Efecto Mariposa (28 page)

Read Efecto Mariposa Online

Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

BOOK: Efecto Mariposa
5.76Mb size Format: txt, pdf, ePub

Sasha frunció el ceño. A él también le había causado extrañeza pero ni Tommy ni los Andrew se habían mostrado preocupados por eso.

—Están en el extranjero. Pasarán todo el verano viajando —repitió la explicación que Tommy le había dado.

Larry cambió de tema por educación y la conversación derivó hacia los próximos eventos sociales: la boda de Lester Banks en septiembre con la hija de uno de los socios de los Crane, y la exposición de cuadros de Henrietta, que era todo un éxito.

Sasha lo dejó hablar, pensando en la próxima boda de Richie, tan distinta a la de Banks, donde se codearía lo mejor de la sociedad londinense.

Richie se casaría en Chipping Camden y podía decirse que el invitado más ilustre sería Tommy. Los demás eran amigos de la familia, vecinos, y por supuesto los padres y hermanos del novio, de los que poco sabía.

«Es extraño —se dijo—. Es como si el Richie con familia fuera una persona distinta a nuestro Richie. Quizá es porque lo he considerado mi familia durante mucho tiempo.»

2

—¡Sasha, date prisa! —Tommy aporreó la puerta de la habitación de Sasha en Greenshaw Hall el primer fin de semana de agosto—. Vamos a llegar tarde a la despedida de Richie. —Se apoyó en la puerta, pensativo—. ¿Cómo serán sus hermanos? Llevo preguntándomelo desde hace días. Debimos ser nosotros los organizadores, ¿no? Somos los que mejor conocemos al novio.

—No tenemos experiencia en despedidas de soltero y particularmente no quiero tenerla jamás. —Sasha abrió la puerta y Tommy, que seguía apoyado, se precipitó dentro para casi caer en sus brazos—. Listo. Me estaba terminando de vestir. No querrías que fuera desnudo, ¿verdad?

—Hum… creo que eso sí le gustaría a Richie, aunque no le haría ni puñetera gracia a Cindy.

—La novia no estará hoy —observó Sasha. Era un alivio; esa mujer había cambiado a Richie, se los había robado, y era la novia victoriosa que se llevaba el gran premio. No le apetecía verla.

El auto de los Andrew los esperaba y el chofer tenía instrucciones de recogerlos a la hora que fuera. Alex no quería que Tommy condujera borracho.

—Es mi primera despedida de soltero. ¿No es genial? —dijo Tommy una vez dentro del auto—. Cuando Alex se casó yo era demasiado joven y no me dejaron ir…

Por toda respuesta, Sasha lanzó un gruñido, abrumado por tanto entusiasmo.

Cuando llegaron al edificio le advirtió en voz baja que se calmara y dio instrucciones al chofer de recogerlos a las dos. Subieron rápidamente en el ascensor y se detuvieron en el apartamento de Richie, desde donde se oía la música muy alta.

—Mierda, han empezado sin nosotros —protestó Tommy—. Por tu culpa. —Lo apuntó con el dedo.

El ruso apartó el dedo y llamó a la puerta. Una réplica casi exacta de Richie les abrió, sonriendo.

—Debéis ser Sasha y Tommy. Vamos, pasad. Tenemos todo listo. Soy Ryan, el hermano de Richie. —Les tendió la mano.

—¡Hola! —dijo Tommy un tanto cohibido—. Habéis empezado pronto. Perdonadme un momento, tengo que hablar con Richie.

Sasha estrechó la mano de Ryan, e inició una charla trivial mientras no quitaba ojo de Tommy. Luego se acercó a saludar a otro pelirrojo cuyo parentesco con Richie era obvio.

3

—Se siente un poco raro conocer a tus hermanos el día de tu despedida de soltero —observó Tommy que había buscado refugio en la cocina.

—¿Por qué? Es un día como cualquier otro —replicó Richie.

—Es que llevamos tanto tiempo de conocernos y no sé...

Otro clon de Richie con unos cuantos años más se asomó por la puerta de la cocina, seguido por Ryan.

—Mi hermano Robert —lo presentó Richie.

—Joder, sois todos iguales ¿cómo os diferenciaban vuestros padres? —le susurró Tommy a Richie y se acercó a saludar—. Mucho gusto. Me alegra conocer por fin a la familia de nuestro amigo. No nos había hablado mucho de vosotros.

Robert intercambió una mirada con Ryan.

—Tampoco nos había hablado de vosotros hasta esta tarde, de modo que puede decirse que estamos a mano —repuso—. Pero sentaos, beberemos algo mientras llegan los demás.

Tommy sirvió un whisky para él y un vodka para Sasha y se acomodó junto a él en el sofá del salón.

—Le comentaba a Sasha que nos habría gustado ayudaros más con la despedida, pero Richie no nos dejó.

—Descuida, cuando nos dio la noticia tuvimos que organizarlo todo deprisa. Pero tengo experiencia en estas cosas, he organizado otras despedidas. Esperad a que llegue la chica que contraté —dijo Robert.

—¿Has contratado una
striper
?

Ryan se echó a reír.

—Claro. ¿Qué queríais? ¿Que contratase a un bailarín árabe?

Sasha sonrió. Eso era exactamente lo que le habría gustado a él. Era obvio que los hermanos de Richie no conocían ni remotamente sus actividades sexuales.

—Pues en la antigüedad eran hombres los que hacían la danza del vientre, por que las mujeres estaban todas encerradas en los harenes —dijo Tommy con una pícara sonrisa y dio un largo trago a su bebida.

—¡Qué desperdicio! —exclamó Ryan—. Con lo bella que es una mujer bailando… eso sin mencionar las otras cosas.

Robert celebró la ocurrencia y Richie se unió a las risas. Al verlo, Sasha se preguntó por qué no hablaba de sus hermanos. Quizá era a causa de su bisexualidad… Prefería no ahondar en ello.

El timbre de la puerta salvó la extraña conversación y Ryan hizo pasar a cuatro condiscípulos de Richie.

Tommy se encargó de servir las bebidas en su afán por ayudar a algo y fue conociendo y conversando con todos los invitados. Se sintió un poco extraño, hacía muchos años que conocían a Richie y siempre había pensado que lo conocía igual de bien que a Sasha, pero ahora empezaba a enterarse de un montón de detalles que no había sabido nunca. Sus hermanos, sus amigos, sus anécdotas de juventud… Era como si sólo hubiera conocido una faceta de él.

Sasha estaba igualmente sorprendido, pero no lo mostraba. Se escudó en su reserva rusa, riendo de las bromas y haciendo alguna ocasionalmente, pero manteniendo la distancia.

En un momento aparte, Richie los llevó a la cocina. Estaba un poco avergonzado.

—Sé lo que estáis pensando —dijo—. Y lo siento… Si habéis prestado atención, creo que sabréis por qué nunca les hablé de vosotros. Ni mis padres ni mis hermanos tienen idea de que soy bisexual. No tomaron muy bien lo de Sextasis, y están más que felices de que vaya a casarme.

—Eso lo entiendo. —Tommy esbozó una sonrisa agridulce. Sabía en su propia piel lo que podía pasar si uno se confesaba con su familia—. Pero se siente un tanto raro estar aquí con toda esta gente que parece conocerte mejor que nosotros.

—No digas eso, Dragón. Con vosotros soy como siempre he querido ser. No quería que esas dos mitades que soy yo se juntasen —susurró Richie.

—No lo entiendo, Richie. Tú eres todas esas partes y te íbamos a querer igual. —Tommy miró a Sasha buscando apoyo.

—No se trata de nosotros, cielo —susurró Sasha—. Se trata de él. Richie no quiere salir del armario o como sea que vosotros, los bisexuales, llaméis a eso. Por eso habla de mitades separadas.

—Pero… a mí me habría gustado saber más de ti y de tus hermanos… Que hubieras compartido todo esto con nosotros.

—Ya, Tommy. —Sasha parecía entender mejor la situación y lo llevó a un lado. Afuera reclamaban la presencia de Richie.

—¡Esperad un momento! —gritó el pelirrojo y se volvió hacia sus amigos—. Sé que quizá no es el mejor momento, pero tenía que hablarlo antes con Cindy. Quiero que vosotros seáis los testigos del matrimonio civil —pidió solemnemente—. Por favor, no digáis que no.

—Lo seré. —Tommy miró a Sasha que asintió—. Lo seremos. Quiero formar parte de todos los aspectos de tu vida. Al menos hasta que te vayas.

—Gracias. De verdad lo aprecio.

Richie les sonrió antes de volver al salón, donde todos celebraban la llegada de Sheyla, la bailarina.

Tommy miró a Sasha dándole a entender que tenían que hablar a solas y siguió a Richie al salón para encontrarse de frente a una morena despampanante con cuerpo de Barbie Superstar y con muy poca ropa bajo la gabardina que se estaba quitando.

El ruso se acomodó en un sillón del incongruente grupo de sillas, sillones y el sofá que rodeaban el improvisado escenario. La mesa de centro había sido apartada y sólo había una silla en el medio. Sentaron a Richie en la silla y Tommy se sentó en el reposabrazos del sillón al lado de Sasha.

Sheyla terminó de quitarse la gabardina. Llevaba una minifalda de lycra roja muy ajustada y un top a juego bajo una minúscula chaqueta torera negra con flecos y filigramas. El pelo lo llevaba recogido en una coleta alta con un coletero de raso rojo con topos negros y llevaba medias con ligueros de encaje, que se asomaba por los bajos de la falda.

Sasha murmuró algo en ruso mientras ella entregaba una cinta de música a Robert, que fue a colocarla.

—Con vosotros, Sheyla —anunció el mayor de los Porter.

La bailarina saludó a Richie con mucha confianza e intercambió unas breves palabras con él.

—¿Cuánto apuestas a que estos dos ya se conocían? —susurró Sasha y Tommy lo hizo callar porque había comenzado a oírse
The Look
de Roxette.

Tommy, aún sentado, comenzó a moverse al ritmo de la música y algunos de los chicos también aplaudían al golpe de la batería.

Sheyla empezó a moverse insinuante, ondulando alrededor de la silla. Ocasionalmente levantaba la pierna hasta colocarla sobre el hombro de Richie y él trataba de atraparla sin éxito. Detrás de la silla se agachaba y subía, contornéandose con movimientos felinos, e iba coqueteando con todos los chicos cuando pasaba cerca.

Cuando empezó la parte acústica de la canción, se quitó la torera y se la tiró a Robert que la atrapó al vuelo. Luego, a horcajadas sobre Richie moviéndose como si estuvieran haciendo el acto sexual, se sacudía y se echaba hacia atrás hasta casi tocar el suelo con la cabeza, mientras Richie la sujetaba por la cintura.

—Esto se pone bueno —dijo Ryan al oído de Sasha y él sonrió con cara de circunstancias.

«Lo siento, no me emociona. Soy gay —quiso decir, pero se imaginó que podría traerle problemas a Richie y optó por mirar el espectáculo imaginando que se trataba de otra persona—. Mejor un chico… alguien como Tommy.»

Sheyla se levantó y se arremangó la falda para dejar las ligas a la vista e hizo que Richie se las quitara con los dientes mientras los chicos silbaban, gritaban y aplaudían.

«Richie se lo está pasando genial —se dijo Tommy e imaginó estar en su lugar, pero lo descartó rápidamente—. No… Preferiría estar en el lugar de Sheyla, provocándolos. Provocándolo a él.»

Miró a Sasha que luchaba por mostrarse entretenido, aunque era obvio que el baile de Sheyla no le hacía ningún efecto.

—Pobrecito —susurró echándose a reír.

El espectáculo se calentó más cuando Sheyla tomó las manos de Richie y lo hizo meterlas bajo el top justo encima de sus pechos. Ahí los chicos se empezaron a volver locos y cuando se escabulló dejando al novio con el top en las manos y ella con los pechos al aire, fue la hecatombe. Algunos empezaron a aullar y Sasha esbozó una sonrisita de suficiencia. No se imaginaba a sí mismo haciendo lo mismo en un espectáculo gay.

Justo en ese momento cambió la música y comenzó a sonar una canción que llevaba pegando fuerte desde hacía un par de semanas en los locales de moda. La
Lambada
.

Sheyla empezó a provocar a los chicos que había alrededor. Los hacía levantarse y bailar con ella al ritmo de la
Lambada
con mayor o menor éxito. Ciertamente eso de que los ingleses, salvo contadísimas excepciones, no tenían ritmo para bailes latinos, se hizo evidente en ese salón.

Cuando se acercó a Sasha algo debió notarle porque no insistió ante su negativa de bailar y fue directo a por Tommy que también se negó, pero acabó cediendo, un tanto avergonzado y acometió el baile con más gracia que los demás, al menos para Sasha, que tenía frente a sus ojos su trasero moviéndose en perfecta coordinación con el de Sheyla y adaptándose al ritmo con facilidad.

Tommy estaba un poco incómodo porque Sheyla estaba tan pegada a él que no cabía entre ellos ni el aire. Y el balanceo lo estaba poniendo duro. En un giro, Sheyla le aprisionó la casi erección y ambos jadearon, uno por la sensación y otra por la sorpresa.

—Dime que eso que siento ahí no es algo que llevas en el bolsillo —le susurró ella. Tommy fue incapaz de responder limitándose a asentir. Nunca había conocido a una chica tan lanzada.

Sheyla bailó un poco más tanteando con su abdomen lo que creía imposible y por ende provocándolo más, pero había otros chicos y ella estaba trabajando, así que tras una juguetona lamida en la base de la oreja, lo soltó para ir a por otro.

Tommy se derrumbó al lado de Sasha que lo miraba sonriente, y lo trató de ignorar. Cosa difícil, porque Ryan, que ya había tenido su ración de bailarina, llegó al lado de ellos y le dio una palmada en el hombro.

—Menudo magreo te has dado con la moza, chaval —le tomó el pelo—. Aunque me ha parecido que era ella la que no quería soltarte. ¿Qué le has dado? Cuéntame el secreto para enganchar así a una moza como ésa.

—Yo no he hecho nada —dijo Tommy.

—Yo te diré su secreto —dijo Sasha riéndose—. Veintisiete centímetros de secreto tiene el chaval.

—Es coña, ¿no? —preguntó Ryan y Sasha negó entre risas que hicieron que Ryan mirase más asombrado a Tommy—. Vaya, pues eso es algo que no podría ofrecerle a una moza ni queriendo… Vaya…

Sheyla había sacado a bailar a casi todos los invitados y había vuelto donde Richie. Cuando terminó la
Lambada
comenzó a sonar
Faith
de George Michael y se volvió a sentar a horcajadas sobre el novio para el provocativo baile final y luego de varios giros, se quedó con un minúsculo tanga y volvió a sentarse sobre Richie que le seguía el juego tocándola en medio de los aplausos y gritos de los demás.

—Te apuesto que si no estuvieran sus hermanos, Richie se la llevaría al dormitorio —susurró Tommy.

—O lo haría aquí mismo. Total, ya tiene experiencia —replicó Sasha con segundas intenciones al recordarle la orgía que Richie y Tommy habían protagonizado hacía poco más de un año antes. «Y quizá luego se casara con ella», dijo para sí mientras rumiaba su antipatía hacia la novia.

Other books

No One Needs to Know by Amanda Grace
Eolyn by Karin Rita Gastreich
Eyeshot by Lynn Hightower
East of the City by Grant Sutherland
Devotion by Marianne Evans