Read Cadáveres bien parecidos (Crónica negra del rock) Online
Authors: Jordi Sierra i Fabra
Tags: #Ensayo, Historia
Una gira impuesta, cuando lo único que quería era estar con su mujer y madurar, y el hecho de ser, todavía, carne de mercado, acabaron con un sueño y… lo que pudo ser y nunca fue.
Sería injusto citar únicamente a Buddy Holly al hablar de aquel 3 de febrero de 1959. Sin ser tan importante como él, Ritchie Valens y Big Bopper también eran dos sólidas estrellas de nuevo cuño.
Valens tenía ascendencia latina y su verdadero nombre era Richard Valenzuela. Nacido el 13 de mayo de 1941 había debutado discográficamente en 1958. En tan sólo unos meses consiguió dos hits:
Come on, let's go
y
La bamba
, y tomó parte en la película
Go Johnny go
. Murió con tan sólo diecisiete años y medio. Big Bopper tenía en cambio veintiocho, pero no por ello triunfó antes. Su nombre verdadero era J. P. Richardson y, como Holly, procedía de Texas, donde nació en 1930. Fue locutor de radio y sus innumerables dotes acabaron llevándole al campo de la animación, el
show-business
y la música. En 1958, un año después de su primer lanzamiento, consiguió situar en las listas de popularidad los temas
Chantilly tace
y
The Big Bopper's wedding
. En 1956 logró establecer un hito en la radiodifusión al permanecer ciento veintidós horas y ocho minutos delante de un micrófono, hablando sin parar a través del programa
Jape-a-thon
(
Jaypee & Marathon
).
Superó en ocho minutos el anterior récord mundial.
La figura de Buddy Holly, eternamente joven por la mitificación de su prematura muerte, ha superado todo tipo de distancia en el tiempo. Sus discos han sido reeditados constantemente y en los 70 Paul McCartney compró los derechos de todas sus canciones, siendo asimismo el inductor de innumerables homenajes y festivales destinados a recordarle periódicamente. En 1973
That'll be the day
inspiró una película que protagonizó Billy Fury (otra muerte joven aunque no prematura), y en 1986
Peggy Sue
fue la base de una historia de ciencia ficción diseñada por Francis Ford Coppola.
La vida del propio Buddy fue llevada a la pantalla al cerrarse la década de los 70. Título:
The Buddy Holly story
.
Y es que el rock, tanto da decirlo ahora como en otro capítulo porque es intemporal, es la máquina devoradora de procesos más feroz que existe. En unos pocos años se pasó de la guitarra eléctrica, el instrumento rock por antonomasia, a los sistemas de teclados y sintetizadores capaz de reproducir cualquier sonido existente… o crearlo si no lo está. Y se pasó de los llamados «discos de piedra», que giraban a setenta y ocho revoluciones por minuto, al LP y al…
compact disc
de los 80, pasando por el
single
, el EP (4 canciones) y los
maxi-singles
o mini-LP's. La primera rueda, o mejor decir, el primer giro de ella, lo impulsaron los pioneros de los años 50, que pagaron con accidentes, escándalos… o la muerte, caso de Holly, el desatino de ser los que rompieron con el sistema y se rebelaron para acercarnos… el futuro.
Es el momento de hablar de los cuatro jinetes del Apocalipsis.
Ninguno de los cuatro jinetes del Apocalipsis murió como Buddy Holly, pero los cuatro casi al mismo tiempo fueron «borrados del mapa» y sometidos al olvido… temporal. Su desafío consistió en darle a la juventud de la posguerra un estilo, un sonido, un lenguaje. La historia no sería lo que fue sin ellos… y sin sus «grandes escándalos» o «castigos divinos» por haberse atrevido a pactar con el diablo. Las cuatro piedras angulares que marcaron el fin del
rock and roll
junto a la muerte de Holly y la deserción de Elvis fueron el encarcelamiento de Chuck Berry, la boda «infanticida» de Jerry Lee Lewis, el accidente de Carl Perkins y el retiro religioso del «arrepentido» Little Richard.
Chuck Berry está considerado como «el poeta negro del rock». Su poesía obviamente distaba mucho de ser la habitual. Más bien era un reflejo de lo que cada cual llevaba oculto muy dentro de su ser. Descarnado, abiertamente retador, con el desafío que le proporcionaba la dura raíz de su vida, Chuck sacó esas debilidades a la luz, les dio forma, puso música a los pensamientos de los jóvenes y empleó su mismo lenguaje. Luego lo arrojó todo al ruedo del
rock and roll
y a la cara de quienes vivían entre algodones. Los blancos se horrorizaron y las ligas de las buenas costumbres y la moral se desmelenaron, momentáneamente, de forma inútil.
Berry fue todo lo que los blancos y moralistas de entonces odiaban: un triunfador, orgulloso, agresivo, y que además gozaba del poder del éxito y el dinero que sus obscenidades le daban. Demasiado para soportarlo. Claro que para que esos blancos de pro se diesen cuenta de lo que hacía y decía, tuvieron que pasar algunos meses. En el intervalo, Chuck les habló a sus hijos de aquello que más familiar les era: los problemas de la escuela, las diferencias generacionales, esa ropa que podía hacerles diferentes, la forma de enrollarse a la chica o la forma de conseguir que el chico dejase de hablar y pasase a la acción… En
School days
(«Días de escuela») Chuck canta esta frase:
Drop the coin right into the slot
. La traducción literal era: «Mete una moneda en la ranura», y dentro de la letra esa misma frase tenía un sentido. Pero la traducción popular no tenía nada que ver con ello. Los jóvenes utilizaban comúnmente esta expresión para referirse a introducir una parte de su cuerpo en cierta parte del cuerpo femenino.
Antes de que el
rock and roll
se hiciese masivamente popular y llegase al público blanco, a nadie le importaba que los negros cantasen cosas de índole sexual, porque… para eso eran negros ¿no? Seguían siendo unos salvajes que mantenían sus ritos ancestrales procedentes de África: Es más: para que no hubiese confusión alguna, los negros tenían su lista de éxitos y los blancos la suya. Los primeros discos de Elvis Presley fueron a parar a las listas de
rhythm & blues
. En este caso no había diferencias: era un blanco que cantaba como un negro, aunque no dijese procacidades. Lo que aún no se sabía, porque los autores de las canciones nunca fueron importantes, es que la mayoría de blancos cogía las canciones de los negros, mucho más rítmicas, y con una letra menos agresiva y adulterada, conseguían sus éxitos. El mundo del «cover» en Estados Unidos ha sido el acto de piratería «legal» más sonado desde los tiempos del pirata Drake. A los negros se les daba una palmada en el hombro y algunos dólares como
royalties
. Y a callar. Por supuesto los negros no tenían otra solución que hacer eso mismo: callar. La desfachatez blanca llegó a extremos de que muchos cantantes, masculinos y femeninos, tenían ya a «su» artista negro. Al día siguiente de que el negro editase su disco… aparecía el del blanco. Nadie hablaba del negro aunque el blanco llegase al número 1.
Ése fue el monopolio que rompió Alan Freed, presentando a los auténticos creadores de las canciones. En paralelo, los jóvenes que oían la misma canción por la radio, en sus dos versiones, la blanda y la dura, la blanca y la negra, tuvieron opción de comparar. El blanco les decía que el amor-du-dua era bello-du-dua. El negro les recordaba que el amor era cosa de dos y que en la adolescencia estaba mal visto… pero que era de lo más saludable, especialmente porque el amor estaba coronado por el sexo.
Uno de los negros que Alan Freed presentó y con el que incluso llegó a firmar algún éxito, fue Chuck Berry. Él y Little Richard sí eran auténticamente salvajes. La mayoría de sus letras estaban repletas de imágenes y metáforas de matiz abiertamente sexual. Los Pensadores Morales imaginaron que su vida era el reflejo de sus canciones y viceversa.
Así que siendo un negro sucio, asqueroso y pornográfico, pésimo ejemplo para la juventud… y con el que debía darse precisamente ejemplo, no tuvo nada de extraño que le encarcelaran… por incitar a la prostitución a una chica de catorce años.
Nacido
como
Charles Edward Anderson Berry, no hay mucha afinidad de criterios en torno a la fecha ni el lugar de su nacimiento. Unos dicen que fue un 18 de octubre de 1931 en St. Louis, Missouri, y otros (los menos), que abrió los ojos el 15 de enero de 1926 en San José, California.
En realidad importa poco. Lo que sí es evidente es que creció en St. Louis, en el
ghetto
negro de Ellearsville, y que su padre era carpintero. Autodidacta de la guitarra, de la que arrancó sonidos propios, su vida tiene más puntos oscuros que luces radiantes hasta los años 50. Se sabe que fue internado en un reformatorio durante tres años por intento de robo y que en 1947 era uno de tantos obreros de la General Motors. Más tarde estudió cosmética y peluquería en la School of Beauty Culture de St. Louis y abrió su propio negocio. En el ínterin, seguía arrancando extraños sonidos de su guitarra.
Al comenzar los años 50 Chuck Berry es un hombre casado, con dos hijos, que se aburre soberanamente. Forma entonces un grupo y se lanza a tocar por los clubs de baja estofa de la ciudad. En menos de cinco años conseguirá ser la estrella del Cosmopolitan, el más elegante salón de St. Louis. Como los centros de la música son otros se traslada a Chicago en la primavera del 55 y contacta con Muddy Waters. Él es quien le introduce en el prestigioso sello Chess Records y en mayo de 1955 aparece
Maybellene
. La Era Berry ha comenzado.
Entre 1955 y 1959 Chuck Berry transformará el
rock and roll
. Sólo otro loco como él, Little Richard, es capaz de igualarle en ritmo, fuerza y desmadre. Desgraciadamente para él no es un adolescente como Presley o Holly, y por supuesto no tiene la piel blanca. Nadie pudo pensar entonces que sus canciones serían de las pocas que no han envejecido jamás, y constantemente son interpretadas por todos los grandes de todas las épocas, grupos y solistas. Son
Roll over Beethoven, School days, Sweet little sixteen, Carol, Johnny B. Goode, Sweet little rock and roller, Little Queenie
y una docena más. Intervino en películas, fue uno de los artistas clave de los
Moondog's rock and roll partys
de Alan Freed y figuró como cabeza del
rhythm & blues
y el
rock and roll
hasta que quienes esperaban un simple desliz… tuvieron la oportunidad.
En 1959 Chuck había montado un club propio llamado Bandstand en St. Louis. La «otra fama» de Berry ha sido siempre su tacañería y su amor por el dinero. Durante años ha sido capaz de interpretar el mismo
show
tan al milímetro que nunca se pasó un sólo segundo de tiempo. Si sus contratos estipulaban dos bises, jamás accedió a dar un tercero… a no ser que el empresario le firmase antes de salir un anexo o cualquier tipo de cláusula especial. En virtud a su tacañería, el personal del Bandstand Club no era precisamente selecto.
En un viaje a Juárez conoció a una muchacha muy agraciada. La entró en los Estados Unidos y la colocó en el Club. Si hizo algo más, que es lo posible, es otra historia. Cuando a las pocas semanas la chica acabó de patitas en la calle por causa aún hoy desconocida, se presentó en una comisaría, de policía esgrimiendo una acusación contra Chuck… por incitación a la prostitución. Mientras la policía, feliz por haber atrapado finalmente al maldito negro, le ponía las esposas, Chuck supo que la jovencita sólo tenía catorce años. Y poco importó que tuviese antecedentes por prostitución, que fuese india y nacida en Nuevo México o que el caso tuviese más aguas turbias que indicios claros. Ella era blanca y él era negro. Ella tenía catorce años y él había estado cantando obscenidades para que los adolescentes comprasen sus discos. Ella dijo que Chuck la «incitó» para que se prostituyera y aunque se trató de su palabra contra la de él… la ley se encargó de hacer justicia.
El juicio contra Chuck Berry duró dos años. Fue declarado culpable. Hubo apelaciones y un segundo juicio cuando se comprobó que en el primero tanto el juez como el tribunal habían actuado con premeditaba animadversión hacia el acusado y éste fue declarado no válido. A pesar de todo, el segundo juicio no fue mejor que el primero. En febrero de 1962, después de tres años vacíos, Chuck Berry fue condenado a una pena de cinco años en el penal de Terre Haute, Indiana.
Sólo cumpliría tres.
Cuando salió de la cárcel en 1964 nada era como antes. De no haber sido por la reivindicación que los Beatles hicieron de su figura, tal vez hubiesen pasado más años antes de que la ley de la propia naturaleza recordase que había sido un pionero, en lo bueno y en lo malo. Chuck comenzó entonces una segunda etapa profesional, basada en la nostalgia, y aún tuvo tiempo de conseguir un número 1 en los
rankings
en 1972 con una tontería divertida como
My ding-a-ling
. De todas formas su historia no acaba aquí. En agosto de 1979 y debido a su innata tacañería, prefirió ir a la cárcel antes de pagar una multa por evasión de impuestos. La sentencia fue de cuatro meses en la Lampoc Prison Farm de California, de los cuales cumplió dos tercios y salió el 19 de noviembre.
Jerry Lee Lewis estuvo a punto de ser el segundo Elvis Presley, no sólo por ser blanco como él sino porque salió del mismo lugar que el rey: los Sun Studios de Memphis, en Tennessee, y lo hizo a la carrera, tras los pasos de Elvis. La gran diferencia entre uno y otro la resume el apodo con el que se conoció a Jerry a lo largo de la historia:
the killer
(el asesino).
Nació el 29 de septiembre de 1963 en Ferriday, Lousiana, y su padre era al igual que el de Chuck Berry un humilde carpintero. La religiosidad familiar y comunal le llevaron a estudiar en la Bible Institute de Waxahatchie, en Texas, y cantando en la iglesia curtió la voz mientras aprendía a tocar el piano, la guitarra, el violín y el acordeón. Cuanto mejor era en la música peor iba en los estudios, y los responsables del Bible Institute acabaron echándole. Jerry ya no volvió a la escuela. Debutó semi-profesionalmente a los catorce años en Natchez y se dio a conocer en la radio y en un club llamado Blue Cat. En 1955 leyó un anuncio de una compañía de Memphis llamada Sun Records en el que pedían cantantes para pruebas discográficas.
Sun Records acababa de hacer «el negocio de su vida»: vender el contrato de Elvis Presley a la RCA por treinta y cinco mil dólares. Con semejante capital lo que pretendía Sam Phillips, el jefe de Sun, era buscar media docena más de Presleys. Obviamente no encontró ninguno, pero uno de los que apareció por allí dispuesto a probar su suerte fue Jerry. Cuando Sam le escuchó le dijo que el
country
que él hacía ya no interesaba a nadie: que ahora lo que privaba era el rock, bien fuese
rock and roll
o
rockabilly
. Jerry Lee Lewis regresó un par de días más tarde con la lección aprendida: se sentó al piano y consiguió hacer tambalear las paredes de los estudios con su furia. En 1956 apareció
Crazy arms
, su primer disco.