El maleficio (10 page)

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Authors: Cliff McNish

Tags: #Aventuras, Fantástico, Infantil y juvenil

BOOK: El maleficio
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—¿Crees que dejaré este planeta desprotegido? —dijo Larpskendya—. Daré a los niños de la Tierra nuevos dones para que los usen en tu contra si vuelven a necesitarlo. Dragwena soltó una carcajada.

—¡Ni siquiera tú puedes crear a un niño con el poder suficiente para amenazarme! He trabajado en ellos durante generaciones. Son débiles. Sirven para obedecer, pero no tienen talento para la magia real. Un millón de cruces genéticos no podría formar a un niño humano con la fuerza suficiente para preocupar a una bruja.

—Ya veremos —dijo Larpskendya—. En cualquier caso, debes saber esto, Dragwena: mi canto estará siempre en Itrea. Si soy invocado, volveré.

La bruja lo maldijo.

—Adelante con el exilio… antes de que despedace el corazón de los primeros niños que lleguen hasta aquí.

Los magos se cogieron de las manos.

De inmediato, Dragwena se encontró de pie, a solas, en un mundo nuevo. Miró a su alrededor. Los cielos eran azules y el sol brillaba radiante. Relucientes lagos brillaban a la luz del sol, los pájaros cantaban entre las ramas y las hojas brotaban con vitalidad.

Dragwena se cubrió el rostro con las manos. El encanto de este mundo no logró sino enfurecerla. La destrucción de los magos por la que tanto había trabajado, por la que se había esforzado durante tanto tiempo, le había sido arrebatada. Volvió a sentir un odio profundo, tanto hacia los magos como a los niños que se habían vuelto en su contra, y dejó escapar un grito de angustia.

«Volveré», prometió Dragwena. «¡Volveré y os mataré a todos!».

Raquel se sintió perdida dentro del odio abrumador de la bruja. Luchó por conservar el control, por recordar quién era, pero la bruja presionó más y más dentro de su mente hasta que la niña ya no pudo resistirse. Al final, profundamente inmersa en el sueño mágico, también Raquel juró volver para matar a los magos y a los niños. Igual que el de la bruja, así era el odio de Raquel.

Recostada en su suave cama en el palacio, Raquel apretaba los puños y soñaba con la venganza.

10
El despertar

Morpet irrumpió en Worraft con Raquel y Eric, dormidos, uno en cada brazo.

—Demasiado sencillo —dijo colocándolos en el suelo de la cueva—. Algo anda mal.

—¡Has rescatado a los dos! —se maravilló Trimak.

—Sí, pero fue demasiado fácil escapar del palacio. Había pocos neutranos y la puerta este estaba desprotegida. Sabes que Dragwena siempre coloca dos guardias allí.

—¿Te siguieron?

—No vi a nadie, pero Dragwena tiene mil ojos.

—Nuestros exploradores están cerca del palacio y de la cueva —dijo Trimak—. Deberían estar en condiciones de advertirnos de cualquier peligro —miró con preocupación a Raquel—. Veo que la niña-esperanza aún duerme.

—Es un sueño mágico implantado por la bruja —dijo Morpet—. Puede que no despierte en varias horas.

—¿Y qué hay de Eric? ¿La bruja trabajó también con él?

—Es posible —dijo Morpet—. Hay algo extraño en Eric —se volvió lentamente hacia Trimak—. De hecho, sé
con toda exactitud
qué es lo inusual en él. No siento magia alguna, nada. Siempre hay una huella, incluso en los niños menos dotados.

—Sí —reflexionó Trimak—. Eric es diferente. Quizá por ello Dragwena está interesada en él —miró a Raquel—. ¿Qué clase de sueños daría Dragwena a la niña?

Morpet gruñó.

—Pesadillas, sin duda.

—Despertémoslos —dijo Trimak.

—¡No podemos hacerlo! No tengo idea de lo que puede ocurrir si despertamos a Raquel tan pronto. Debemos dejar que despierte cuando esté lista.

—No —dijo Trimak con firmeza—. Entiendo tu preocupación, pero tú mismo has dicho que el encantamiento de Dragwena tiene como objetivo convertir a Raquel en una bruja. Incluso ahora el sueño mágico estará haciendo su efecto. No debemos dar ventaja alguna a la bruja.

—Podría matar a Raquel —dijo Morpet—. No tengo idea de lo poderoso que es ese hechizo. Sería un error…

—¡Hazlo!

Reticente, Morpet colocó dos dedos flexionados sobre la frente de Raquel. Ella se movió, pero continuó dormida.

—Utiliza
toda
la fuerza —ordenó Trimak enojado.

—¡No me atrevo! Si Raquel es la niña-esperanza no podemos arriesgar su seguridad.

—Tampoco puedo arriesgar la seguridad de los sarrenos. Intenta primero con Eric. Quizá la bruja le implantó también un sueño mágico.

Esta vez Morpet colocó ambas manos sobre el pulso de Eric. El niño abrió los ojos parpadeando de miedo. Morpet y Trimak estudiaron su comportamiento con toda atención, mirándolo mientras intentaba obtener una reacción de Raquel.

—El niño parece estar bien —dijo Trimak con cautela.

Morpet necesitó mucho más tiempo para despertar a Raquel.

Al cabo de un rato se desperezó y, en cuanto abrió los ojos, se abalanzó sobre Eric gritando con frenesí. Asombrado, Eric consiguió apartarse. Morpet saltó sobre Raquel y la sujetó.

—¡Te mataré! ¡Te mataré, niño! —chilló Raquel mirando a Eric.

—¡Detenla! —dijo Trimak—. ¿Qué está ocurriendo?

Morpet sujetó los brazos de Raquel contra el suelo.

—Te lo dije, Trimak. ¡Te dije que era peligroso despertarla antes de que estuviera lista!

Eric se acercó a Raquel.

—Aléjate —le advirtió Morpet.

Eric tocó uno de los pies de su hermana cuando intentaba patearlo. En ese instante, Raquel dejó de luchar. Por un momento pareció confundida, luego miró sus manos como si sintiera que recuperaba el control.

—¿Qué está ocurriendo? —preguntó—. Eric… no te he hecho daño, ¿verdad?

Morpet miró a Eric.

—Has roto el control de la bruja sobre Raquel. ¿Cómo lo has conseguido?

Eric se encogió de hombros.

—No he hecho nada. Solo he tocado su pie, eso es todo.

—Pero ella ha cambiado justo en el
momento
en que la has tocado.

Raquel se levantó de un salto. Sujetó con fuerza a Eric y ambos se alejaron de Morpet.

—No respondas a ninguna de sus preguntas —dijo a Eric—. Trabaja para la bruja.

—No es cierto —protestó Morpet—. Sé que parece que…

—¿Por qué me has dejado en la torre-ojo con Dragwena? —preguntó Raquel—. Sabías lo que iba a ocurrir dentro, ¿no es verdad? Me has cerrado la puerta en la cara.

—No tenía alternativa —dijo Morpet—. Por favor, trata de comprender. Dragwena observa a todos sus sirvientes muy de cerca. Si no te hubiera arrastrado hasta la torre-ojo, alguien se lo habría dicho. Tenía que parecer despiadado.

—¿Por qué debería creerte? —dijo Raquel—. ¿Cómo puedo saber que no estás mintiendo?

Morpet movió los brazos señalando toda la cueva.

—Mira este lugar oscuro —dijo—. Si fuera amigo de la bruja, ¿crees que te habría traído aquí? Estoy arriesgando mi vida al hacerlo. Y lo mismo Trimak —le habló de los sarrenos y de su lucha en contra de la bruja.

Raquel se relajó un poco. Les explicó el juego de las serpientes y escaleras y el sueño con el ejército de los niños y los magos. Morpet y Trimak escucharon con fascinación, pues nunca antes habían oído ese relato.

—¿Sabes lo que significa eso? —murmuró Morpet a Trimak.

Trimak asintió.

—Significa que la bruja ha puesto toda su fe en Raquel. No se detendrá hasta recuperar a la niña.

—En efecto, ningún lugar es seguro para esconderla —dijo Morpet—. Debemos proteger a Raquel de otra forma. Debemos trabajar con su magia. Debe aprender a defenderse por sí misma.

Raquel consideró el significado de su sueño.

—Al menos entiendo por qué Dragwena odia ahora a todos los niños —dijo—. Pero sigo sin saber para qué me quiere.

—¡La magia de los niños! —exclamó Morpet—. ¡Ahora tiene sentido! Dragwena ha estado trayendo niños a Itrea durante incontables siglos, sometiéndolos siempre a prueba, con una eterna esperanza. A partir del sueño de Raquel sabemos que los magos encarcelaron aquí a la bruja. Todo este tiempo ella debe de haber estado esperando a un solo niño con la suficiente fuerza para que la ayude a volver. ¡Raquel es esa niña!

—Pero en el sueño —dijo Raquel—, el mago Larpskendya dijo a Dragwena que siempre estaría sola, prisionera por siempre en Itrea. ¿Cómo llegaron aquí todos los niños?

—Si tu sueño es cierto —dijo Morpet—, los magos cometieron un error y subestimaron a Dragwena. Hace mucho que ella encontró la manera de traer niños de la Tierra.

—El mago mencionó también que desarrollaría magia en los niños de la Tierra, que les daría dones para protegerse si lo necesitaban —dijo Trimak—. Hemos visto pocas pruebas de ello hasta que llegaste tú, Raquel. Quizá se refería a ti. Tú serás nuestra protección. Tú y Eric.

—No puedo hacer nada —dijo Eric—. Raquel es la que tiene toda la magia.

—Pero tú has destruido el control de la bruja sobre tu hermana —dijo Morpet—. Dinos cómo lo has hecho.

—No lo sé —dijo Eric—. Solo quería que Raquel volviera a ser normal. No sentí nada cuando ocurrió.

—Mmm —dijo Morpet mesándose la barba—. ¿Qué más sabemos? El mago habló de un canto. ¿Qué crees que significa?


Mi canto estará siempre en Itrea
—murmuró Raquel—. Eso fue lo que dijo Larpskendya. Si
soy invocado, volveré
.

—¿Invocado, cómo? —preguntó Morpet—. ¿Invocado por quién?

Permanecieron sentados en el oscuro silencio de la cueva, reflexionando.

—Estamos adivinando lo que significa el sueño —dijo Raquel finalmente—. Pero estoy segura de una cosa: Dragwena me buscará. Ahora que sabe lo que puedo hacer, nunca dejará de buscarme. La has traicionado, Morpet. Te matará y lo mismo a Trimak. Entonces estudiará a Eric hasta que averigüe cómo usa su don —mantuvo erguida la cabeza: temblaba ligeramente—. Sé lo que hará conmigo: convertirme en su pequeña bruja. No será difícil. He tratado de detenerla en la torre, pero ha sido inútil.

—Inútil, no —la animó Morpet—. Necesitas entrenamiento para desarrollar tus encantamientos y afinar tu magia. Entonces estarás lista para enfrentarte a Dragwena.

—Nunca seré lo suficientemente fuerte —dijo Raquel—. Sé cómo es Dragwena. Si no puede usarme, me
matará
. Soy demasiado peligrosa para vivir como su enemiga —miró con valentía a Morpet—. Estoy en lo cierto, ¿verdad?

—Quizá —dijo Morpet—. Sin embargo, creo que eres más fuerte de lo que crees, y también creo que Dragwena puede ser vencida, porque comete errores.

—¿Qué errores?

—Ha dejado que os escaparais. Ha sido algo estúpido. Además, te ha confiado sus secretos más profundos demasiado pronto, cuando todavía podíamos —o Eric podía— llegar hasta tu mente y traerte de vuelta. Y Dragwena no se ha dado cuenta de que soy un traidor. Le he ocultado mis verdaderos pensamientos durante muchos años.

—Me pregunto si la conoces bien —dijo Raquel con brusquedad—. Dudo de que pudieras esconder tu traición por mucho tiempo. No creo que Dragwena cometa errores. Quizá nos
dejó
escapar a Eric y a mí por alguna razón. ¿Habéis pensado en ello?

—Sí —dijo Morpet—. Lo hemos considerado, pero no se me ocurre una razón por la cual la bruja te haya dejado ir con tanta facilidad.

Raquel hizo que sus uñas brillaran doradas.

—Miradme —dijo—. Toda esta magia que tengo. Es tan extraño. Si puedo tener magia aquí, ¿por qué nunca me he dado cuenta en casa? ¿Por qué no he podido usarla también allí? No tiene sentido.

—Todos los niños tienen alguna magia en Itrea —dijo Morpet.

—Dragwena es capaz de percibirla cuando los trae de la Tierra, de modo que allí debe de estar en ellos de alguna manera. No tengo ni idea de por qué no pueden utilizarla.

—Quizá los magos no lo permiten —dijo Eric—. Piensan que es demasiado peligrosa para usarla.

Morpet asintió, reflexivo.

—¿Has visto alguna vez a los magos?

—No —dijo Eric—. ¿Y tú?

—No, ni nadie más en Itrea —dijo Morpet—. Pero me encantaría conocer al que se llama Larpskendya. Tengo algunas buenas preguntas que hacerle.

Eric agarró la barba de Trimak.

—Oye, ¿qué edad tienes?

—Soy bastante viejo —suspiró Trimak—. Adivina.

—¡Ochenta y seis!

Trimak rió.

—Inténtalo de nuevo.

—¿Más joven o más viejo?

—Mucho más viejo.

—De acuerdo, ¡ciento ochenta y seis!

—En realidad —dijo Trimak—, tengo exactamente quinientos treinta y seis años.

Eric resopló.

—No puedes ser
tan
viejo. Ya estarías muerto.

—El poder de la bruja es el responsable —dijo Trimak—. Aquí tenemos un dicho: Dragwena preserva lo que le resulta útil. Eso contribuye a que sus sirvientes le sean leales. Morpet es casi tan viejo como yo.

—Vosotros fuisteis secuestrados de la Tierra por la bruja, ¿no es cierto? —dijo Raquel—. Sois niños que crecieron aquí.

—Sí —dijo Morpet—. Todos en Itrea fuimos arrebatados de forma similar a como lo fuisteis tú y Eric. Dragwena no nos permite crecer normalmente como adultos. Creo que disfruta al vernos envejecer y hacernos más y más feos al mismo tiempo, hasta que perdemos todos nuestros rasgos originales. La bruja atrofia también nuestro crecimiento. Es como si quisiera recordarnos que siempre seremos niños en sus dominios.

—¿Cuántos niños viven en Itrea? —preguntó Raquel.

—Han sido abducidos a millares —respondió Morpet—. Algunos viven cerca del palacio, los que tienen la magia más brillante y sirven a la bruja de forma directa. Otros están diseminados por todo el planeta.

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