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Authors: Julia Hoban

Tags: #Romántico, #Juvenil

Willow (14 page)

BOOK: Willow
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Willow se queda parada por un momento. Entonces se mira el brazo. Intenta ver el vendaje de Guy tal como David debe estar viéndolo. Está sucio, por supuesto, pero no hay mucho más que eso. Un solo vendaje es algo bastante inocente.

—Sí, David —contesta, mirándole fijamente—. Me he cortado.

La ironía de todo esto es aplastante. Toda la experiencia de estar allí sentada con él lo es. No puede seguir allí, hablando sin decir nada. Tiene que irse, pero ¿cómo? De repente un grupo de gente que habla y ríe ruidosamente al otro lado de la calle le llama la atención.

Guy.

Laurie también está en el grupo, y Adrián, al menos Willow cree reconocer al chico que lleva a Laurie cogida de la cintura. Willow no conoce al resto de gente que está con ellos.

—Me tengo que ir. —Willow mira a su hermano—. He quedado con mis amigos. —Casi se le escapa una mueca de dolor al decir esta mentira. Evidentemente, ellos no la están esperando. Y, evidentemente, ellos no son sus amigos. Bueno, Guy es algo más que un amigo, aunque aún no tiene muy claro qué es. Sin embargo, son una excusa bastante verosímil y le ofrecen una escapatoria.

Willow cruza la calle a toda prisa. Está convencida de que su hermano la está mirando y espera que, si bien no la van a recibir con los brazos abiertos, al menos la dejen unirse al grupo.

Le preocupa que Guy no quiera verla. ¿Por qué habría de querer, al fin y al cabo? Ella no es nada más que un problema para él. Su pacto no va más allá de llamarle si se corta.

Willow está ahora unos pasos por detrás de ellos. No la han visto y, a pesar de que ella se siente sola, sabe que, si no fuera porque su hermano la está mirando se iría lo más rápido que pudiera en la otra dirección.

Willow toma aire.

Salir del fuego para…

—Hola —dice, tocándole el brazo a Guy.

Guy se gira, al igual que el resto del grupo. Hace acopio de valor para seguir allí y mantenerse firme, pero se ve recompensada, porque Guy le sonríe y Laurie actúa como si fuera la cosa más natural del mundo que se uniera al grupo.

—¡Eh, Willow! ¿Quieres venir al parque un rato con nosotros? Puedes ayudarme a convencer a Adrián de que me tengo que teñir el pelo.

A Willow no le importa que los intereses de Laurie sean bastante limitados, por no decir totalmente. Se siente tan aliviada por el modo despreocupado en que la acepta que no puede ser crítica.

—Hola. —Guy no se muestra tan abierto, y tarda un poco antes de presentarle a los demás—. ¿Te acuerdas de Adrián? Estos son Chloe y Andy. —Señala al resto del grupo—. ¿Conocías a Willow?

—Ah, sí. Te he visto por el instituto —afirma Andy.

Chipe no le presta demasiada atención. Está demasiado ocupada husmeando en el interior de su bolsa en busca de algo.

—¿Alguien me puede prestar dinero?

—¿Para qué? —Andy busca en el bolsillo.

—Para un helado. —Chloe señala con la barbilla el pequeño camión que hay parado frente a la entrada del parque.

—Cómprame uno a mí también.

Andy le da un puñado de monedas.

—¿Quieres uno? —le pregunta Guy a Willow.

—No… —Willow niega con la cabeza. Se pregunta si a Guy le ha extrañado que se les uniera. Le mira de reojo. Da la impresión de que su aparición no le ha alterado. —¿Hacia dónde? —pregunta Andy cuando Chloe regresa con el helado.

—Me parece increíble que te puedas comer eso —exclama Laurie con un gesto de desaprobación al ver a Chloe.

—¿Por qué? No tiene hidratos de carbono.

Chloe le muestra su polo fucsia a Laurie.

—Prueba a no comer grasa. Solo hidratos —dice Laurie, a lo que Chloe contesta encogiéndose de hombros.

—¿Qué os parece el río? —Andy mira a Guy—. Quiero mirar las barcas.

—Al río no —contesta Adrián con firmeza—. Necesito estirarme. Ya sabes, césped. —Además, ¿no habéis tenido suficiente río por hoy? —pregunta Chloe mientras disfruta con su polo.

—Tienes razón. —Guy mira a Willow—. Andy está en el equipo de remo conmigo. Me parece que ya te comenté que salimos a remar tres mañanas a la semana.

—Sí, aunque esta mañana ha ido bastante mal —dice Andy frunciendo el ceño—. Realmente me gustaría mejorar nuestra marca, no sé, como diez segundos.

—Entonces te va a tocar hacer un poco más de cardio —dice Guy—. Ya te digo yo que ese es nuestro problema. Pero tengo una noticia para ti, no me interesa pasar más tiempo en el gimnasio.

—¡Parad de hablar de remo! —insiste Chloe—. Es súper aburrido.

—Aquí está genial —dice Laurie, señalando un claro bajo unos cerezos. Se estira en la hierba antes de que nadie tenga tiempo de objetar.

—¿Te has traído lo de las uñas? —Mira a Chloe mientras saca una lima de su bolso y se pone manos a la obra.

—Sí. —Chloe empieza a sacar sus cosas—. Pero ya no me queda el color que te gusta a ti.

—¿Estás cómoda? —pregunta Guy a Willow mientras ella intenta colocar su mochila a modo de almohada.

—No mucho. —Saca el
Bulfinch
de la mochila para ver si consigue que sea más blando. —Se me han quedado las manos pegajosas —dice Andy con una mueca.

—Sí, a mí también. —Chloe pone cara de asco.

—Toma, prueba con esto. —Guy le pasa a Willow una sudadera enrollada que saca de su mochila.

—Gracias. —Willow la coloca con cuidado en el suelo y se gira hacia Andy—. Tengo toallitas húmedas de esas —se ofrece Willow. Siempre lleva un paquete encima, son perfectas para limpiarse después de una sesión con la cuchilla.

—Genial. —Andy coge el paquete.

—¿Le vas a dar tu vieja sudadera sucia? —ríe Adrián.

—Todavía no hace frío para llevarla.

Guy le echa una mirada.

Willow se estira sobre la sudadera enrollada. Es el cojín perfecto y la verdad es que tampoco huele mal.

—¿Me pasas el limpiauñas? —Laurie deja la lima y extiende la mano.

—Toma, dáselo —le dice Chloe a Andy, dándole un codazo—. ¿Quieres, Willow? —Le muestra el frasco de limpiauñas.

—No, gracias. Willow gira las manos para esconder las uñas, que tiene en carne viva de tanto mordérselas.

—¿Vamos a ver una peli? —Adrián estira las piernas y apoya los pies sobre el regazo de Laurie.

—Más tarde. —Laurie le da un empujón—. ¡Quita! ¡Pesas un quintal!

—¿Te apetece una peli? —Guy habla en voz baja y nadie más puede oírle.

—Tal vez —dice Willow, para su propia sorpresa.

—¿Quién se está leyendo el Bulfinch? —pregunta Chloe.

Agita las manos en el aire para que se le sequen las uñas.

—¡Mitos y Héroes! —Laurie coge el libro y se pone a pasar las páginas—. ¡ Me encantaba esa clase!

—Le tendrían que cambiar el nombre. Debería llamarse Dioses y diosas —apunta Chloe.

—Tienes razón —dice Guy—. Toda la asignatura va de eso.

—¿Te gusta la mitología griega? —Willow mira a Laurie.

—Ah, bueno, no está mal. Es más que nada una asignatura bastante fácil. Me encantan los excelentes fáciles. Si pudiera tener un par de asignaturas como esa este año… —Deja el libro y busca el frasco de esmalte—. Este semestre es clave. Es como que todas las escuelas quieren ver que estás totalmente comprometido…

—¡No, no, no! —Andy se sienta y se tapa los oídos con las manos—. Adrián, párala.

¡No puedo volverla a escuchar hablar de esto otra vez! ¡Está obsesionada! ¡Por Dios!

¿Y vosotras pensáis que hablar de «remo» es aburrido?

Laurie le hace una mueca, pero Adrián solo se ríe y se gira hacia Willow.

—Bueno, ¿y tú qué? —le pregunta—, ¿te gusta esta asignatura?

—Debería —contesta Willow con una sonrisa irónica—. Porque la verdad es que me gustan los clásicos pero, ciertamente, me está costando un poco.

—¿En serio? —Guy parece sorprendido—. Venga, pero si tú debes haber crecido con todo esto. No me puedo creer que te parezca difícil.

—¿Que has crecido con esto? —Chloe está confundida—. ¿A qué se refiere? —Mira a Willow expectante.

—Bueno, yo… —Willow hace una pausa—. Mis padres eran los dos profesores —dice a toda prisa. Ya está, ya lo ha hecho. Ahora ya pueden todos volver a hablar de Mitos y Héroes.

—¿De qué? —pregunta Adrián.

—¿Eran? —pregunta Andy.

No, no está. Ya no hay escapatoria. Este tipo de preguntas le van a perseguir hasta el día en que se muera. Por el rabillo del ojo puede ver cómo Guy se prepara para intervenir. Tiene la sensación de que él va a intentar cambiar de tema. Darle un respiro, igual que hizo con Laurie el otro día.

Pero esta vez no va a dejarle. Se merece estas preguntas, este castigo.

—Están muertos —dice, sin rodeos.

—¡Qué fuerte!, ¿no? —Andy hace un gesto de sorpresa—. Ya sabes, creo que ya había oído algo por ahí.

¿Fuerte? ¿Fuerte? ¡Serás imbécil! Fuerte es que Laurie no entre en la facultad que quiere. Fuerte es que tú no puedas mejorar tu marca en remo. Esto no es fuerte.

—Lo siento mucho. No tenía ni idea. —La voz de Laurie no es más que un susurro. Le extiende la mano y le aprieta suavemente el brazo.

Willow solamente asiente, pero está emocionada. Jamás hubiera esperado apoyo de alguien como Laurie.

El resto del grupo está en silencio. Willow se alegra de no estar recibiendo la mirada asesina que le está echando Guy a Andy.

—Bueno. —Adrián se aclara la voz—. Quizá deberíamos consultar a qué hora empiezan las películas.

—Sí, buena idea —responde Chloe. Abre la bolsa y saca el móvil. Pulsa un botón—. Necesito un boli —dice, con el ceño fruncido.

—Un segundo. —Andy busca en su mochila, pero no encuentra nada, y se fija en la bolsa de Willow, que está medio abierta con la mitad de cosas esparcidas por la hierba. —¿Te importa? —Se acerca para coger un bolígrafo.

—¿Perdón? —Willow se sorprende. No tenía ni idea que la mayoría de sus cosas estuvieran a la vista.

—Espera, ya lo cojo yo.

Intenta cortarle el paso, darle ella el bolígrafo en lugar de dejar que husmee en sus cosas. Con todo el lío, consigue que se le caigan las cajas de cuchillas al suelo. En sí, las cajas son marrones, pero las brillantes letras rojas que tienen a los lados son como sangre en contraste con la hierba.

Andy levanta una ceja, pero es Guy el primero en hablar.

—Gracias por comprármelas. ¿Cuánto te debo?

Willow se sorprende, pero le sigue el juego.

—Ah, no te preocupes, no han costado casi nada. —Seguramente no hubiera ocurrido ninguna calamidad si Guy no hubiera cogido las cuchillas. Unas cajas de cuchillas nuevas son mucho menos sospechosas que la cuchilla sucia que se le cayó delante de Guy. Y no solo eso, sino que lo más probable es que Andy no sea tan perceptivo. Jamás hubiera imaginado nada.

Pero le alegra no tener que preocuparse ante esa posibilidad. Le alegra que Guy se haya preocupado de eso. Por un segundo siente que Guy y ella están metidos en una conspiración contra todos los demás.

—¿Para qué necesitas todas esas cuchillas? —le pregunta Laurie a Guy.

—Es una cosa en la que estoy trabajando.

Guy sale por peteneras.

—¿Un trabajo extra? —pregunta interesada.

—Vale. —Chloe cierra el móvil con contundencia—. Hay una sesión en veinte minutos. Si nos damos prisa, llegamos. —Se pone de pie de un salto y empieza a recoger sus cosas.

El resto empieza a hacer lo mismo, excepto Willow que está en silencio pensando en el modo en que Guy la ha cubierto delante de todos, y Guy, que está mirándola. —¿Venís? —Adrián mira a Willow.

—¿Quieres quedarte en el parque?

Guy guarda las cajas en su mochila.

Willow no está segura de si lo hace para continuar con la farsa o porque realmente se las está confiscando. Pero ¿realmente haría él algo así? Ella ya le dijo el otro día en la biblioteca que quitarle las cuchillas resultaría inútil.

Vaya, ahora tendrá que quedarse con él. Solamente para recuperar las cuchillas.

¿Lo ha hecho por eso? ¿O para que me quede con él?

—¿Te quedas?

—Solo si a ti también te apetece.

—A mí, sí —contesta después de un instante.

—Creo que vamos a pasar de la peli —dice Guy, apoyándose sobre sus codos.

—Vale. —A Adrián no parece que le preocupe demasiado. Chloe está demasiado ocupada quitándose la hierba de los vaqueros y Andy y Laurie ya están saliendo del parque.

—No tenías por qué hacerlo —se dirige Willow a Guy en cuanto todos se han alejado— . Me refiero a lo de las cuchillas. Él es incapaz de sacar conclusiones, estoy segura. —Se sonroja al darse cuenta de lo desagradecidas que parecen sus palabras—. Gracias, de todos modos.

—Tenía que hacerlo —dice Guy moviendo la cabeza—. Oh, tienes razón, él nunca se lo hubiera imaginado, pero estaba enfadado conmigo mismo. Te puse en el aprieto de tener que hablarles de tus padres. —Calla por un segundo—. Me puedo imaginar lo duro que es para ti. —Su tono de voz suena especialmente suave al decir esto.

Pero a Willow le sorprende la empatía que hay en su voz.

—¿No hubiera sido mejor que él se hubiera enterado? —Levanta el tono de voz y una pareja que camina por allí cerca se gira y les mira. Sabe que Guy está siendo amable, sensible, no como el zoquete de Andy, pero odia dar pena a otra persona—. ¿No sería mejor así? Entonces no tendrías que preocuparte en guardar mi secreto, otra persona podría ir y contárselo a mi hermano.

—Sí, bueno, tal vez tengas razón —le suelta Guy—. Sería mucho más sencillo para mí. Pero algo me dice que Andy no es la persona más indicada para estar metida en esto.

—Lo siento —dice Willow después de un momento en silencio.

—No pasa nada. —Guy se sienta de repente. Coge una ramita y se pone a dibujar algo en el suelo.

—Tú eres el que tiene razón —continúa Willow—. Sería la persona menos indicada. Es un bruto. ¿Cómo es que os conocéis?

—No le conozco muy bien… O sea, está en el equipo de remo y a veces salimos juntos, pero nunca hablamos mucho. Se ríe de Laurie, pero él es igual. Lo único es que, con él, en lugar de hablar de los exámenes y las recomendaciones, prefiere el remo y la fraternidad en la que quiere ingresar.

—Laurie no está mal —dice Willow pensativamente, al recordar el gesto compasivo de la chica. Se estira boca abajo y apoya la barbilla en las manos; los codos se apoyan sobre la sudadera enrollada.

—Sí, es buena chica. Un poco obsesiva…

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