Cuentos completos (117 page)

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Authors: Edgar Allan Poe

Tags: #Relato

BOOK: Cuentos completos
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Habiendo hecho Mr. Crab una pausa en su discurso (cuya última parte me resultó imposible de comprender), me atreví a insinuar algo sobre la remuneración que creía merecer por mi poema, puesto que en la cubierta del
Lollipop
figuraba habitualmente una noticia según la cual la revista «insistía en que se le permitiera pagar precios exorbitantes por todas las colaboraciones aceptadas, gastando con frecuencia más dinero en un solo y breve poema que el costo anual combinado del
Hum-Drum
, el
Rowdy-Dow
y el
Goosetherumfoodle»
.

Apenas hube mencionado la palabra «remuneración», Mr. Crab abrió mucho los ojos, todavía más la boca, llegando a adquirir la apariencia de un pato viejo extremadamente agitado en el momento de graznar. Quedose así, llevándose una que otra vez las manos a la frente, como si pasara por una crisis de terrible desconcierto y no cambió de actitud hasta que hube terminado lo que tenía que decir.

Instantáneamente se hundió hasta lo más hondo de su asiento, como si le faltaran las fuerzas, mientras los brazos le colgaban inertes y su boca continuaba invariablemente abierta a la manera del pato. Mientras lo contemplaba mudo de estupefacción por una conducta tan alarmante, Mr. Crab saltó de pronto del asiento y corrió hacia la campanilla, pero cuando aferraba el cordón pareció cambiar de idea, pues se sumergió debajo de la mesa y volvió a aparecer con un garrote. Levantábalo ya (con finalidades que no podría explicar), cuando repentinamente se difundió en su rostro una benigna sonrisa, y volvió a sentarse plácidamente a mi lado.

—Señor Bob —dijo (pues yo había presentado mi tarjeta antes de aparecer en persona)—, supongo que es usted un hombre joven…
muy joven
.

Asentí, añadiendo que todavía no había completado mi tercer lustro.

—¡Ah, perfectamente! —exclamó—. Ya veo, ya veo… ¡no diga usted más! Con respecto a ese asunto de la remuneración, lo que ha dicho es muy justo… casi diría que demasiado. Pero… ejem… la
primera
colaboración… repito, la
primera
… ninguna revista tiene por costumbre pagarla, ¿comprende usted? Para decirle la verdad, en ese caso los
recipientes
somos nosotros. (Mr. Crab sonrió con blandura al enfatizar la palabra). En la mayoría de los casos
se nos paga
para que publiquemos una primera composición… sobre todo si es en verso. En segundo lugar, señor Bob, la revista tiene por norma no desembolsar jamás lo que en Francia se denomina
argent comptant
… Supongo que me entiende usted. Tres o seis meses después de la publicación del artículo… o un año o dos más tarde… no tenemos inconvenientes en librar un pagaré a nueve meses; siempre, claro está, que podamos disponer nuestros negocios de manera de estar seguros de liquidarlo en seis. Espero sinceramente, señor Bob, que considerará usted satisfactoria esta explicación.

Mr. Crab guardó silencio con lágrimas en los ojos.

Herido en lo más hondo del alma por haber sido, aunque inocentemente, causante de un dolor a una persona tan sensible, me apresuré a pedirle disculpas, asegurándole que coincidía en todo con su punto de vista y que apreciaba perfectamente lo delicado de su situación. Y luego de manifestar todo esto en un discurso claro y conciso, me despedí de Mr. Crab.

Poco tiempo más tarde, una hermosa mañana «me desperté y supe que era famoso»
[123]
. La extensión de mi renombre podrá apreciarse mejor a través de las opiniones de los editoriales del día. Como se verá, dichas opiniones hallábanse incluidas en las reseñas críticas del número de
Lollipop
, donde había aparecido mi poema, y eran tan satisfactorias y concluyentes como diáfanas, con la excepción quizá de las marcas jeroglíficas
Sep. 15-1 t
, agregadas a cada una de dichas reseñas.

El
Owl
, diario de profunda sagacidad, y bien conocido por lo grave y ponderado de sus decisiones literarias, hablaba como sigue:

«¡El
Lollipop
! El número de octubre de esta deliciosa revista supera a los anteriores, desafiando toda competencia. En la belleza de su tipografía y su papel, en el número y excelencia de sus grabados al acero, así como en el mérito literario de sus colaboraciones, el
Lollipop
está tan por encima de sus lerdos rivales como Hiperión de un sátiro. Cierto es que el
Hum-Drum
, el
Rowdy-Dow
y el
Goosetherumfoodle
descuellan en fanfarronería; pero, para todo el resto, ¡que nos den el
Lollipop
! No llegamos a comprender, en verdad, cómo esta revista consigue subvenir a sus enormes gastos. Sabemos, eso sí, que tiene una circulación de 100.000 ejemplares, y que su lista de suscriptores ha aumentado en un cuarto a lo largo del mes pasado; pero, por otra parte, las sumas que desembolsa continuamente en pago de colaboraciones son inconcebibles. Se afirma que Mr. Slyass ha recibido no menos de treinta y siete centavos y medio por su inimitable artículo sobre “Cerdos”. Con Mr. Crab en la dirección, y con colaboradores tales como Snob y Slyass, la palabra “fracaso” no existe para
Lollipop
. ¡Suscríbase usted!
Sep. 15-1 t
».

Debo confesar que me sentí muy contento con una reseña tan cordial proveniente de un periódico respetable como el
Owl
. Que mi nombre —es decir, mi
nom de guerre—
apareciera colocado antes que el del gran Slyass, me pareció un cumplido tan feliz como merecido.

De inmediato llamáronme la atención los siguientes párrafos del
Toad
, periódico altamente distinguido por su rectitud e independencia, y por prescindir de toda sicofancia y servilismo hacia los que ofrecen convites. Decía así:

«El
Lollipop
de octubre se pone a la cabeza de todos sus colegas, sobrepasándolos infinitamente por el esplendor de su presentación y la riqueza de su contenido. El
Hum-Drum
, el
Rowdy-Dow
y el
Goosetherumfoodle
se destacan, cabe reconocerlo, en la fanfarronería, pero en todo el resto que nos den el
Lollipop
. No llegamos a comprender, cómo esta revista consigue subvenir a sus enormes gastos. Es cierto que tiene una circulación de 200.000 ejemplares y que su lista de suscriptores ha aumentado en un tercio durante la última quincena; pero, por otra parte, las sumas que desembolsa mensualmente para el pago de colaboraciones son enormemente abultadas. Hemos oído decir que el señor Mumblethumb recibió no menos de cincuenta centavos por su reciente “Monodia en un charco de barro”.

»Entre los colaboradores del presente número advertimos (aparte del eminente director Mr. Crab) a escritores como Snob, Slyass y Mumblethumb. Luego del editorial, lo más valioso nos parece una gema poética de Snob sobre el “Aceite de Bob”; pero nuestros lectores no deben suponer por el título de este incomparable
bijou
que tiene la menor similitud con ciertos garrapateos sobre el mismo tema, de los cuales es autor cierto despreciable individuo cuyo nombre no puede mencionarse ante personas delicadas.
Este
poema sobre el “Aceite de Bob” ha provocado general curiosidad sobre el verdadero nombre de aquel que se oculta bajo el seudónimo de “Snob”. Afortunadamente, estamos en condiciones de satisfacer dicha ansiedad. “Snob” es el
nom de plume
del señor Thingum Bob, de esta ciudad, pariente del gran Mr. Thingum (de quien deriva su nombre), y vinculado con las más ilustres familias del Estado. Su padre, Thomas Bob, Esq., es un opulento comerciante de Smug.
Sep. 15-1 t».

Esta generosa aprobación me tocó en lo más hondo, especialmente por emanar de una fuente tan reconocida, tan proverbialmente pura como el
Toad
. Consideré que la palabra «garrapateo» aplicada al «Aceite de Bob» del
Gad-fly
, era notablemente apropiada y punzante. Sin embargo, las palabras «gema» y
bijou
referidas a mi composición me parecieron un tanto débiles. Me daban la impresión de carecer de la fuerza suficiente. No estaban lo bastante
prononcés
(como decimos en Francia).

Apenas había terminado de leer el
Toad
, cuando un amigo me puso en la mano un ejemplar del
Mole
, diario que gozaba de gran reputación por la agudeza de su percepción de las cosas en general y el estilo abierto, honesto y elevado de sus editoriales. El
Mole
hablaba del
Lollipop
como sigue:

«Acabamos de recibir el
Lollipop
de octubre y debemos decir que jamás la lectura de una revista nos proporcionó una felicidad tan suprema. Hablamos con conocimiento de causa. El
Hum-Drum
, el
Rowdy-Dow
y el
Goosetherumfoodle
deberían cuidar sus laureles. Estos periódicos, sin duda alguna, sobrepujan a cualquiera en la vocinglería de sus pretensiones, pero para todo el resto que nos den el
Lollipop
. No llegamos a comprender, en verdad, cómo esta revista consigue subvenir a sus enormes gastos. Es cierto que tiene una circulación de 300.000 ejemplares y que su lista de suscriptores ha aumentado al doble en la última semana; pero, por otra parte, las sumas que desembolsa mensualmente para el pago de colaboraciones son asombrosamente crecidas. De buena fuente sabemos que Mr. Fatquack recibió no menos de sesenta y dos centavos y medio por su última narración familiar “El paño de cocina”.

»Los colaboradores de este número son Mr. Crab (el eminente director), Snob, Mumblethumb, Fatquack y otros; pero, después de las inimitables composiciones del director, preferimos la efusión adamantina de la pluma de un poeta naciente que escribe con el seudónimo de “Snob”,
nom de guerre
que, lo profetizamos, extinguirá algún día la radiación del de “Boz”
[124]
. Según hemos oído, “Snob” es el señor Thingum Bob, Esq., único heredero de un acaudalado comerciante de esta ciudad, Thomas Bob, Esq., y pariente cercano del distinguido Mr. Thingum. El título del admirable poema de Mr. Bob alude al “Aceite de Bob”, y por cierto que se trata de un desdichado nombre, ya que un despreciable vagabundo relacionado con la prensa de un penique ha disgustado ya a la ciudad con sus garrapateos sobre el mismo tópico. No hay peligro, sin embargo, de que ambas composiciones puedan ser confundidas.
Sep. 15—1 t».

La generosa aprobación de un diario tan clarividente como el
Mole
colmó mi alma de satisfacción. Lo único que se me ocurrió objetar fue que los términos «despreciable vagabundo» podrían haber sido sustituidos ventajosamente por «odioso y despreciable villano, miserable y vagabundo». Pienso que esto hubiera sonado de manera más graciosa. «Adamantino»; además, expresaba insuficientemente lo que sin duda alguna pensaba el
Mole
de la brillantez del «Aceite de Bob».

Aquella misma tarde en que leí las reseñas llegó a mis manos un ejemplar del
Daddy-Long-Legs
, periódico proverbial por la amplísima latitud de sus apreciaciones. En él encontré lo siguiente:

«¡Lollipop
! Esta rutilante revista acaba de publicar su número de octubre. Toda cuestión de preeminencia queda definitivamente descartada, y de ahora en adelante sería completamente ridículo que el
Hum-Drum
, el
Rowdy-Dow
o el
Goosetherumfoodle
hicieran cualquier otro espasmódico esfuerzo por competir con ella. Dichas revistas podrán sobrepasar al
Lollipop
en vocinglería, pero en todo el resto que nos den el
Lollipop
. Cómo esta celebrada revista puede sostener sus gastos, evidentemente asombrosos, va más allá de nuestra comprensión. Es cierto que tiene una circulación de medio millón de ejemplares y que su lista de suscriptores ha aumentado en un setenta y cinco por ciento en los dos últimos días, pero las sumas que desembolsa mensualmente en concepto de pago a los colaboradores son de no creer; estamos enterados de que Mademoiselle Cribalittle recibió no menos de ochenta y siete centavos y medio por su último y valioso cuento revolucionario titulado “El saltamontes de la ciudad de York y el saltacolinas de Bunker Hill”.

»Las contribuciones más valiosas al presente número son, claro está, las procedentes del director (el eminente Mr. Crab), pero hay además magníficas colaboraciones, tales como las de “Snob”, Mademoiselle Cribalittle, Slyass, Mrs. Cribalittle, Mumblethumb, Mrs. Squibalittle y, finalmente, aunque no el último, Fatquack. Puede muy bien desafiarse al mundo entero a que produzca semejante galaxia de genios.

»El poema firmado por “Snob” está logrando elogios universales, pero es nuestro deber afirmar que merece todavía mayores aplausos de los que ha recibido. Esta obra maestra de elocuencia y de arte se titula “El Aceite de Bob”. Uno o dos de nuestros lectores recordarán quizá, aunque con profundo desagrado, un poema (?) de igual título, perpetrado por un miserable escritorzuelo matón y pordiosero a la vez, que, según tenemos entendido, trabaja como pinche en uno de los indecentes periodicuchos de los arrabales; a esos lectores les pedimos encarecidamente que no confundan ambas composiciones. El autor del “Aceite de Bob”, según tenemos entendido, es Mr. Thingum Bob, Esq., caballero de vastos talentos y profundos conocimientos. “Snob” es tan sólo un
nom de guerre. Sep. 15-1 t
».

Apenas si pude contener mi indignación cuando llegué a la parte final de esta diatriba. Era claro como la luz que la manera entre dulce y amarga (por decir la gentileza) con que el
Daddy-Long-Legs
aludía a ese cerdo, el director del
Gad-Fly
, sólo podía nacer de su parcialidad hacia el mismo y de la clara intención de exaltar su reputación a expensas de la mía. Cualquiera podía darse cuenta con los ojos entornados de que si la verdadera intención del
Daddy
hubiese sido la que pretendía, hubiese podido expresarla perfectamente en términos más directos, más punzantes y muchísimo más apropiados. Las palabras «escritorzuelo», «pordiosero», «pinche» y «matón» eran epítetos tan intencionalmente inexpresivos y equívocos que resultaban peores que nada aplicados al autor de las estrofas más innobles escritas por un miembro de la raza humana. Todos sabemos muy bien lo que quiere decir «condenar con fingidos elogios»; pues bien, ¿quién podía dejar de advertir aquí el encubierto propósito del
Daddy
… vale decir glorificar mediante débiles insultos?

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