Danza de espejos (11 page)

Read Danza de espejos Online

Authors: Lois McMaster Bujold

Tags: #Novela, Ciencia ficción

BOOK: Danza de espejos
6.03Mb size Format: txt, pdf, ePub

—Con razón odiaba a Galen —dijo Quinn con suavidad.

La mirada de Elena se agudizó.

—No podías hacer nada. Ni siquiera sabías que Mark existía…

—Deberíamos haberlo sabido.

—Correcto. Y esta culpa retroactiva, ¿en qué medida está distorsionando tu pensamiento, almirante?

—En alguna medida, creo que sí —admitió él—. Por eso os he llamado. Siento que necesito control en esto. —Se detuvo y se obligó a sentarse—. Pero ésa no es la única razón. Antes de que saltara por el nexo este lío con el
Ariel
, había empezado a proporcionaros una misión real.

—Ajá —dijo Baz con satisfacción—. Por fin.

—El nuevo contrato. —A pesar de que estaba distraído, Miles sonrió—. Antes de que apareciera Mark, había pensado en una misión en la que nada saliera mal. Vacaciones con todos los gastos pagados.

—¿Qué? ¿Un especial sin combates? —interrumpió Elena—. Pensé que despreciabas al viejo almirante Oser para eso.

—Tal vez, pero estoy cambiando —Sintió, como siempre, una breve punzada de pena por el fallecido almirante Oser—. Su filosofía de comando me parece cada vez mejor a medida que pasa el tiempo. Supongo que estoy haciéndome viejo.

—O creciendo, simplemente —sugirió Elena. Intercambiaron una breve mirada.

—En cualquier caso —continuó Miles—, el alto comando de Barrayar desea suministrar mejor grado de armamento a cierta estación de transferencia independiente en el espacio profundo. La Estación Vega, no por casualidad, se encuentra cerca de una de las puertas traseras del Imperio Cetagandano. Sin embargo, la república vacío, para darle un nombre, está en un lugar incómodo del nexo. Quinn, el mapa, por favor.

Quinn activó un esquema de tres dimensiones en holovídeo que mostraba a la Estación Vega y a sus vecinos. Las rutas de salto estaban representadas por líneas discontinuas entre esferas de niebla brillante de los sistemas espaciales locales.

—De los tres puntos de salto que comanda la Estación Vega, uno lleva a la esfera de influencia cetagandana vía la satrapía Ola Tres, otro está bloqueado por Toranira, una veces aliado de lo cetagandanos, y otras de su enemigo, y el otro lo tiene Amanecer Zoave, políticamente neutral con respecto a Cetaganda pero bastante temeroso de su gran vecino. —A medida que él hablaba de ellos, Quinn iluminaba los sistemas—. La Estación Vega está bloqueada a través de Ola Tres y Toranira. Por ahí no puede importar ningún tipo de sistema de armamento defensivo ni ofensivo. Bajo presión de Cetaganda, Amanecer Zoave está cooperando, sin ganas, con el embargo de armas.

—¿Y por dónde entramos nosotros? —preguntó Baz.

—Literalmente, por Toranira. Estamos contrabandeando caballos de carga.

—¿Qué? —dijo Baz, aunque Elena comprendió la referencia y sonrió de pronto.

—¿Nunca te contaron esa historia de Barrayar? El conde Selig Vorkosigan estaba en guerra con lord Vorwyn de Nieblabrillante durante el Primer Siglo Sangriento. La ciudad de Vorkosigan Vashnoi estaba sitiada. Dos veces por semana las patrullas de lord Vorwyn detenían a un tipo loco, un mestizo con un grupo de caballos de carga, y lo registraban de arriba a abajo, bolsa por bolsa, buscando contrabando, comida o suministros. Pero las bolsas siempre estaban cargadas de basura. Las vaciaban, las hurgaban con palos en punta, las sacudían. Él siempre volvía a juntarlo todo cuidadosamente, entonces lo revisaban a él, y finalmente tenían que dejarlo pasar. Después de la guerra, uno de los guardias de Vorwyn se encontró con el hombre del conde Selig, que ya no parecía mestizo ni loco, en una taberna, y le preguntó, frustrado: «¿Qué estabas contrabandeando? Sabemos que contrabandeabas algo, ¿qué era?»

—Y el hombre del conde Selig dijo : «Caballos».

—Nosotros estamos contrabandeando naves espaciales. Es decir, el
Triumph
, el
D-16
y el
Ariel
, todos de la Flota. Entramos en el espacio local de la Estación Vega a través de Toranira, en un plan de vuelo que habla de seguir adelante, directo a Illyrica, y recibimos nuestras tres nuevas naves de guerra que están terminando en este mismo momento en que hablamos en los astilleros orbitales de Illyrica. Nuestro regalo de Feria de Invierno para el Emperador Gregor.

Baz parpadeó.

—¿Y va a funcionar?

—No veo por qué no. El papeleo, los permisos, los visados, los sobornos y demás, lo están haciendo los agentes de SegImp en el lugar. Lo único que tenemos que hacer es pasar sin alarmar a nadie. No hay guerras y no veo por qué deberíamos disparar un solo tiro. El único problema es que la mitad de mi inventario de intercambio está en viaje a Jackson's Whole —concluyó Miles con tono descendente.

—¿De cuánto tiempo disponemos para recuperarlo? —preguntó Elena.

—No tanto como necesitamos. La ventana de tiempo que nos dio SegImp para esto de contrabandear naves es flexible en términos de días pero no de semanas. La Flota debe salir de Escobar antes del fin de semana. Yo lo había fijado para mañana. Originariamente.

—¿Nos vamos sin el
Ariel
? —preguntó Baz.

—Vamos a tener que hacerlo. Pero no con las manos vacías. Tengo una idea para una sustitución. Quinn, pasa esas especificaciones de Illyrica a Baz.

Quinn inclinó la cabeza sobre el cubo de datos de alta seguridad en la interfase de su comuconsola y soltó un estallido de código en la estación de Baz. El ingeniero empezó a pasar descripciones, modelos de propaganda, y planos de los constructores de naves illyricos. La cara delgada se iluminó con una sonrisa extraña.

—El Padre Invierno —murmuró. Se le iluminó el rostro de alegría cuando aparecieron las especificaciones de la planta de energía de las naves. Tenía los ojos ávidos.

Miles le dejó deglutir todo eso unos minutos más.

—Ahora —dijo cuando la mente de Baz volvió a subir a la superficie a tomar aire—. La nave que sigue en la Flota después del
Ariel
en términos de funcionamiento y poder de fuego es el
Jayhawk
, la de Truzillo. —Desgraciadamente, Truzillo era un capitán dueño bajo contrato independiente con la corporación de la Flota, no un empleado—. ¿Crees que podamos persuadir a su capitán de que lo cambie? La nave de reemplazo sería más nueva, más rápida, pero aunque sin duda es mejor en poder de fuego que el
Ariel
, sólo sería un poco mejor que el
Jayhawk
. Yo quería que todos cambiáramos las naves cuando cocinamos este arreglo.

Elena levantó las cejas y sonrió.

—Ésta es una de tus tramoyas, ¿no?

Él se encogió de hombros.

—Illyan me pidió que resolviera el problema del embargo de armas, y aceptó mi solución.

—Ah —ronroneó Baz, todavía hundido en los datos—, espera a que Truzillo vea esto… y esto… y…

—¿Crees que vas a poder convencerlo? —preguntó Miles.

—Sí —dijo Baz, seguro. Alzó la mirada—. Tú también lo convencerías.

—Pero yo me voy para el otro lado. Aunque si las cosas salen bien, no es imposible que os alcance más tarde. Voy a ponerte a cargo de esta misión, Baz. Quinn te dará las órdenes completas, los códigos y los contactos… todo lo que me dio Illyan.

Baz asintió.

—Muy bien, señor.

—Me llevo al
Peregrine
. Voy tras el
Ariel
—agregó Miles.

Baz y Elena intercambiaron una mirada rápida, de costado.

—Muy bien, señor —un eco de Elena casi sin pausa—. Yo cambié el estado de alerta del
Peregrine
de veinticuatro horas a una hora. Ayer. ¿Para cuándo preparo la salida con el control de vuelos de Escobar?

—Para dentro de una hora. —Y como nadie pedía explicaciones, Miles agregó —: El
Peregrine
es lo más rápido que tenemos con poder de fuego importante, además del
Ariel
y el
Jayhawk
. Creo que la velocidad va a ser esencial aquí. Si podemos llegar antes que el
Ariel
… bueno, es mucho más fácil impedir un desastre que tratar de arreglarlo. Ahora lamento no haber salido ayer, pero tenía que dar a la situación la oportunidad de convertirse en algo simple. Me asigno a Quinn como personal flotante: ya tuvo experiencia anterior muy valiosa en la recogida de datos de inteligencia en Jackson's Whole.

Quinn se frotó el brazo.

—La Casa Bharaputra es muy peligrosa, si es que Mark va para allá. Tienen mucho dinero, mucha mierda y una gran memoria para la venganza.

—¿Y por qué crees que evito tanto ese lugar? Ése es otro peligro, que algunos jacksonianos confundan a Mark con el almirante Naismith. El barón Ryoval, por ejemplo.

El barón Ryoval era un peligro persistente. Los Dendarii habían acabado con el último cazador de recompensas enviado por el barón contra el almirante Naismith hacía apenas tres meses, y ése era el cuarto. Lo del cazador se estaba transformando en algo anual. Tal vez Ryoval despachaba un agente en cada aniversario del primer encuentro, como tributo a la memoria. No era un hombre de grandes poderes ni de largo alcance, pero había pasado por tratamientos de extensión de vida; era paciente y podía seguir con la caza durante muchísimo tiempo.

—¿Has pensado en otra posible solución? —dijo Quinn con lentitud—. Manda un mensaje a Jackson's Whole, avísales. Digamos, a la Casa Fell: haz que él arreste a Mark y retenga el
Ariel
hasta que lleguemos. Fell odia lo bastante a Ryoval como para proteger a Mark sólo para molestarlo.

Miles suspiró.

—Ya lo ha pensado. —Hizo un dibujo amorfo sobre la mesa pulida y brillante, con la punta del dedo.

—Pediste que te controláramos, Miles —señaló Elena—. ¿Qué tiene de malo esa idea?

—Tal vez funcionara, desde luego, pero si Mark ha convencido a Bel de que él es el almirante, quizá todos se resistan al arresto. Y eso puede ser fatal. Mark es paranoico en todo lo que se refiere a Jackson's Whole. Mark es paranoico. Punto. No sé lo que puede llegar a hacer en una situación de pánico.

—Pareces muy sensible a todos los sentimientos de Mark —dijo Elena.

—Estoy tratando de que confíe en mí. No creo que sea bueno empezar con una traición.

—¿Ya has pensado en lo que va a costar este pequeño desvío cuando la cuenta llegue a la mesa de Simon Illyan? —preguntó Quinn.

—SegImp va a pagar. Sin preguntas.

—¿Estás seguro? —preguntó Quinn—. ¿Qué significa Mark para SegImp, ahora que es solamente el resto del complot fallido? No hay peligro de que se lo sustituya por ti en Barrayar. Pensé que sólo lo vigilaban como cortesía para con nosotros. Una cortesía bastante cara, por cierto.

Miles contestó con cuidado.

—Es tarea explícita de SegImp cuidar al Imperio de Barrayar. Eso incluye no sólo a la persona de Gregor y cierta cantidad de espionaje galáctico… —Un gesto de la mano incluyó a la Flota Dendarii, y la extensa, aunque muy leve, red de agentes, asesores militares e informantes de Illyan—. También tienen que vigilar a los herederos inmediatos de Gregor. No sólo para protegerlos sino para proteger al Imperio de cualquier complot que pudieran efectuar ellos mismos u otros que quieran utilizarlos. Soy muy consciente de que la cuestión de quién es el heredero de Gregor está bastante enredada en este momento. Ojalá se casara y nos sacara pronto de esa trampa. —Miles dudó un buen rato—. Según una interpretación, lord Mark Pierre Vorkosigan tiene un lugar en la lista de herederos del Imperio de Barrayar, y el único que está antes soy yo. Eso lo convierte en asunto de SegImp y también en nuestro asunto, un asunto
primordial
. Mi persecución del
Ariel
está totalmente justificada.

—Es totalmente justificable, querrás decir —corrigió Quinn.

—Como sea.

—Si, como siempre dices, Barrayar no te aceptaría a ti como Emperador porque podrías ser un mutante, me parece que el Imperio sufriría un ataque de apoplejía con la idea de tu clon instalado en la Residencia Imperial —dijo Baz—. Hermano gemelo, quiero decir —corrigió con rapidez cuando vio que Miles abría la boca.

—No hace falta que haya una probabilidad de éxito en la idea de llegar al Imperio para que la posibilidad de un intento se convierta en problema de Seguridad Imperial —se burló Miles—. Es extraño. Los komarreses pensaron en su falso Miles como un impostor que reclamaría el trono. No creo que se hayan dado cuenta de que habían fabricado un verdadero pretendiente, ni ellos ni Mark. Bueno, yo tendría que morir primero así que desde mi punto de vista el asunto es opinable. —Golpeó con los dedos sobre la mesa y se levantó—. A moverse todo el mundo.

En el camino hacia la puerta, Elena le preguntó en voz baja:

—Miles, ¿tu madre vio esos horrendos informes de Illyan sobre Mark?

Él sonrió tristemente.

—¿Y quién crees que ordenó la investigación?

5

Empezó a ponerse la media-armadura. Primero, contra la piel, una pieza de la última tecnología del mercado: una red escudo para los destructores nerviosos. La red generadora de campo estaba entretejida en la tela de un traje muy apretado, gris, y una capucha que cubría el cráneo, el cuello, la nuca y la frente, dejando sólo libres los ojos, la nariz y la boca. De este modo desaparecía casi por completo la amenaza de una de las armas personales más temidas, el destructor nervioso, que mataba el cerebro. De paso, el traje también detenía el fuego de los bloqueadores. Naturalmente, Naismith siempre tenía lo más nuevo, lo mejor, y además hecho a medida… mierda, ¿le tendría que quedar tan apretado?

Por encima de la red iba una armadura de torso flexible que podía detener cualquier proyectil, desde los pequeños misiles de mano hasta los agujalanzadores de espina dorsal. Por suerte para su habilidad para respirar, esa parte del traje era ajustable. Soltó los ganchos hasta su máxima extensión para que la valiosa protección le quedara cómoda y bien colocada. Afortunadamente, por encima venían prendas de camuflaje, en gris, sueltas, fabricadas con una tela para combate que no se fundía ni quemaba. Luego bandoleras y cinturones con bloqueadores, destructores nerviosos, arcos de plasma, granadas, células de energía, oxígeno de emergencia, un arnés de descenso a soga doble. En la espalda, un arnés con un magnífico equipo de energía que generaba, al primer toque de fuego enemigo, un campo espejo de arco de plasma del tamaño de un hombre con un retraso temporal tan minúsculo que uno apenas tenía tiempo de pensarlo. Era capaz de recibir treinta o cuarenta golpes directos antes de que muriera la célula de energía. En lugar de media-armadura hubiera debido llamarse triple-armadura.

Other books

Tragic Love by M. S. Brannon
Soul Mates by Watier, Jeane
Thraxas and the Oracle by Martin Scott
The Turning by Francine Prose
Gimme Something Better by Jack Boulware
The Cabin by Carla Neggers
The Last Crossing by Guy Vanderhaeghe
The Good Husband of Zebra Drive by Alexander McCall Smith
Naughty Thoughts by Portia Da Costa
The Boyfriend List by Novelle, R.S., Novelle, Renee