Tommy se arregló un poco y salió detrás de Sasha. Era increíble cómo tomaba el control y asumía un liderazgo natural cuando él no sabía qué hacer. Se alegró de que estuviera a su lado.
Se hicieron el examen y comieron en un pequeño restaurante cerca del campus. Durante todo el trayecto, Tommy había estado elucubrando teorías y hablando incluso de un complot homofóbico contra Freddie. Sasha lo escuchaba en silencio. Sabía que era su manera de afrontar la situación y que lo difícil vendría más tarde, cuando Tommy agotara sus ideas y se pusiera a pensar en serio en el rumor.
Y Sasha, a pesar suyo, creía que algo cierto podría haber, y odiaba a
The Sun
por ello. Cualquiera que fuese el problema de Freddie, nadie tenía derecho a ventilarlo de esa manera despiadada.
Tommy asistió a sus clases de la tarde mientras Sasha paseaba por el campus. Se encontraron para la cena en el comedor universitario y por su semblante abatido, supo que había seguido dándole vueltas a la supuesta enfermedad de Freddie.
—Ahora vamos a estudiar —declaró Sasha y se dirigieron al dormitorio.
Tommy se desnudó y se puso el pijama. Sasha hizo lo propio y comenzó un recitar una lista interminable de fechas, autores y fragmentos de poemas de Byron que Tommy analizaba rápidamente, caminando a largas zancadas por toda la habitación. A Sasha le sorprendió que pudiera haber tanto trasfondo acumulado en unas pocas frases, que su amigo relacionaba con la vida del poeta y su contexto histórico, ayudándose con eso para interpretarlas.
—¿Es cierto que Byron tuvo un romance con ese Shelley? —preguntó Sasha—. ¿O sólo son ideas tuyas?
—Lo tuvo. —Tommy se arrodilló frente a él—. Estaban demasiado unidos, eran demasiado amigos… Escribieron juntos, soñaron juntos… Yo creo que fueron amantes probablemente al inicio. Byron no era hombre que se privara del placer. Luego Shelley se enamoró de Mary y su vida cambió, aunque se dice que la compartieron alguna vez. Nuestros poetas no se andaban con remilgos y... —Suspiró—. Murieron jóvenes…
—Ya veo. —Sasha cambió de tema rápidamente y pasó a la poesía de Keats, mucho menos trágica.
Distraídos con el estudio, olvidaron el asunto de Freddie hasta que Tommy dio muestras de cansancio y Sasha cerró el libro.
—Ven a acostarte —llamó con suavidad, haciéndole un lado en la cama.
Pero los ojos de Tommy se habían posado en el póster de Freddie y no se apartaban de allí.
—No puede estar enfermo, ¿verdad? No él…
—No lo sé. —Sasha se levantó y lo rodeó con sus brazos—. Espero que no, de verdad. Ven a la cama.
Tommy se dejó conducir, demasiado abrumado como para hablar. Toda esa poesía trágica de Byron estaba haciéndole efecto. Se acurrucó entre los brazos de Sasha y murmuró:
—Freddie siempre ha estado vinculado a nosotros. Gracias a él nos hicimos amigos, ¿recuerdas? Oímos
Under pressure
juntos el día en que nos conocimos. Tú me mirabas el trasero.
—No es… ¿te habías dado cuenta?
—Claro. No dejabas de mirarme y me puse muy nervioso. Nunca había conocido a alguien como tú, tan guapo, tan diferente a mí…
—Calla… tú también me pareciste increíble, tan osado, y con ese traserito tan tentador. —Sasha le dio un pellizco ligero precisamente allí.
—¡Auch!
—Luego vinieron nuestras veladas musicales —dijo Sasha sonriendo—. Cuando tratabas de besarme y yo te evitaba.
—Oh, calla. Recuerdo que oíamos
Love of my life
y me miraste de un modo que pensé que me derretiría. Luego dijiste que tenías que estudiar y huiste.
Rieron ante el recuerdo y Sasha lo abrazó más estrechamente.
—Eras muy joven…
—Y tú también. ¿Te acuerdas de
Highlander
?
Sasha recordó su sueño de tener una cabaña en Escocia para él y Tommy y sonrió con nostalgia. Era un sueño tan cursi que no se atrevía a decirlo en voz alta pero sabía que si algún día tuviera la oportunidad, lo cumpliría.
—¿… y cuando oímos
Who wants to live forever?
y ese tipo se quejó de nosotros… Fue tan emocionante…
—Tan emocionante que arruinaste mi traje.
—Oh, vamos. Pagué la tintorería y quedó como nuevo. —Tommy buscó sus ojos y lo miró con intensidad—. ¿Te acuerdas de nuestro concierto?
—Cómo olvidarlo… fue una de las mejores cosas que me han pasado.
—¿Lo ves? Freddie siempre ha estado ligado a nuestras vidas, aunque él jamás lo sepa. Para nosotros siempre será más especial de lo que es en sí mismo, de lo que él pueda imaginar. No puede estar enfermo…
Sasha le acarició el rostro y lo tomó con ambas manos. Se miraron con esa mirada que se ofrece y se entrega y que es más profunda que el más profundo de los besos.
Se amaron con lentitud, buscando consuelo uno en brazos del otro, con besos agridulces que sabían a recuerdos. Al penetrar a Tommy, Sasha sintió que no importaba si tenían sexo apasionado y duro, o si era lento y amoroso, como en esa ocasión. Sólo le importaba que lo hacía con Tommy.
Sasha despertó en brazos de Tommy y sonrió. Ese era el lugar correcto para despertar. Aunque tendría que dejarlo al mediodía.
Acariciándole el cabello, se recriminó una vez más su debilidad por Tommy. Cuando se trataba de él, toda su preciosa lógica se iba al carajo y se daba cuenta de ello. Lo que no había aprendido era a aceptarlo. Lo ponía de mal humor ser incapaz de interesarse del mismo modo en otra persona. Y «el mismo modo» no incluía su cariño por Richie, su amistad y respeto por los Andrew, la camaradería con Larry y la recientemente descubierta amistad con Derek.
Lo de Tommy era amor y no era capaz de sentirlo por nadie más.
Entonces, la idea que había empezado a tomar cuerpo en marzo se hizo más fuerte: cuando concluyera el postgrado podría vivir en Londres, junto a Tommy.
Las caricias que Sasha le hacía comenzaron a espabilar a Tommy que gimió y se apretó contra él. Sasha lo estrechó contra su cuerpo y lo besó en la frente. No quería despertarlo ni moverse jamás de allí.
—¿Que hora es? —masculló Tommy contorsionándose contra el cuerpo de Sasha, tratando de acomodarse
—Las siete —dijo Sasha con un susurro—. ¿Cómo te sientes?
—Bien —dijo sin pensar mucho: despertar en brazos de Sasha lo hacía sentir de maravilla. Pero recordó por qué estaba ahí—. No me lo termino de creer. Es una mierda —añadió más despierto—. ¿Por qué tienen que existir las enfermedades? Sobre todo ese tipo de enfermedades... ¡No es justo!
—Supongo que para recordarnos lo frágiles que somos. —No dijo más y se limitó a acariciarle la mejilla y mirarlo a los ojos. Había estado pensando demasiadas cosas mientras esperaba que despertara.
—¿Por qué me miras así?
—El tiempo pasa deprisa. Queda un mes para las vacaciones—dijo tentativamente.
—Y terminaré con buenas notas, ya verás.
—¿Qué harás este verano?
—Iré unos días a ver al tío Joseph y luego a Filadelfia, con Alex y Angel. Van por trabajo, pero quiero estar cerca de ellos y no conozco la ciudad...
Sasha frunció el ceño. Sabía los problemas por los que pasaba Alex y que ocasionaban el viaje, que también tenía por objetivo hacer una evaluación a los laboratorios y se alegraba de que por fin los Andrew hubieran hecho caso a su consejo. Lo que no acababa de entender era qué haría Tommy allí.
—¿No irás a Escocia con tus padres?
—Este verano no podré. Mi padre viaja a Turquía y a los Emiratos Árabes a cerrar algunos negocios y me ha pedido que me quede con Alex. De todos modos, ya sabes que yo estoy mucho mejor aquí.
—Lo suponía. —Sasha sonrió—. Yo me quedaré a trabajar, para variar un poco. Grant me pidió que lo reemplace mientras él inicia esa gran mentira que ha decidido vivir.
Tommy onduló en la cama, pegándose más a él. El tema de la boda de Grant había sido motivo de discusión cuando llegaron las invitaciones, semanas atrás. Para Sasha era hipócrita pero Tommy había sido más tolerante: habituado a vivir en un ambiente de apariencias, podía comprender mejor a Grant que Sasha.
—Oh, vamos. Él ha decidido cómo vivir su vida, equivocado o no.
—Ya. No sé por qué tenía la impresión de que en el último momento se arrepentiría, pero tienes razón. Es su vida, son sus errores… Por cierto, Derek tiene un novio.
—¡Oh! ¿En serio? —exclamó—. Vaya, me pareció que estaba coladísimo por ti. Lo siento.
—Lo estaba, supongo —dijo Sasha—. Pero bueno… todo pasa. El caso es que nos hemos hecho amigos. Amigos de verdad, como con Larry. No más sexo, somos sólo amigos.
—Me alegra que lo conserves. Creo que es un buen chico… no como Randy. —Hizo un mal gesto recordando al irlandés.
Sasha lo abrazó cortando el tema de Randy. Hacía tiempo que no tenía noticias de él y prefería olvidarlo.
—Ya. También he estado saliendo por allí, ya sabes. En el gimnasio se conoce mucha gente y una cosa lleva a la otra.
Sasha tenía una proposición en la punta de la lengua pero se contuvo con todas sus fuerzas. Habría sido genial que compartieran un piso en Londres una vez que terminara su postgrado, pero no le gustaba precipitarse y lo primero era hablar con Alex.
Comenzó a dar besos cortos en el cuello de Tommy y se estiró en la cama. Realmente no tenía ganas de ir a ninguna parte y pasaron la mañana así, besándose y amándose entre lecciones de poesía.
—Si estas son las ventajas de estudiar poesía inglesa, podría dedicarme a ello siempre —bromeó Sasha después de su tercer orgasmo de la mañana.
Tommy se acurrucó entre sus brazos olvidando los libros. Él también podría estudiar de ese modo siempre. De pronto miró el reloj.
—¿A qué hora sale tu tren?
—Demonios… a las doce y cuarenta —gruñó Sasha y apartó las cobijas.
Tommy gimió cuando sintió el fresco y con pesar se levantó y comenzó a vestirse.
—Vamos comer algo, te acompañaré a Paddington —dijo poniéndose las gafas.
Sasha se vistió en silencio y arregló su maletín. Una vez listos, salieron rumbo a la estación, pero el ruso se detuvo en un quiosco de periódicos.
—¡Mira! —dijo, señalando
The Daily Telegraph
que traía una fotografía de Freddie.
—Cóbreme uno, por favor —pidió Tommy al quiosquero dándole unas monedas a la vez que cogía uno de la pila de periódicos—. Lee tú, yo estoy demasiado nervioso. —Le pasó a Sasha el periódico en cuanto se apartaron un poco del quiosco.
Sasha pasó rápido las páginas hasta detenerse en el artículo que quería. Comenzó a leer rápidamente declaraciones de Freddie desmintiendo completamente a
The Sun
y se detuvo en una frase:
«No espero llegar a viejo. Realmente, no me importa. No tengo ninguna aspiración de vivir hasta los setenta, sería muy aburrido.»
—A mí no me importaría que llegara a los setenta o a los cien, estoy seguro que aun con esos años «aburrido» no sería algo aplicable a él —dijo Tommy con un suspiro—. Me alegra que lo haya desmentido, pero no sé… Dos de sus ex han muerto de SIDA, creo que voy a seguir preocupado por él.
Sasha le dio un beso y se encaminaron a la estación de Paddington. No estaba seguro si Tommy se quedaría tranquilo, pero le había dado gusto verlo.
—Vendré a fines de junio o quizá antes—prometió antes de subirse al tren—. Quiero dejar todo en orden para el siguiente curso.
—Intenta venir antes, te echo de menos. —Le robó un rápido beso.
—Lo intentaré.
Sasha subió al tren y se perdió de vista rápidamente. Tommy se quedó mirandolo hasta que desapareció.
«Inténtalo… no me abandones otra vez.»
—¿Pasa algo? —dijo Tommy con voz soñolienta, tendido en la cama de Alison. Ella se levantó y se puso una bata.
—No, no te preocupes —respondió mientras encendía un cigarrillo.
Tommy la observó unos momentos. Acababan de hacer el amor y la había notado un tanto distante, como si estuviera preocupada por algo que sus caricias no habían logrado hacerle olvidar. Las clases habían terminado y sólo les quedaba un examen para salir de vacaciones. Eso lo hizo recordar a Sasha sin poder evitar una punzada de culpabilidad: Sasha estaba lejos y era Alison quien parecía necesitarlo más en ese momento.
Se levantó y se acercó a la muchacha que miraba por la ventana los descoloridos techos de las casas vecinas. Un suspiro se le escapó a Alison cuando sintió los brazos que la rodeaban.
—¿Es algo que dije? ¿Algo que hice? —susurró Tommy muy bajo. Desde su discusión a causa de Sydney se había prometido no volver a hacer sentir mal a Alison.
—No. No tiene que ver contigo… Ha sido maravilloso, como siempre —dijo ella—. Soy yo. No me siento muy a gusto conmigo últimamente.
Tommy la abrazó más fuerte, dándole pequeños besos en la frente. La entendía perfectamente. Él sentía lo mismo cada vez con mayor frecuencia desde que estaba separado de Sasha. Se recriminó nuevamente: no debía pensar en Sasha en ese momento. Sasha no era de los que se sentían mal consigo mismos. No parecía necesitarlo como Alison. No lo necesitaba…
—¿Sabes? No eres la única. A veces uno querría cambiar el cómo es, para que los que te importan puedan quererte más. Pero no siempre se puede y hay que saber vivir con eso.
—¿Tú… tú has sentido eso alguna vez? —Alison se volvió a mirarlo. Tommy siempre estaba de broma, alegre y despreocupado, como si ningún problema del mundo pudiera afectarlo.
—Alguna vez, sí. —Tommy la condujo de nuevo a la cama y se sentó, tomándola en sus brazos—. Pero cuéntame, ¿qué es lo que te tiene así?
Alison se refugió en sus brazos y al cabo de un rato comenzó a hablar.
—Tú sabes que quiero independizarme apenas termine mis estudios. Quiero vivir mi vida sola… y no es que mis padres sean malos, sino todo lo contrario. Pero tanto interés por mí me hace sentir que me ahogo…
Tommy asintió. Había conocido a los padres de Alison y habían ido a tomar el té hacía unas semanas. Pudo notar allí lo mucho que se preocupaban por ella.
—El socio de mi padre es norteamericano. Uno de esos excéntricos que quiere vivir en la Madre Patria y copiar todo lo inglés. Ha comprado una enorme casa de campo en Gloucester y ha traído a toda su familia, incluso al gato.
—¿Y eso es malo? —dijo Tommy divertido, imaginando la escena.
—También ha traído a su hijo. Economista, egresado de Stanford con honores. Debe ser insufrible… un pedante…