Cuentos completos (526 page)

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Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia Ficción, Misterio, Fantástica, Cuentos

BOOK: Cuentos completos
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—Eso me temo —dijo Dandle—. No sabe qué pensar de mí. Quiere creerme, pero, como usted dice, tiene sospechas. Vacila en hablar de lo que ella estoy seguro cree que son, por así decir, los “misterios más altos”. Le he pedido detalles sobre la forma y atributos de esos seres misteriosos, por ejemplo, y no me ha dicho una palabra sobre eso…, como si no estuviera segura de que yo fuera digno de iniciación.

—Quizá ni ella misma lo sabe —dijo Trumbull.

—Puede fácilmente inventarse todo lo que quiera —dijo Rubin—, y luego llegar a creérselo. Tales cosas son muy corrientes.

—La pasada semana dijo algo en una especie de susurro musical, y pensé que estaba haciendo progresos, pero después no hubo nada más.

—¿Qué fue lo que dijo?

—Bien, eran hermafroditas y no son ni mujeres ni hombres. Y, naturalmente, no eran terrenales. No son seres humanos ni animales. Y que cuando nos invaden viven en nuestra naturaleza espiritual más que nuestros cuerpos físicos, deduzco, ya que me agarró del brazo, con fuerza sorprendente, y susurró en mi oído: «Son peores que caníbales, y eso no es sorprendente, considerando de dónde vienen.»

—¿De dónde vienen? —preguntó Gonzalo.

—Eso es lo que yo le pregunté —dijo Dandle—, pero ella no lo dijo. Sólo dijo que una vez que se alcanza una cierta iluminación, se sabe de dónde vienen; que ésa es la prueba de la iluminación. Llega como una ola de revelación y proporciona una cierta energía contra ellos. Ella lo sabe, y los teognósticos lo saben; pero no se lo dicen a nadie porque ésa es la prueba para saber qué personas son fuertes contra esos extraños. En realidad, no tiene sentido, pero si intentara decírselo a ella sería el final de mis posibilidades de salvar la casa. Por lo tanto sólo dije, seriamente, que meditaría y trataría de lograr el conocimiento —Miró a su alrededor en la mesa con el rostro sombrío—. Se supone que debo guardar ayuno… Ella me llamó esta mañana.

—¿Se ha llegado a una crisis? —preguntó Avalon.

—Sí. Es por eso que he estado preocupado esta noche y no hablé mucho. Dudaba si venir aquí o no, pero no he querido dejar plantado a Jim Drake.

—Pero, ¿qué fue lo que su hermana le dijo esta mañana?

—Dice que quiere tomar una decisión sobre el testamento. Nota que se está debilitando y sabe que pronto se reunirá con el Gran Divino —que es la palabra de los teognósticos para Dios, aparentemente— y quiere asegurarse de que ella continúa su lucha desde más allá de la tumba. No puede dejarme la casa a menos de que esté segura de que no excluiré a los teognósticos de ella. Y, naturalmente, excluirlos es exactamente lo que yo intento hacer; por lo que estoy tratando de engañarla… No es precisamente digno de elogio en mí.

—Estamos de su lado, señor Dandle —dijo Trumbull en voz alta—. Usted lucha contra un grupo de empresarios embaucadores malintencionados y perniciosos, y si se necesita otro embaucador en respuesta, pues séalo.

—Gracias —dijo Dandle—, pero no creo que tenga éxito. Quiere que vaya a verla mañana al mediodía y le diga de dónde vienen esos seres. Si no puedo, entonces ella no puede confiar en que yo tenga suficiente poder contra ellos y los teognósticos obtendrán la casa. Y, por supuesto, no puedo decirle de dónde vienen esos extraños seres. Estoy seguro de que son del espacio exterior. Ello encajaría con su locura OVNI, porque indudablemente llegan a la Tierra en OVNI. Pero, ¿desde qué lugar del espacio?

Hubo un corto silencio, y luego Gonzalo dijo:

—¿Nunca le ha dado alguna pista?

Dandle negó con la cabeza.

—Sólo el comentario de que eran peores que los caníbales y que de alguna manera era apropiado, considerando de dónde venían. Pero, ¿qué quiere decir eso?

—¿Nada más?

—Nada que yo pueda recordar. Y si lo dijo, se me pasó por alto… De modo que mañana pierdo la casa.

—Ya sabe, señor Dandle —dijo Avalon—, que puede impugnar el testamento.

—No, no en realidad —dijo Dandle—. Usted fue presentado a mí como abogado…

—Abogado en patentes —dijo Avalon—. No soy entendido en la complejidad de los litigios testamentarios.

—Bien, por una parte, existe una fuerte tendencia a permitir que el testador disponga lo que quiera sobre su propiedad. No es nada fácil rechazar a una organización religiosa en favor de un pariente que ya es suficientemente afortunado. Dudo que pueda probar que mi hermana ha sido influenciada indebidamente, ni tampoco quisiera hacer parecer a mi hermana incapacitada mentalmente, aunque sólo fuera por consideraciones familiares. Por tanto, incluso si pensara que podría ganar, sería un interminable proceso en el que las costas legales se volverían considerablemente mayores que lo que querría pagar… De modo voy a perder la casa.

—Podríamos todos pensar un poco acerca de esto —dijo Avalon.

Un rayo de esperanza pareció animar a Dandle.

—¿Es alguno de ustedes astrónomo?

—No de profesión —dijo Halsted—, pero tenemos el habitual conocimiento superficial en el campo que cualquier individuo inteligente y razonablemente instruido tendría.

—Exactamente —dijo Rubin—, y eso quiere decir que puedo hacer una sugerencia. Estamos buscando algo en el espacio exterior que tenga que ver con canibalismo. Recientemente he leído que en grupos de galaxias hay colisiones ocasionales y que, en tales colisiones, el miembro más grande gana estrellas a expensas del más pequeño. El resultado es que en algunos de estos grupos, existe una galaxia que es más grande que cualquiera de las otras, habiéndolas canibalizado.

Halsted asintió vigorosamente.

—Tienes razón, Manny. También yo lo he leído. Hay una galaxia enorme que tiene cinco pequeñas regiones luminosas dentro de ella que parecen centros galácticos. La creencia es que esa galaxia se tragó a cinco pequeñas galaxias enteras.

—Sólo para que quede claro, ¿qué son galaxias? —preguntó Gonzalo.

—Grandes conglomerados de estrellas, Mario —dijo Avalon—. Nuestra propia galaxia, la Vía Láctea, tiene un par de cientos de miles de millones de estrellas.

—Bien, entonces, esa galaxia caníbal… —dijo Gonzalo—, la que se tragó a sus cinco hermanas menores… ¿tiene nombre?

Los Viudos Negros se miraron unos a otros. Finalmente Halsted dijo:

—Puede ser, pero si lo tiene, probablemente no sea un nombre corriente. Sólo un número de un catálogo en particular como NGC-111, o algo así.

—No creo que la señorita Dandle se impresione con eso —dijo Gonzalo.

—Tampoco yo —dijo Dandle—. Les agradezco que intenten ayudarme, pero si la canibalización galáctica es un fenómeno corriente, ¿cuál de esas caníbales sería la correcta? De cualquier manera, estoy seguro de que mi hermana no sabe nada acerca de esas modernas sofisticaciones en astronomía. Y tampoco los teognósticos. ¿Dónde hubieran escuchado de este fenómeno?

—¿Lee su hermana algo en el campo de la astronomía, señor Dandle? —preguntó Avalon.

—Desde luego, lee todo lo que sale sobre los OVNIS y algo de astronomía —no necesariamente correcto— seguramente se desliza allí —dijo Dandle pensativo—. Investiga en astrología, por supuesto, lo que implica, adicionalmente, una astronomía posiblemente distorsionada. Y he visto en su casa escritos de divulgación popular sobre astronomía. En realidad, no he visto que los leyera, pero no me sorprendería que lo hiciera.

—¿Es su hermana una persona que lee mucho, señor?

—Sí. Como he dicho, ha leído todo lo de Poe y Lovecraft, y algo de ciencia ficción. Diría que una gran cantidad de ficción del siglo XIX, en general, y, naturalmente, lee a fondo los periódicos y unas cuantas revistas, aunque sólo sea para hallar evidencia de hasta dónde han llegado los extraterrestres en la posesión del mundo. Tengo que explicarles que su cabeza funciona bien, aparte de su… chifladura.

—En ese caso —dijo Avalon con una especie de sombría satisfacción—, estoy bastante seguro de tener la respuesta. —Hizo una pausa y lanzó una mirada en dirección al camarero, que permanecía de pie junto al aparador, escuchando con atención cortés y silenciosa—. Henry, creo que no necesitaremos de tu ayuda en esta ocasión.

—Sí, señor Avalon —dijo Henry tranquilo.

Avalon aclaró su garganta.

—Verán, por lejos la parte más conocida del Universo, incluso para los astrónomos, y desde luego para el público en general, son los planetas de nuestro propio sistema solar. Esto es especialmente cierto para personas como la señorita Dandle, que está interesada en astrología y aberraciones similares.

»Y entre los planetas, el que en los últimos años ha recibido la mayor parte de la atención y que es, en cualquier caso, el más espectacular, es el planeta Saturno, con sus anillos y sus satélites. Las sondas Voyager han tomado fotografías en primer plano del sistema de saturnino y éstas han aparecido en todos los periódicos y revistas. La señorita Dandle no puede habérselas perdido.

—Estoy seguro de que no —dijo Dandle—. ¿Pero qué, entonces?

—Saturno —dijo Avalon— es así llamado por un antiguo dios romano de la agricultura, al que los romanos, con escasa justicia, equipararon al dios griego Cronos. Cronos, con sus hermanos y hermanas, formó el grupo de dioses llamado los Titanes, y eran los hijos de Urano y Gea, el dios del Cielo y la diosa de la Tierra, respectivamente. En una serie de mitos mayormente desagradables, los griegos describen cómo Cronos castró a su padre, Urano, y se hizo con el dominio del Universo.

»Dado que las Parcas habían decretado que Cronos sería sustituido como gobernante, a su vez, por su propio hijo, el nuevo señor del Universo se dedicó a devorar a sus hijos a medida que nacían. Su esposa, Rea, se las arregló para salvar a un hijo, ofreciéndole a Cronos una roca envuelta en los pañales del niño. Cronos, bastante estúpido, lo tragó sin darse cuenta de la sustitución. El hijo no engullido fue escondido en Creta y llegó a la madurez en secreto. Eventualmente, ese hijo, que se llamaba Zeus (Júpiter para los romanos), guerreó contra los Titanes, los derrotó, liberó a sus hermanos, que todavía estaban vivos dentro de Cronos, y se apoderó del Universo. La señorita Dandle ha podido muy bien enterarse de todo esto, a través de sus lecturas.

»Luego, Saturno era sin duda un caníbal. Si en este tipo de cosas existen grados, el devorar a sus propios hijos es seguramente peor que comerse a desconocidos, de modo que bien puede ser considerado peor que un caníbal normal. La afirmación de la señorita Dandle de que los extraterrestres eran peores que los caníbales y que ello no era sorprendente a la vista de donde procedían, tendría sentido si procedieran de Saturno.

Avalon sonrió a Dandle con tímido triunfo.

Dandle dijo:

—Entonces, ¿usted cree que será mejor decir a mi hermana que esos seres extraños vienen de Saturno?

—No puedo decírselo con total seguridad —dijo Avalon—. Después de todo, ella puede suponer que proceden de algún planeta totalmente ficticio, tal como Zorkel, el quinto planeta de la estrella Xanadu, en la galaxia de Yaanek. Sin embargo, si ella tiene en mente un cuerpo astronómico real, entonces estoy prácticamente seguro de que es Saturno. Debe serlo.

—A mí me suena bien —dijo Gonzalo.

—Tiene sentido —admitió Rubin, con aspecto contrariado por tener que decirlo.

—Vale la pena intentarlo —dijo Halsted.

—No puedo pensar en nada mejor —intervino Trumbull.

—Parece unánime. Yo correría el riesgo, Jonathan —dijo Drake.

Dandle comenzó a hablar:

—Bueno, dado que a mí tampoco se me ocurre nada mejor…

—Espere —interrumpió Gonzalo—. Henry no ha dicho nada. ¿Qué opinas, Henry?

Dandle levantó la mirada con sorpresa al escuchar la referencia al camarero.

—¿Puedo preguntar al señor Dandle si compartía el entusiasmo de su hermana por Poe? —inquirió Henry. Dandle pareció más asombrado todavía.

—Responde, por favor, Jonathan —dijo Drake—. Henry es uno de nosotros.

—No, definitivamente no —dijo Jonathan—. Conozco
El cuervo;
nadie puede evitar conocerlo; pero no he leído nada más. No me interesa.

—En ese caso —dijo Henry—, me temo que la sugerencia del señor Avalon, aunque muy ingeniosa, no es la respuesta correcta.

Avalon pareció ofendido.

—¿De veras, Henry? ¿Tienes algo mejor que ofrecer?

—Piense, señor Avalon —dijo Henry—, que la señorita Dandle era una gran devota de Poe, y que al describir a los extraños dijo que no eran machos ni hembras, ni animales ni seres humanos.

—¿Y bien?

—Bien, señor Avalon, yo, al contrario que el señor Dandle pero al igual que su hermana, soy un admirador de Poe, aunque más de su poesía que de su prosa. Entre mis poemas favoritos de Poe, está
Las campanas,
en cuya parte cuarta describe el tañido de las campanas de duelo. Allí usted tiene su morbosa preocupación por la muerte, ya sabe, algo que seguramente seguirá a sus primeras descripciones de las campanas de los trineos, las campanas de bodas y las campanas de alarma de incendios.

—¡Aja! —dijo Rubin.

—Sí, señor Rubin —dijo Henry—. Sospecho que ya ve lo que quiero decir. Parte de la descripción de las campanas de duelo es…, si puedo citar:

»Y la gente…, ah, la gente…, Que mora en el campanario, Completamente sola…, La que, tañendo, tañendo, tañendo, Con sorda monotonía, Se siente gloriosa alzando, La piedra del cuerpo humano, No es ni hombre ni mujer, Ni bestia ni ser humano.

Henry hizo una pausa, luego dijo:

—La señorita Dandle estaba indudablemente citando esa dos últimas líneas, creo. Usted declaró, señor Dandle, que las dijo de manera musical, pero al no ser usted un entusiasta de Poe, no las reconoció.

—Pero, aun así… ¿De qué sirve eso? —dijo Avalon.

—Es la línea siguiente la que cuenta, en la que Poe identifica a las personas que tañen las campanas de duelo —dijo Henry.

Y tanto Rubin como él dijeron simultáneamente:

—Son ghouls
[52]
.

—Los ghouls son criaturas de leyendas de Medio Oriente que infestan los cementerios y se alimentan de cadáveres. Esto podía sonar a la señorita Dandle, o a cualquiera, como peor que el canibalismo ordinario, como los buitres son peores que los halcones en la opinión general.

—Estoy de acuerdo con ello, pero todavía no veo el punto —dijo Avalon.

—Ni yo tampoco —dijo Trumbull.

—Hay una constelación en el cielo llamada Perseo, llamada así por el héroe griego que le cortó la cabeza a Medusa, una criatura de apariencia tan horrible que cualquiera que la miraba se convertía en piedra. La constelación está representada por el héroe sosteniendo la cabeza de Medusa y esa cabeza está señalada por una estrella de segunda magnitud, la Beta Persei. Durante la discusión, fui a consultarlo en la Enciclopedia Columbia para estar seguro de este hecho.

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