El origen del mal (43 page)

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Authors: Brian Lumley

BOOK: El origen del mal
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En lo tocante a la «tribu» que Jazz había esperado ver, de momento sólo había conocido a un total de sesenta Viajeros: la cuadrilla de Arlek (actualmente plenamente aceptada en el contingente general) y los compañeros de Lardis, además de un puñado de grupos de familias que habían estado esperando junto a un grupo de árboles para juntarse con Lardis a la salida de la Tierra del Sol y, abandonando el desfiladero, dirigirse con él hacia el oeste pasando por el pie de las montañas. Toda esta gente iba a pie, salvo una vieja que estaba tumbada sobre un montón de pieles en una narria y dos o tres niños más que viajaban de manera similar.

Jazz había estudiado sus caras y no le había pasado por alto la manera como volvían la cabeza con frecuencia y observaban con aire suspicaz el sol que flotaba sobre el horizonte de la parte sur. Zek había dicho a Jazz que la verdadera noche tardaría todavía unas cuarenta y cinco horas; sin embargo, persistía una muda ansiedad, una tensión, en los rostros de los Viajeros, y Jazz creía conocer el motivo.

Suponía que ellos deseaban secretamente dirigirse hacia occidente y establecer la mayor distancia posible entre ellos y el desfiladero antes de la puesta de sol. Y como conocían aquel mundo, mientras que Jazz no era más que un recién llegado a él, sintió que su angustia crecía al mismo ritmo que la de ellos y que sus deseos también se sumaban a los suyos.

Procurando disimular el miedo, preguntó a Zek:

—¿Y los demás? No me digas que aquí está la tribu al completo.

—No —le contestó ella, sacudiéndose los húmedos cabellos, que le caían sobre los hombros—, aquí no hay más que una parte. Las tribus de los Viajeros no se mueven de un lado a otro masivamente porque, según Lardis, lo primero es la «supervivencia». Más arriba hay dos campamentos más grandes. Uno está a unos sesenta kilómetros de aquí, mientras que el otro está cuarenta kilómetros más lejos, donde se encuentra el primer refugio, que consiste en un sistema de cuevas en el interior de un saliente de la roca. La tribu entera puede meterse en él, desparramarse en el interior y tumbarse en el suelo. Sería muy difícil que los wamphyri pudieran desalojarlos. Es allí donde nos dirigimos y donde pasaremos la larga noche que nos espera.

—¿Más de cien kilómetros? —dijo él frunciendo el entrecejo—. ¿Y tenemos que llegar antes de que oscurezca?

Después de volver a echar una mirada al sol, que ya estaba muy bajo en el horizonte, dijo:

—¡Tú bromeas!

—Todavía falta mucho para que se ponga el sol —volvió a recordarle ella—. Puedes mirar el sol hasta que quedes deslumbrado y, pese a ello, no verás que se haya movido mucho. Es un proceso lento.

—Bueno, menos mal —dijo él, con un gesto de alivio.

—Lardis tiene intención de recorrer veintidós kilómetros entre los descansos —continuó Zek—, pero también él está fatigado, probablemente más que nosotros. No tardaremos en tener el primer descanso, porque Lardis sabe que todos necesitamos dormir. Los lobos nos vigilarán. El descanso será de tres horas, no más. Por cada seis horas de recorrido tenemos un descanso de tres horas. Necesitamos nueve horas para recorrer veintidós kilómetros. Parece cosa de nada, pero la verdad es que resulta extenuante. Ellos están acostumbrados, pero tú quedarás exhausto… hasta que le cojas el tranquillo, claro.

Todavía estaba hablando cuando Lardis ordenó hacer un alto en el camino. Iba al frente, pero su voz poderosa retumbó hasta ellos:

—¡A comer, a beber! —ordenó—. ¡Y después, a dormir!

Los Viajeros caminaban pesadamente antes de detenerse y, junto con ellos, Zek y Jazz. Ésta desenrolló el saco de dormir y dijo a Jazz:

—Coge una manta de pieles de una de las narrias. Las hay en abundancia. Alguien se ocupará de traernos pan, agua y un poco de carne.

Después aplanó un espacio cubierto de helechos, instaló el saco encima y se metió dentro. Subió la cremallera hasta la mitad y la dejó cerrada a media altura, mientras Jazz iba a buscar una manta después de encender un cigarrillo y dárselo a Zek.

Cuando se tumbó a su lado, ya habían traído la comida para los dos y, mientras la consumían, Jazz comentó:

—Estoy excitado como un niño y me parece que no conseguiré dormir. Son tantas las cosas que tengo que asimilar que mi cerebro no para ni un momento.

—Ya te dormirás —le respondió ella.

—Quizá tendrías que contarme un cuento —dijo Jazz, tumbándose—. ¿Quieres contarme la historia de tu vida?

—¿La historia de mi vida? —dijo ella con una sonrisa lánguida.

—No, simplemente la parte de tu vida que comienza en el momento en que viniste aquí. Ya sé que no debe de ser muy romántica, pero creo que cuanto más cosas sepa de este sitio, mejor. Como diría Lardis, se trata de una cuestión de supervivencia. Y ahora que sabemos algo acerca del Habitante, que aparentemente tiene un billete de abono para Berlín, parece que la supervivencia todavía es más deseable. O, para decirlo más correctamente, más factible.

—Tienes razón —repuso Zek, poniéndose cómoda—. He tenido momentos en que he estado a punto de abandonar toda esperanza, pero ahora estoy contenta de no haberlo hecho. ¿Quieres saber qué cosas me han ocurrido? Está bien, ésta es mi historia…

Comenzó a hablar en voz baja y monocorde pero, a medida que iba entrando en materia, fue adoptando el estilo pintoresco y lleno de colorido de los Viajeros y de los propios wamphyri. Como estaba dotada de poderes telepáticos, el estilo y la forma de expresión de éstos habían quedado impresos en ella y se habían convertido en una segunda naturaleza. Jazz le prestó oídos y dejó que sus palabras fueran fluyendo y dejando a un lado la sensación de miedo que infundía la historia que contaban…

Capítulo 15

La historia de Zek

Atravesé la Puerta perfectamente equipada, como tú —dijo Zek al iniciar su historia—, pero yo no era ni tan grande ni tan fuerte como tú y, por tanto, no podía transportar tantas cosas. Y además, estaba agotada…

»Cuando llegué a la Tierra de las Estrellas era de noche… lo que quiere decir que mis oportunidades eran escasas. Pero, naturalmente, yo entonces no sabía cuáles eran mis oportunidades… De haberlas sabido, seguramente me habría pegado un tiro en la cabeza y habría acabado con mi vida.

»Atravesé la Puerta, bajé por el borde del cráter y vi qué me esperaba. No podía hacer otra cosa que hacer frente a la situación, puesto que no había camino de regreso. Puedes creerme si te digo que, antes de decidirme a bajar, me arrojé contra la esfera en un último y desesperado intento de escapar, pero la esfera siguió en su sitio, emitiendo su luz blanca, tan implacable e impenetrable como una bóveda pétrea y luminosa.

»Pero si la visión de los que me esperaban me había asustado, mi aparición por la Puerta no dejó de tener su efecto sobre ellos. No sabían qué hacer conmigo. En realidad, no es que estuvieran esperándome, estaban allí en la Puerta por sus propios asuntos, si bien esto no lo descubrí hasta más tarde. Ahora todo esto está borroso en mi mente, como una pesadilla que se desvaneciera lentamente. Sería difícil describir cómo fue todo, qué ocurrió realmente, pero trataré de hacerlo.

»Ya has visto esas bestias voladoras que emplean los wamphyri, pero lo que no has visto son sus guerreros… o, si los has visto, no ha sido de cerca. No estoy hablando de los lugartenientes de Shaithis, Gustan y el otro, porque éstos eran antiguos Viajeros, vampirizados por Shaithis y poseedores de un cierto rango y autoridad. Que yo sepa, no son receptores de huevos y no pueden aspirar a otra cosa que a estar al servicio de su señor. Son vampiros, por supuesto, pero de un tipo especial… Todos los suplantadores de los wamphyri lo son, pero Gustan y los demás siguen siendo hombres… —Hizo una pausa y suspiró—. Jazz, esto va a ser difícil de contar. Los vampiros son… tienen un ciclo vital enormemente complejo. Quizá sería mejor que primero tratase de dejar claro lo que sé acerca de sus sistemas antes de seguir adelante. Me refiero a su sistema biológico.

»Los vampiros, las criaturas básicas, nacen en los pantanos situados al este y oeste de las montañas. Su fuente, su génesis, está basada en conjeturas. Es posible que sean seres-madres enterrados en la ciénaga que no han visto nunca la luz del día. Esas madres se ocuparían simplemente de poner huevos. Yo he hablado con los Viajeros y con lady Karen, que también es wamphyri, y no hay nadie que sepa nada acerca del vampiro básico. Sin embargo, hay algo que puedo garantizarte y es que no salen nunca de su pantano si luce el sol.

»Cuando ponen huevos, lo primero que hacen todos y cada uno de ellos es encontrar un huésped, al que persiguen con el mismo instinto que lleva al pato a buscar el agua. No forma parte de su naturaleza el vivir aislados y, de hecho, en caso de no encontrar un huésped, se desecan rápidamente y mueren. Podríamos decir que son como los cuclillos, que… pero no, la comparación es pobre. Mejor decir quizá que son como la tenia o, mejor aún, como las duelas, que viven en el hígado. Esto quiere decir, por tanto, que son parásitos, pero la similitud termina aquí…

»De todos modos, ya he dicho que su ciclo vital es complejo. Como lo son también los ciclos vitales de muchísimas criaturas de nuestro mundo. Lo de las duelas es un buen ejemplo. Viven en los intestinos de las vacas, cerdos y ovejas y ponen sus huevos en los excrementos del animal, que después son recogidos por los pies de otros animales, incluido el hombre, y penetran en ellos a través de las grietas o aberturas de su piel. Cuando se instalan en el hígado, el animal está perdido, porque el órgano se queda como un queso gorgonzola.

Y si el animal muere en el campo y su carne es consumida por los cerdos… o si después de sacrificado es consumido por hombres ignorantes… ya se entiende cómo continúa el ciclo. El vampiro es una cosa así, como un parásito. Pero como ya he dicho, ésta es la única semejanza que tiene con él.

»La gran diferencia es ésta:

»La tenia y la duela destruyen gradualmente a sus huéspedes, los anulan, los matan, pero también se aniquilan a sí mismos, porque no pueden vivir sin un huésped en el cual poder vivir. El instinto del vampiro, en cambio, es diferente. Él no mata a su huésped sino que crece dentro de él, lo hace más poderoso, cambia su naturaleza. Aprende de él, lo aligera de su debilidad física, aumenta su fortaleza, absorbe su mente y su carácter y los subvierte. Aunque el vampiro es asexuado, adopta el sexo de su huésped, sus vicios y sus pasiones. Los hombres son seres apasionados, Jazz, pero si en su interior hay un vampiro, no hay nada que los pare. Los hombres son belicosos y, como los wamphyri, alcanzan el éxtasis bañándose en la sangre de sus enemigos. Los hombres son tortuosos, lo que hace que los wamphyri sean las criaturas más tortuosas del universo.

»Pero todo esto no es más que una parte del ciclo, una faceta…

»Ahora bien, ya he explicado que un hombre, con un vampiro en su interior, puede convertirse en un ser mentalmente corrompido, pero es que además está el lado puramente físico. La carne del vampiro es diferente, es protoplasma, compatible con cualquier carne, con la carne de los hombres y con la carne de las bestias, compatible con casi todo cuanto tiene vida. Y de la misma manera que el vampiro crece dentro del huésped, también puede cambiar el huésped para sus propios fines e incluso llegar a cambiarlo físicamente. Los wamphyri son maestros de la metamorfosis. Voy a explicártelo:

»Supón que un vampiro que acaba de salir de un pantano tiene la suerte de encontrar a un lobo como huésped. Entonces obtendrá de él su astucia, su fiereza, sus instintos depredadores. E incluso los potenciará. Hay leyendas de lobos en la Tierra del Sol. Las mismas leyendas que conocimos en nuestra tierra como la leyenda del hombre lobo. La bala de plata, Jazz, ¡y la luna llena!

»Para seducir a los hombres, al objeto de alimentarse, el lobo dominado por el vampiro imita a los hombres. Camina sobre dos patas, deforma sus rasgos hasta hacerlos semejantes a los humanos, ronda a su presa durante la noche. Y cuando muerde…

»¡La mordedura del vampiro es virulenta! Su contaminación es segura, más aún que la de la rabia. Sin embargo, la rabia mata y la mordedura del vampiro, no. Podría matar si el vampiro quisiera, pero a veces la víctima vive. Y si en el momento del ataque el vampiro introduce en la víctima parte de su propio ser, de su propia carne protoplásmica, la víctima queda vampirizada. Puede decirse que el ataque es fatal, que el vampiro bebe la sangre de la víctima, la deja seca (cosa que suele ocurrir) y convertida en un cadáver. Igualmente, en este caso, aunque la víctima esté muerta, lo que se introduce, a cambio de la sangre, no está muerto. En el término de unas setenta horas, a veces menos, se produce la transformación y se complementa la metamorfosis. Nuevamente, como en los mitos de la Tierra, el vampiro aparece a los tres días y difunde su contaminación al exterior.

»De todos modos, me he desviado de la cuestión. Estaba tratando de explicar qué tipo de criatura es un guerrero wamphyri. Imagínate una de sus bestias voladoras aumentada de tamaño multiplicándolo por un factor de diez. Imagínate esta criatura con una docena de cuellos y cabezas blindados, las cabezas provistas de bocas llenas de dientes increíbles… dientes que parecen hileras de guadañas. Imagínate estas cosas con igual número de brazos o tentáculos, todos terminados en garras, en tenazas, equipados con versiones diferentes de los guanteletes de batalla de los wamphyri. Haz que los ojos de tu mente vean todas estas cosas y sabrás qué es un guerrero. Se trata de vampiros, pero manifiestamente desprovistos de cerebro, que sólo conocen la fidelidad que les inspira el señor que los ha creado.

»¡Ah, pero leo la pregunta en tus ojos, Jazz! Estás pensando: ¿cuál fue el señor que los creó y a partir de qué? Pero ¿es que no te he dicho que son maestros de la metamorfosis? Todas sus criaturas, las que sustituyen a las máquinas en su sociedad, fueron hombres en otro tiempo.

»No me preguntes el porqué de esas cosas, porque yo no tengo todas las respuestas y no creo que pudiera soportar conocerlas. Lo que sepa te lo contaré, si el tiempo lo permite. Pero hace un momento que me preguntabas qué fue lo primero que vi al llegar aquí y te dije que las primeras cosas que vi, dos en este caso, fueron guerreros wamphyri. Fue lo que vi primero, antes de ver nada más, de la misma manera que tú detectarías una pareja de cucarachas si las vieras mezcladas con hormigas. En primer lugar, porque las hormigas son tolerables y las cucarachas no lo son y, en segundo lugar, porque las cucarachas son mucho más grandes y, por la misma razón, mucho más feas.

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