El coleccionista de relojes extraordinarios (21 page)

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Authors: Laura Gallego García

Tags: #Infantil y juvenil

BOOK: El coleccionista de relojes extraordinarios
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»Los mortales conocéis la vida incluso mejor que aquellos que viviremos para siempre. Porque sabéis que moriréis tarde o temprano, y por eso sentís la vida como algo único e irrepetible. Por eso, Emma intuía que vuestra alma puede llegar a ser igual de grande que la nuestra, y vuestra fuerza de voluntad superar a la de un inmortal. Tu voluntad de seguir adelante derrotó al deseo de Emma de enviarte de vuelta. Por eso el Contador de Estrellas acudió a tu encuentro.

—Y por eso convocó al Consejo —adivinó Jonathan—. ¿Esperaba que tú acudirías?

Jeremiah asintió.

—Por primera vez en casi trescientos años. Pero quería conocerte. Y tu fuerza de voluntad también me impresionó, Jonathan Hadley. ¿Comprendes ahora?

—Y él sabía que pasaría —murmuró Jonathan—. El Contador de Estrellas es un hombre muy inteligente.

—Yo no lo llamaría exactamente «hombre» —sonrió Jeremiah, repitiendo las palabras del duende de la tienda—, pero sí, es muy inteligente.

Sonrió, y entonces fue cuando Jonathan recordó dónde lo había visto antes. Aquella mirada abrumada por el peso de la responsabilidad, aquella expresión llena de sabiduría pero acuciada por las dudas, incluso el detalle del farol... que se había transformado en el orbe del reloj de Qu Sui, brillando mágicamente entre las primeras luces de la mañana...

Jeremiah... el Ermitaño.

—Hasta siempre, joven Jonathan —se despidió el inmortal—. Como dijo el Contador de Estrellas, pasarán eones antes de que alguno de nosotros olvide tu nombre.

Y Jeremiah, tirando de la cuerda que rodeaba el orbe del reloj de Qu Sui, desapareció también entre la bruma.

Y Jonathan se quedó solo, muy solo. Y recordó, horrorizado, que había entregado los dos relojes-puerta al Contador de Estrellas, para poder regresar a la Ciudad Antigua cuando Jeremiah decidió enfrentarse al marqués.

Nunca más volvería a ver a los inmortales.

Ahora, de regreso a casa, sentía una extraña garra oprimiéndole el corazón. Pensó que, cien años después, él estaría muerto, pero para Emma una centuria no era más que el tiempo que dura un parpadeo.

En aquel momento, el padre de Jonathan despertó de su sueño con un sonoro estornudo.

—¡Caray! —dijo—. Me he resfriado. Jonathan, ¿no tendrás un pañuelo?

Mecánicamente, Jonathan rebuscó en sus bolsillos. Sacó un pañuelo del bolsillo derecho, pero su mano izquierda topó con un objeto que había en el otro bolsillo. Lo sacó, extrañado, y lo acercó a la ventanilla para ver mejor.

Sintió una cálida emoción por dentro al ver la ruedecilla fuera de sitio, deteniendo un mecanismo que podía ponerse en marcha de nuevo con solo oprimir el botón. Parpadeó para que las lágrimas no le empañaran las gafas, recordando el súbito abrazo del Contador de Estrellas.

«Gracias, viejo amigo», pensó, y sonrió al sentir el tacto del objeto entre sus dedos.

Era un reloj-puerta.

— FIN —

Nota de la autora

H
acía varios años que tenía en mente escribir una historia sobre alguien que coleccionaba relojes mágicos. Pero era una idea vaga.

En 2001, mi novio y yo fuimos a Toledo. Deambulando una noche por sus calles neblinosas pensé que parecía una ciudad de cuento de misterio, y que me encantaría ambientar un libro allí. Por otro lado, por la mañana estuvimos buscando un museo que nunca encontramos. Siguiendo un plano en busca del museo, llegamos a un caserón que estaba cerrado a cal y canto, y llamamos varias veces, pero nadie abrió. Empezamos a bromear sobre el tema. Que si era un museo lleno de objetos extraordinarios. Relojes, dije yo. Que si de pronto se abriría la puerta…

Seguimos dándole vueltas el resto del día, mientras paseábamos por la ciudad. Imaginé a una familia de turistas extranjeros que, siguiendo las indicaciones de un folleto turístico, se encontraban ante un caserón cerrado, igual que nos había pasado a nosotros . Sólo que en este caso la puerta se abría y ellos entraban en el fabuloso museo de los relojes extraordinarios…

Quise ambientar la historia en Toledo, y de hecho hasta compré guías y planos, porque sólo estuvimos tres días en la ciudad y eso no basta para conocerla. Pero meses después, cuando me senté a escribir, no miré los planos para nada. Sí, la Ciudad Antigua estaría inspirada en Toledo, pero ya no iba a ser Toledo. No quería quedarme con detalles, calles y edificios concretos. Me basaría solamente en una sensación, en lo que me inspiraron las calles de la ciudad por la noche, húmedas y semiocultas por la niebla…

Y así, poco a poco, fue surgiendo el libro.

Este libro lo escribí el mismo verano que
La hija de la noche,
y lo envié al concurso Gran Angular. No ganó, pero a Marinella Terzi, la editora de Barco de Vapor, le gustó, y decidió publicarlo en Barco de Vapor, serie roja, la colección donde están también
Finis Mundi
y
La leyenda del Rey Errante.
El ilustrador que ha realizado la portada es Alfonso Ruano, que ya ilustró la cubierta de
La leyenda del Rey Errante.

El título original era «El coleccionista de relojes», pero Marinella lo encontraba soso porque en él no había nada que indicara que se trataba de una historia de fantasía. Como me resistía a cambiarlo, al final optamos por una solución intermedia:
El coleccionista de relojes extraordinarios.

Mientras escribía el libro estaba leyendo
Neverwhere,
de Neil Gaiman, que es un libro que me fascinó. Quise que el viaje de Jonathan a través de la Ciudad Oculta tuviera un toque así, de fantasía oscura y algo absurda. Cada vez que releo
El coleccionista de relojes extraordinarios
me doy cuenta de la influencia del libro de Gaiman sobre el mío. Aunque dice mi editora que a ella le recuerda más bien a Michael Ende, y probablemente tenga razón.
La historia interminable
es mi libro favorito.

Marinella detectó enseguida que la Ciudad Antigua estaba inspirada en Toledo. Y eso que no le comenté nada al respecto.

Me encanta el personaje del Marqués. En la primera versión sólo salía al principio, así que retoqué el libro para que tuviera más protagonismo. Es uno de los personajes más interesantes que he inventado, pero, como intento seguir evolucionando, espero poder crearlos aún mejores en el futuro.

Entre los seres extraños que pululan por la Ciudad Oculta, mis favoritos son el duende de la tienda, la Soñadora y Hiedra. Y la Muerte, claro.

CUBIERTA ORIGINAL

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