Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II (38 page)

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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky Volumen II
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Recuerdo que una vez G. nos hizo gritar desaforadamente: "Yo puedo trabajar". Ahora bien, cuando se da demasiada importancia a una cosa, basta gritarse a si mismo: "Yo puedo trabajar", y examinar qué significa el Trabajo en tal momento. Esto es, convoque la mente de Trabajo. Todo ello significa que es preciso observar más profundamente cuáles son los prejuicios e ideas que nos enseñaron en el pasado que ahora nos hacen prestar importancia a las cosas tal como lo hacemos. En el supuesto caso que se contentó con decirse a si mismo:
"No es necesario que lo haga de este modo",
y lo repita, ¿se deberá ello al Trabajo? ¿Se deberá a la observación de sí? ¿Será un intento de profundizar nuestra mente y ver a qué se asemeja? ¿Será esto examinar la mecanicidad mental? Desde luego no. Es menester luchar consigo mismo mucho más y ser capaz de ver a qué se parece nuestro montoncito de piedras, formado por todas las cosas adquiridas, los topes, los prejuicios, por todas las cosas pertenecientes a nuestro contorno que han formado nuestro pequeño entendimiento. Basta decir: "No debe importarme", y andar con una horrorosa y sagrada expresión diciendo: "No debe importarme", una y otra vez porque no es el Trabajo y no tiene nada que ver con el Trabajo. Pero si Ahora dice:
"¿Por qué
me importa?, entonces quizá, mediante una sincera observación, advierta algo en sí mismo que ha reinado imperturbable, alguna idea de vida adquirida o de los otros o de sí mismo que es la causa que usted dé tanta importancia a las cosas. Es sabido con cuanta frecuencia una persona empieza a montar en cólera y dice claramente: "¿Quiere decir que no sé lo que es justo y lo que es injusto?", o alguna observación semejante. Todos ustedes habrán observado esta reacción en sí mismos y cuan rápidamente se tropieza con el nivel de ser. Este Trabajo se propone enseñarles una nueva manera de considerar lo justo y lo injusto, porque el objeto de este Trabajo es elevarnos a un nivel de mayor conciencia en que la gente no monta en cólera de ese modo, ni
da
a las cosas el valor acostumbrado. El Trabajo se propone elevarnos a un nivel diferente, a un nivel en que se
da importancia
a las cosas diferentemente —en que a la gente le
importa
el ser negativa, a la luz de su nueva mente.

Recuerdo que en una oportunidad el Sr. O. estaba hablando sobre la actitud y decía que era maravilloso ser capaz de encontrar la justa actitud hacia las cosas. Poco después tuve que reemplazarlo para hacerme cargo de su grupo y cometí el error de permitir que la gente charlase sobre las actitudes y las cosas
emocionales
y recibí una buena reprimenda, bien merecida.
La actitud empieza como una cosa mental.
Me dijo, exactamente: "Es preciso que comprenda que la actitud tiene su punto de partida en el Centro Intelectual. Pertenece a la mente. Un cambio de actitud es
ante todo
un cambio en el Centro Intelectual. Nuestras actitudes mentales afectan nuestro Centro Emocional pero tienen su origen en el Centro Intelectual —en la mente—. La gente tiene toda clase de actitudes mentales sin saberlo. Las actitudes negativas son como lugares muertos en la mente. En ellos nada crece. En lugar de pensar, la gente tiene actitudes que han adquirido con la educación e imitado de sus padres. Tan sólo pensando de una manera enteramente nueva se puede cambiar esas actitudes inculcadas y dejar a la mente en libertad para que piense por si misma". Debería ser evidente para todos nosotros y el dar demasiada importancia a las cosas proviene de nuestras ideas y actitudes mentales a las que damos por supuestas, y por consiguiente ignoramos tenerlas. Las actitudes mentales negativas podrían llamarse prejuicios y si se acrecientan se convierten en topes. En otra ocasión el Sr. O. nos dijo: "Lo que la gente llama educación es por lo general, en cuanto a la mente, nada más que la adquisición de un sinnúmero de estereotipadas actitudes negativas. La mente entonces está casi muerta. Es preciso comprender", prosiguió que la última cosa que la gente hace es
pensar.
Nadie quiere pensar. Pensar es demasiado difícil para la mayoría de la gente. Prefieren andar por la vida con la mente que han adquirido y si una persona carece de Centro Magnético las perspectivas no son buenas.

NOTA

Supongo que nadie entiende de qué modo nos resistimos a pensar de una nueva manera. Recientemente leí la historia de las Universidades inglesas en la Edad Media y el Renacimiento. Gran número de jóvenes estudiantes se establecieron en Oxford a comienzos del siglo XIII, influidos vagamente por el nuevo movimiento llamado Renacimiento que se extendía por toda Europa. Los habitantes de Oxford resistieron la presencia de esos extraños escolares, como los llamaban. Los odiaban porque estudiaban algo nuevo. En aquellos días no había Universidad, tal como la entendemos hoy, ni tampoco colegios. Se produjo un tumulto debido a cierta mujer y todos aquellos estudiantes abandonaron Oxford y algunos fueron a Cambridge y otros a Northampton o a otros lugares. Allí también todos los habitantes resistieron su presencia porque estudiaban otra clase de conocimiento. Esas revueltas estudiantiles se produjeron durante mucho tiempo tanto en Oxford como en Cambridge antes que pudieran formar un cuerpo organizado y construir sus propios colegios. Vemos muchas veces reflejado en la historia lo que sucede en nuestra mente. Todos nos resistimos a las nuevas maneras de pensar, nos resistimos al cambio. Toda la historia desde un punto de vista mental nos muestra cómo todas las cosas nuevas fueron siempre combatidas. Si aplicamos la historia a nosotros mismos hallamos exactamente la misma cosa. Encontramos que es muy difícil cambiar la mente: advertimos una muy poderosa fuerza de resistencia. Y si consideramos nuestra mente ordinaria como la ciudad y nuestra nueva mente como los estudiantes, siempre se producirá una lucha entre la ciudad y los estudiantes.

¿Han pensado alguna vez bajo la influencia de qué fuerza estaban esos jóvenes estudiantes, esa fuerza que los impulsaba a reunirse para formar nuevos centros de enseñanza, no de guerra o de revolución, sino de enseñanza? Las influencias conscientes sólo pueden actuar sobre la humanidad aquí y allá, "cuando las cosas están en vías de desarrollo", como me enseñaron. ¿No es este un ejemplo? Sólo en ciertos momentos las influencias de la Octava Lateral del Sol —es decir, las Influencias Esotéricas— se insertan entre las aterradoras fuerzas provenientes del Rayo de Creación. Las cosas se abren un instante y luego se cierran por mucho tiempo.

II

Ahora quizá se den cuenta porque un cambio de actitud hace que todo se vuelva por completo diferente. ¿Qué significa un cambio de actitud? Significa
no dar importancia
de la misma manera —porque las actitudes son mentales— no tomar las cosas con nuestra mente en la forma en que estamos acostumbrados. Darse cuenta que es posible
dar importancia
diferentemente, entender diferentemente, que podemos trascender nuestro entendimiento actual, es una maravillosa toma de conciencia —de hecho, una experiencia corroboradora. Un cambio de actitud hace que una situación que parecía insuperable sea muy fácil. Pero no vemos nuestra mente con sus actitudes inculcadas y sus ideas de las cuales derivan nuestros modos de pensamiento. No vemos las raíces de gran parte de nuestras penas porque están en la clase de mente que hemos adquirido mecánicamente, aceptadas, dadas por supuestas. Se asemeja a tener un gramófono con escasos discos y a ignorar que hay otra clase de música. Ahora bien, para esa forma de mente existen tan sólo dos discos de gramófono que pueden ser tocados por ella. La mente es entonces un gramófono con escasos discos. Todo lo demás lo sufrimos pacientemente, como lo dije antes: "Pues bien, no ha de importarme", o "Debo tratar de que no me importe". Pero repetirlo no es trabajar sobre si. Esto es un atajo al martirologio con todo su desagradable olor. Todos conocemos a la gente que anda diciendo: "No debe importarme", o "¿Quién soy yo para qué me importe?", y todas esas piadosas imbecilidades, que son tan irritantes, y con justa razón. Me imagino que de todas las formas de manifestaciones desagradables de las otras personas que hemos de permitir y comprender y soportar, las patéticas manifestaciones de ese valiente sufrimiento herido se cuentan entre las peores. El Trabajo es una cosa muy fuerte, muy limpia, y por eso exige tanta limpieza ulterior y fuerza y sinceridad en si mismo. ¿Quiénes son los impuros en los Evangelios? Cada forma de hipocresía y fingimiento, cada forma de engreimiento, cada forma de suspirar levemente, cada forma de acudo paciencia —sí, todo ello es impureza y llegamos a conocerla—. Esto es alcanzar una muy buena etapa, cuando se sabe cómo hacerlo.

Por eso es preciso observarse desde el ángulo de "dar importancia" e intentar registrar los momentos en que damos importancia a algo y observar más profundamente nuestro Centro Intelectual, nuestros pensamientos, nuestras ideas, nuestras actitudes —si podemos hacerlo— para examinar a qué cosa le damos importancia. Intervienen aquí muchas formas de imaginación, muchas formas de expectativa, muchas ideas equivocadas sobre nosotros mismos —de hecho, toda la imaginación que proviene de la Falsa Personalidad—. Todo esto constituye una tarea muy larga. Es un camino muy largo, un viaje muy largo, en el cual cometemos error tras error, pero se tiene la certeza, si se posee una genuina valoración del Trabajo, que se hallarán las rutas apropiadas. Y asimismo se tiene la certeza que
si
se está en ese viaje que es tan extraño y no se
asemeja
a nada de lo que se pensó con la mente ordinaria, al cabo de un tiempo se podrá ver la cosa a la cual se daba tanta importancia y que ahora ya no se le da importancia de la misma manera, y esto significa que la mente
está cambiando,
que toda la manera de pensar está cambiando, y entonces se lo verá en muchos lugares de la propia vida a los que antes se daba importancia con tanta ligereza e insensatez. Esto se debe a un acrecentamiento de conciencia.

Ahora bien, esta luz de la conciencia se derrama también en el pasado, en el cuerpo-tiempo, y aquello de lo cual tenemos conciencia
ahora,
lo vemos como si nos hubiera hecho tomar un mal camino, simplemente porque nos aceptamos a nosotros y a nuestra mente tal como fuimos educados; sin ni siquiera detenernos a pensar quiénes éramos o a dónde íbamos. Recuerden que cada etapa de conciencia ligeramente acrecentada empieza a cambiarnos tanto a nosotros como el pasado. El pasado está
viviendo
en nosotros. Nos rodea por doquier, no lejos de nosotros. Todo lo que se hace cambia el pasado como también el futuro. Toda cosa a la que ya no se da más importancia cambiará en el pasado —todas las cosas similares a las que se daba importancia—. Todo discernimiento que se logra ahora hace que se discierna el pasado y lo cambia. La conciencia es la fuerza que nos cambia. Esta es una cosa sobre la cual conviene reflexionar porque significa que en la recurrencia volverá a encontrar a su yo más consciente, tal como es en la actualidad.

Birdlip, 25 de noviembre, 1944
Sobre ver la vida de una nueva manera - como un medio
y no como un fin

La observación de sí no puede acrecentarse sin la ayuda de las ideas del Trabajo. Afortunadamente, la enseñanza del Trabajo nos procura muchos ángulos desde los cuales
es
posible observarse a sí mismo. No es posible observarse a sí mismo si se carece de un punto de vista desde el cual observarse. Es preciso, por así decirlo, salir fuera de sí para observarse a sí mismo —de otro modo se es uno mismo tal como se es—. ¿Es claro? El aumento de conciencia de
uno mismo,
que es el primer propósito del Trabajo, significa adentrarse más en sí mismo, para ver así lo que está enfrente de sí mismo —esto es, lo que se tomó como a sí mismo—. Seguir este rumbo, como es sabido, es adentrarse hacia los Centros Superiores, a través de las partes superiores de los centros ordinarios. Esta dirección, que se logra por medio de una creciente observación de sí, lleva lentamente a un acrecentamiento de conciencia tanto de lo que se es ahora como de lo que se ha sido. Todo ello conduce a la única posibilidad de cambio. Ahora bien, este proceso, este hacerse más profundamente consciente de sí mismo y verse incesantemente a sí mismo a una luz enteramente nueva, a la luz del Trabajo, es llamado
despertar
. Se asemeja a avanzar en el interior de un territorio contra un enemigo donde aquí y allá hay puntos tenazmente defendidos a los que hay que rodear y que sólo pueden ser reducidos lentamente. Este adentrarse en si mismo es llamado en el Trabajo
despertar.
Lo que el Trabajo enseña aquí es muy claro y es preciso aprehenderlo. Está expresado también en los Evangelios, pero oscuramente.

El Trabajo dice que ante todo el hombre ha de
despertar.
Esto exige largo tiempo. Una vez que ha despertado debe
morir.
Cuando muere entonces puede
renacer.
Hay tres etapas en el renacer —esto es, en la transformación—. No hay otro camino. Intentar morir para sí antes de haber despertado para sí es hacerlo de una manera por completo equivocada e insensata y de este modo no da resultado ninguno. Intentar morir para algo antes de haber despertado para ello y haberlo visto, es equivocarse. Aun no se está pronto. Aun no se conoce lo que se ha de hacer, para qué se ha de morir. Si se intenta morir antes de haber despertado se carece de la fuerza consciente para morir para la cosa de que se trata. Se puede intentarlo y fracasar. Entonces surge el peligro de llegar a ser negativo, de sentir desesperación o impotencia. Cuando sucede esto todo el sentido y sentimiento del Trabajo suelen deformarse debido a la sensación de fracaso. Es exponerse a una tentación muy seria. Podemos tomarla por otra cosa, por ser pasivo. Podemos tomarlo por muchas otras cosas, pero es un estado muy peligroso porque damos entrada a los 'Yoes' negativos que aborrecen el Trabajo, por la puerta del fondo, y muy pronto todo el sentimiento del Trabajo se vuelve opaco y hasta desaparece. Cuando esto sucede, comprendemos en seguida que estamos muy mal acompañados en nosotros mismos, esto es, que estamos con 'Yoes' equivocados. A veces no nos queda más remedio que estar mal acompañados y esto constituye una lucha, una lucha de la cual sólo se puede salir bien librado por medio de la no identificación —es decir, no identificándose— porque el razonamiento es inútil. Cuando se razona se puede arribar a la conclusión que se prefiere, pero en el caso de la percepción emocional es muy diferente. En nosotros el bien y el mal sólo pueden ser vistos por la percepción emocional a la luz del Trabajo. Apelamos al razonamiento sobre todo para justificarnos.

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