justo pago
semejante atrevimiento.
FEDERICO
¿Son bravos estos?
RICARDO
Sin duda.
FEDERICO
El cielo ofendido ayuda
55
vuestro justo pensamiento.
(Salen FURIO, ANTONELO y LIRANO, lacayos, y TRISTÁN, vestido de nuevo.)
FURIO
Pagar tenéis el vino en alboroque
del famoso vestido que os han dado.
ANTONELO
Eso bien sabe el buen Tristán que es justo.
TRISTÁN
Digo, señores, que de hacerlo gusto.
60
LIRANO
¡Bravo salió el vestido!
TRISTÁN
Todo aquesto
es cosa de chacota y zarandajas
respeto del lugar que tendré presto:
si no muda los bolos la Fortuna,
secretario he de ser del secretario.
65
LIRANO
Mucha merced le hace la Condesa
a vuestro amo, Tristán.
TRISTÁN
Es su privanza,
es su mano derecha y es la puerta
por donde se entra a su favor.
ANTONELO
Dejemos
favores y fortunas, y bebamos.
70
FURIO
En este tabernáculo sospecho
que hay lágrima famosa y malvasía.
TRISTÁN
Probemos vino greco, que deseo
hablar en griego y con beberlo basta.
RICARDO
Aquel moreno del color quebrado
75
me parece el más bravo, pues que todos
le estiman, hablan y hacen cortesía.
Celio.
CELIO
¿Señor?
RICARDO
De aquellos gentiles hombres
llama al descolorido.
CELIO
[A TRISTÁN.]
¡Ah, caballero!
Antes que se entre en esa santa ermita
80
el Marqués, mi señor, hablarle quiere.
TRISTÁN
Camaradas, allí me llama un príncipe;
no puedo rehusar el ver qué manda.
Entren y tomen siete o ocho azumbres
y aperciban dos dedos de formache
85
en tanto que me informo de su gusto.
ANTONELO
Pues despachad aprisa.
TRISTÁN
Iré volando.
[Al MARQUÉS.]
¿Qué es lo que manda vuestra señoría?
RICARDO
El veros entre tanta valentía
nos ha obligado al conde Federico
90
y a mí para saber si seréis hombre
para matar un hombre.
TRISTÁN
[Aparte.]
¡Vive el cielo
que son los pretendientes de mi ama
y que hay algún enredo! Fingir quiero.
FEDERICO
¿No respondéis?
TRISTÁN
Estaba imaginando
95
si vuestra señoría está burlando
de nuestro modo de vivir. ¡Pues vive
el que reparte fuerzas a los hombres,
que no hay en toda Nápoles espada
que no tiemble de solo el nombre mío!
100
¿No conocéis a Héctor? Pues no hay Héctor
a donde está mi furibundo brazo,
que si él lo fue de Troya, yo de Italia.
FEDERICO
Este es, Marqués, el hombre que buscamos.
Por vida de los dos que no burlamos,
105
sino que si tenéis conforme al nombre
el ánimo y queréis matar un hombre,
que os demos el dinero que quisiéredes.
TRISTÁN
Con docientos escudos me contento,
y sea el diablo.
RICARDO
Yo os daré trecientos,
110
y despachalde aquesta noche.
TRISTÁN
El nombre
del hombre espero, y parte del dinero.
RICARDO
¿Conocéis a Dïana, la condesa
de Belflor?
TRISTÁN
Y en su casa tengo amigos.
RICARDO
¿Mataréis un crïado de su casa?
115
TRISTÁN
Mataré los crïados y crïadas
y los mismos frisones de su coche.
RICARDO
Pues a Teodoro habéis de dar la muerte.
TRISTÁN
Eso ha de ser, señores, de otra suerte,
porque Teodoro, como yo he sabido,
120
no sale ya de noche, temeroso,
por ventura, de haberos ofendido;
que le sirva estos días me han pedido.
Dejádmele servir, y yo os ofrezco
de darle alguna noche dos mojadas
125
con que el pobrete in pace requïescat
y yo quede seguro y sin sospecha.
¿Es algo lo que digo?
FEDERICO
No pudiera
hallarse en toda Nápoles un hombre
que tan seguramente le matara.
130
Servilde pues y, así, al descuido un día
pegalde, y acudid a nuestra casa.
TRISTÁN
Yo he menester agora cien escudos.
RICARDO
Cincuenta tengo en esta bolsa; luego
que yo os vea en su casa de Dïana,
135
os ofrezco los ciento, y muchos cientos.
TRISTÁN
Eso de muchos cientos no me agrada.
Vayan vuseñorías
[15]
en buen hora,
que me aguardan
[16]
Mastranzo, Rompemuros,
Mano de Hierro, Arfuz y Espantadiablos,
140
y no quiero que acaso piensen algo.
RICARDO
Decís muy bien, adiós.
FEDERICO
¡Qué gran ventura!
RICARDO
A Teodoro contalde por difunto.
FEDERICO
El bellacón, ¡qué bravo talle tiene!
(Váya[n]se FEDERICO, RICARDO y CELIO.)
TRISTÁN
Avisar a Teodoro me conviene;
145
perdone el vino greco y los amigos.
A casa voy, que está de aquí muy lejos.
Mas este me parece que es Teodoro.
(Sale TEODORO.)
Señor ¿adónde vas?
TEODORO
Lo mismo ignoro,
porque de suerte estoy, Tristán amigo,
150
que no sé dónde voy ni quién me lleva.
Solo y sin alma, el pensamiento sigo,
que al sol me dice que la vista atreva.
¿Ves cuánto ayer Dïana habló conmigo?
Pues hoy de aquel amor se halló tan nueva
155
que apenas juraras que me conoce,
porque Marcela de mi mal se goce.
TRISTÁN
Vuelve hacia casa, que a los dos importa
que no nos vean juntos.
TEODORO
¿De qué suerte?
TRISTÁN
Por el camino te diré quién corta
160
los pasos dirigidos a tu muerte.
TEODORO
¿Mi muerte? Pues ¿por qué?
TRISTÁN
La voz reporta
y la ocasión de tu remedio advierte:
Ricardo y Federico me han hablado
y que te dé la muerte concertado.
165
TEODORO
¿Ellos a mí?
TRISTÁN
Por ciertos bofetones
el amor de tu dueño conjeturan,
y pensando que soy de los leones
que a tales homicidios se aventuran,
tu vida me han trocado a cien doblones
170
y con cincuenta escudos me aseguran.
Yo dije que un amigo me pedía
que te sirviese, y que hoy te serviría
donde más fácilmente te matase,
a efeto de guardarte desta suerte.
175
TEODORO
¡Pluguiera a Dios que alguno me quitase
la vida y me sacase desta muerte!
TRISTÁN
¿Tan loco estás?
TEODORO
¿No quieres que me abrase
por tan dulce ocasión, Tristán? Advierte
que si Dïana algún camino hallara
180
de disculpa, conmigo se casara.
Teme su honor, y cuando más se abrasa
se yela y me desprecia.
TRISTÁN
Si te diese
remedio, ¿qué dirás?
TEODORO
Que a ti se pasa
de Ulises el espíritu.
TRISTÁN
Si fuese
185
tan ingenioso que a tu misma casa
un generoso padre te trajese
con que fueses igual a la Condesa,
¿no saldrías, señor, con esta empresa?
TEODORO
Eso es sin duda.
TRISTÁN
El conde Ludovico,
190