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Authors: Herbert Marcuse

El hombre unidimensional (15 page)

BOOK: El hombre unidimensional
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Más allá de la relativamente inofensiva esfera del comercio, las consecuencias son bastante serias, porque este lenguaje es al mismo tiempo «intimidación y glorificación».
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Las proposiciones toman la forma de sugestivas órdenes: son evocativas antes que demostrativas. La predicación llega a ser prescripción; toda la comunicación tiene un carácter hipnótico. Al mismo tiempo se tiñe de una falsa familiaridad: el resultado de la repetición constante y del impacto directo hábilmente manejado de lacomunicación. Ésta se relaciona con el receptor inmediatamente —sin ninguna diferencia de nivel, educación y oficio— y lo golpea en la informal atmósfera de la sala, la cocina y la alcoba.

La misma familiaridad se establece mediante el lenguaje personalizado, que juega un papel considerable en la comunicación avanzada.
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Es «tu» representante en el congreso, «tu» carretera, «tu» supermercado favorito, «tu» periódico, es traído especialmente «para ti», «te» invita, etc. De este modo, las cosas y funciones generales súperimpuestas y generalizadas son presentadas como «especialmente para ti». Que los individuos a los que se les habla de esta manera lo crean o no, carece de importancia. Su éxito indica que promueve la auto-identificación de estos individuos con las funciones que ellos y los demás representan.

En los sectores más avanzados de la comunicación funcional y manipulada, el lenguaje impone mediante construcciones verdaderamente sorprendentes la identificación autoritaria entre persona y función. La revista
Time
puede servir como un ejemplo extremo de esta tendencia. Su empleo del genitivo posesivo hace que los individuos parezcan ser meros apéndices o propiedades de su lugar, su empleo, su empresario o su empresa. Son presentados como «Byrd de Virginia, Blough de U. S. Steel, Nasser de Egipto». La construcción atributiva mediante el uso de guiones crea un síndrome fijo:

El gobernador que-lo-puede-todo, de-cejas-bajas, de Georgia… tenía todo preparado para uno de sus salvajes ataques políticos la semana pasada.

El gobernador,
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su función, su aspecto físico y sus actividades políticas son reunidas en una estructura indivisible e inmutable que, en su natural inocencia e inmediatez, abruma la mente del lector. La estructura no deja espacio para la distinción, desarrollo y diferenciación del significado: se mueve y vive sólo como una totalidad. Dominado por estas imágenes personalizadas e hipnóticas, el artículo puede proceder a dar incluso información esencial. La narración permanece segura dentro del bien editado marco de una historia con interés más o menos humano de acuerdo con la definición de la política de los editores.

El empleo de la contracción mediante guiones se extiende. Por ejemplo «ceja-espesa» Teller, el «padre de la bomba-H», el «constructor-de-proyectiles de-anchas-espaldas Von Braun», una «cena científico-militar»
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y el submarino «de propulsión-nuclear con dispositivos-para-lanzar-cohetes». Tales construcciones son, quizá no de modo accidental, particularmente frecuentes en frases que unen la técnica, la política y lo militar. Términos que designan esferas o cualidades bastante diferentes son forzados a una unión que los convierte en una sólida, todopoderosa totalidad.

El efecto es de nuevo mágico e hipnótico, es la proyección de imágenes que sugieren una irresistible unidad, una armonía de contradicciones. Así el amado y temido padre, el dador de la vida, genera la bomba de hidrógeno para la aniquilación de la vida; «científicos-militares» unen sus esfuerzos para reducir la angustia y el sufrimiento mediante el trabajo de crear angustia y sufrimiento. O, sin los guiones, la Academia de la Libertad de especialistas en la guerra fría
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y la «bomba limpia», atribuyen a la destrucción una integridad moral y física. La gente que habla y acepta tal lenguaje parece ser inmune a todo y susceptible de todo. La unificación mediante guiones (explícita o no) no siempre reconcilia lo irreconciliable; frecuentemente, la combinación es bastante sutil —como en el caso del constructor-deproyectiles-de-anchas-espaldas— o sugiere una amenaza o una dinámica inspiradora. Pero el efecto es similar. La estructura impuesta une los actores y las acciones de violencia, poder, protección y propaganda bajo un solo fogonazo. Vemos al hombre o a la cosa operando y sólo operando: no puede ser de otro modo.

Nota acerca de la contracción. OTAN, SEATO, ONU, AFL-CIO, AEC, y también URSS, DDR, etc. La mayor parte de estas abreviaturas son perfectamente razonables y están justificadas por el tamaño de la designación sin abreviar. Sin embargo, uno podría aventurarse a ver en algunas de ellas un «artificio de la razón»: la abreviatura puede ayudar a reprimir preguntas indeseables. OTAN no sugiere lo que la Organización del Tratado del Atlántico del Norte: a saber un tratado entre las naciones del Atlántico Norte, en cuyo caso cabría interrogarse sobre la participación de Grecia y Turquía. URSS abrevia Socialismo y Soviet; DDR: democrática. ONU pasa por alto con indebido énfasis «unidas»; SEATO permite olvidar a los países sudasiáticos que no pertenecen a ella. AFL-CIO oculta las radicales diferencias políticas que en un tiempo separaron a las dos organizaciones y AEC es sólo una agencia administrativa entre muchas otras. Las abreviaturas denotan sólo aquello que está institucionalizádo de tal modo que la connotación trascendente es eliminada. El sentido está fijo, definido, cerrado. Una vez que ha llegado a ser un vocablo oficial, constantemente repetido en el uso general, «sancionado» por los intelectuales, ha perdido todo valor cognoscitivo y sirve meramente para el reconocimiento de un hecho indudable.

Este estilo tiene una abrumadora
concreción
. La «cosa identificada con su función» es más real que la cosa separada de su función, y la expresión lingüística de esta identificación (en el sustantivo funcional, y en las diferentes formas de contracción sintáctica) crea un vocabulario y una sintaxis básicos que impiden el paso a la diferenciación, la separación y la distinción. Este lenguaje, que constantemente impone
imágenes
, milita contra el desarrollo y la expresión de
conceptos
. Su inmediatez y su estilo directo, impide el pensamiento conceptual; así, impide el pensamiento. Porque el concepto
no
identifica la cosa y su función. Tal identificación puede muy bien ser el legítimo y quizá incluso el único significado del concepto operacional y tecnológico, pero las decisiones operacionales y tecnológicas son usos específicos de conceptos para propósitos específicos. Más aún, disuelven los conceptos en oraciones y excluyen el intento conceptual que se opone a esta disolución. Con anterioridad a su uso operacional, el concepto
niega
la identificación de la cosa con su función; distingue aquello que la cosa
es
de las funciones contingentes de la cosa en la realidad establecida.

Las tendencias dominantes del habla, que niegan estas distinciones, son expresión de los cambios en los modos de pensamiento discutidos en los capítulos anteriores: el lenguaje funcionalizado, contraído y unificado es el lenguaje del pensamiento unidimensional. Para ilustrar esta novedad lo compararé brevemente con una clásica filosofía de la gramática que trasciende el universo del comportamiento y relaciona las categorías lingüísticas con las ontológicas.

De acuerdo con esta filosofía, el sujeto gramatical de una frase es primero una «sustancia» y permanece como tal en los diferentes estados, funciones y cualidades que la frase predica del sujeto. Está activa o pasivamente relacionado con sus predicados, pero permanece diferente de ellos. Si no es un nombre propio, el sujeto es más que un nombre: nombra el
concepto
de una cosa, el universal que la frase define en un estado o una función particular. El sujeto gramatical tiene así un significado que está
más allá
del que se expresa en la frase.

En palabras de Wilhelm von Humboldt: el sustantivo como sujeto gramatical denota algo que «puede entrar en ciertas relaciones»,
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pero no es idéntico a estas relaciones. Más aún, permanece como lo que es y está «contra» estas relaciones; éste es su centro «universal» y «sustantivo». La síntesis proposicional liga a la acción (o el estado) con el sujeto de tal manera que el sujeto es designado como el actor (o portador) y así es separado del estado o la función en la que está. Al decir: «el rayo fulmina» uno «piensa no solamente en el rayo fulminando sino también en el rayo en sí mismo que fulmina», en un sujeto que «pasó a la acción». Y si una frase da una definición de su sujeto, no disuelve al sujeto en sus estados y funciones, sino que lo define como un ser en este estado, o ejerciendo esta función. Ni desapareciendo en sus predicados ni existiendo como una entidad anterior y ajena a ellos, el sujeto se constituye a sí mismo en sus predicados: es el resultado de un proceso de mediación que se expresa en la frase.
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He aludido a la filosofía de la gramática para mostrar el grado en el que las contracciones lingüísticas indican una contracción del pensamiento que a su vez, ellas fortifican y promueven. La insistencia en los elementos filosóficos en la gramática; o en la relación entre el «sujeto» gramatical, lógico y ontológico señala los contenidos que son suprimidos en el idioma funcional, eliminados de la expresión y la comunicación. La contracción del concepto en imágenes fijas; el desarrollo detenido en fórmulas hipnóticas que se autovalidan; la inmunidad contra la contradicción; la identificación de las cosas (y las personas) con su función: estas tendencias revelan a la mente unidimensional en el lenguaje que habla.

Si la conducta lingüística impide el desarrollo conceptual, si es contraria la abstracción y la mediación, si se rinde a los hechos inmediatos, rechaza el reconocimiento de los factores presentes en los hechos y, así, rechaza el reconocimiento de los hechos y de su contenido histórico. En y para la sociedad, esta organización del discurso funcional es de importancia vital; sirve como vehículo de coordinación y subordinación. El lenguaje unificado, funcional, es un lenguaje irreconciliablemente anticrítico y antidialéctico. En él la racionalidad operacional y
behaviorista
absorbe los elementos trascendentes negativos y oposicionales de la razón.

Discutiré
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estos elementos en términos de la tensión entre el «es» y el «debería ser», entre esencia y apariencia, potencialidad y actualidad: el ingreso de lo negativo en las determinaciones positivas de la lógica. Esta tensión sostenida cubre el universo bidimensional del discurso, que es el universo del pensamiento crítico y abstracto. Las dos dimensiones son antagónicas entre sí; la realidad participa de ambas, y los conceptos dialécticos desarrollan las verdaderas contradicciones. En su propio desarrollo, el pensamiento dialéctico llega a abarcar el carácter histórico de las contradicciones y el proceso de su mediación como proceso histórico. Así la «otra» dimensión del pensamiento resulta ser una dimensión
histórica
: la potencialidad como posibilidad histórica, su realización como acontecimiento histórico.

La supresión de esta dimensión en el universo social de la racionalidad operacional es una
supresión de la historia
, y éste no es un asunto académico, sino político. Es una supresión del propio pasado de la sociedad y de su futuro, en tanto que este futuro invoca el cambio cualitativo, la negación del presente. Un universo del discurso en el que las categorías de la libertad han llegado a ser intercambiables e incluso idénticas con sus opuestos, no está sólo utilizando un lenguaje orweliano o esopiano, sino que está rechazando y olvidando la realidad histórica: el horror del fascismo, la idea del socialismo, las condiciones previas de la democracia, el contenido de la libertad. Si una dictadura burocrática gobierna y define a la sociedad comunista, si regímenes fascistas están funcionando como miembros del mundo libre, si el programa de bienestar del capitalismo liberal es derrotado con éxito colocándole la etiqueta de «socialismo», si los fundamentos de la democracia son armoniosamente eliminados en la democracia, los viejos conceptos históricos son invalidados por nuevas definiciones operacionales puestas al día. Las nuevas definiciones son falsificaciones que, impuestas por los poderes de hecho, sirven para transformar lo falso en verdadero.

El lenguaje funcional es un lenguaje radicalmente antihistórico: la racionalidad operacional tiene poco espacio y poco empleo para la razón histórica.
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¿Es esta lucha contra la historia parte de la lucha contra una dimensión de la mente en la que las facultades y fuerzas centrífugas pueden desarrollarse, al ser estas facultades y fuerzas capaces de impedir la total coordinación del individuo con la sociedad? El recuerdo del pasado puede dar lugar a peligrosos descubrimientos, y la sociedad establecida parece tener aprensión con respecto al contenido subversivo de la memoria. El recuerdo es una forma de disociación de los hechos dados, un modo de «mediación» que rompe, durante breves momentos, el poder omnipresente de los hechos dados. La memoria recuerda el terror y la esperanza que han pasado. Ambos vuelven a vivir, pero mientras en la realidad el primero regresa bajo formas siempre nuevas, la última permanece como una esperanza. Y en los sucesos personales que reaparecen en la memoria individual, los temores y las aspiraciones de la humanidad se afirman a sí mismos: lo universal en lo particular. Lo que la memoria preserva es la historia. Sucumbe al poder totalitario y al universo
behaviorista
:

El espectro de una humanidad sin memoria… no es un mero producto de decadencia, sino que está ligado necesariamente con el carácter progresivo del principio burgués. Economistas y sociólogos, como Werner Sombart y Max Weber, han relacionado el principio del tradicionalismo con las formas de la sociedad feudal y el de la racionalidad con la sociedad burguesa. Pero esto implica que la sociedad burguesa avanzada anula la memoria, el tiempo, el recuerdo como una especie de residuo irracional del pasado…
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Si la racionalidad progresiva de la sociedad industrial avanzada tiende a liquidar como «residuo irracional» los elementos perturbadores que son el tiempo y la memoria, también tiende a liquidar la racionalidad perturbadora contenida en este resto irracional. El reconocimiento y la relación con el pasado como presente se opone a la funcionalización del pensamiento por y en la realidad establecida. Es contraria al cierre del universo del discurso y la conducta; hace posible el desarrollo de conceptos que rompen la estabilidad y trascienden el universo cerrado concibiéndolo como un universo histórico. Confrontado con la sociedad dada como un objeto de su reflexión, el pensamiento crítico deviene conciencia histórica; como tal, es esencialmente juicio.
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Lejos de requerir un relativismo indiferente, investiga en la verdadera historia del hombre en busca del criterio adecuado para definir la verdad y la mentira, el progreso y la regresión.
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La mediación del pasado en el presente descubre los factores que hacen los hechos, que determinan la forma de vida, que establecen los amos y los servidores; proyecta los límites y las alternativas. Cuando esta conciencia crítica habla, habla «el lenguaje del conocimiento» (Roland Barthes) que abre el universo cerrado del discurso y su estructura petrificada. Los términos clave de este lenguaje no son sustantivos hipnóticos que evocan infinitamente los mismos predicados congelados. Más bien permiten un desarrollo abierto; incluso desenvuelven su contenido mediante predicados contradictorios.

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