Read Las amenazas de nuestro mundo Online

Authors: Isaac Asimov

Tags: #Ciencia, Ensayo

Las amenazas de nuestro mundo (18 page)

BOOK: Las amenazas de nuestro mundo
11.76Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Cuando se construyan esas colonias (quizás en el próximo siglo, o aproximadamente), se moverán en órbitas alrededor de la Tierra, utilizando como su fuente de energía la radiación solar, y a la Luna como proveedora de la mayor parte de sus materias primas. Algunos elementos esenciales ligeros, carbón, nitrógeno e hidrógeno, que no están presentes en la Luna en gran cantidad, habrán de ser obtenidos de la Tierra.

Ya se ha previsto que, probablemente, esas instalaciones espaciales se construirán en el cinturón de asteroides en donde será más fácil obtener aquellos elementos vitales más ligeros, sin tener que caer en una peligrosa dependencia con la Tierra.

Es posible que como instalaciones espaciales se conviertan en más reservadas y más móviles, y como la Humanidad prevé más claramente la dificultad de permanecer atada a superficies planetarias en vista de las vicisitudes que el Sol deberá soportar en sus últimos días, las instalaciones espaciales pueden convertirse en el habitáculo preferido de la Humanidad. Es comprensible que mucho antes de que el Sol comience a causarnos molestias la mayor parte de toda la Humanidad se haya liberado totalmente de las superficies de los planetas naturales y viva en el espacio, en mundos y ambientes que ella misma haya escogido.

Quizás entonces ya no será cuestión de otros mundos a semejanza de la Tierra, para poder sobrevivir al gigantismo rojo del Sol. Pudiera ser que en dicha época la solución pareciera muy torpe e innecesaria. En su lugar, a medida que el Sol aumentara su calor las instalaciones espaciales ajustarían sus órbitas adecuadamente y muy lentamente se irían alejando.

Esto no es nada difícil de imaginar. La órbita de un mundo como la Tierra es casi imposible de modificar a causa de su enorme masa y, por tanto, su gran
momentum
y un
momentum
angular, que es imposible de llevar a cabo añadiendo o restando una cifra suficiente para alterar notablemente su órbita. Y la masa de la Tierra es necesaria, si ha de poseer un campo gravitacional que sostenga un océano y una atmósfera en su superficie haciendo de este modo posible la vida en ella.

En una instalación espacial, la masa total es insignificante comparada con la de la Tierra, ya que la gravitación no se utiliza para retener agua, aire y todo lo demás. En cambio, todo queda retenido al estar cerrado mecánicamente dentro de una pared exterior, y el efecto de gravitación de la superficie interior de esa pared se producirá por el efecto centrífugo originado por la rotación.

Por consiguiente, la instalación espacial puede cambiar su órbita utilizando una cantidad razonable de energía y alejarse del Sol cuando éste aumente su calor y se dilate. En teoría, puede acercarse al Sol cuando el astro rey se contraiga y suministre menos energía total. Sin embargo, la contracción será mucho más rápida que la previa expansión. Además, todas las instalaciones espaciales que puedan existir durante el período de gigante rojo del Sol, al acercarse demasiado a la enana blanca puede representarles una reducción de volumen menor del que les interesa. Pueden haberse acostumbrado ya durante millones de años a los espacios ilimitados de un gran sistema solar.

También está dentro de lo posible que mucho antes de que llegue esa época de enana blanca, los colonizadores espaciales hayan desarrollado unas estaciones de fuerza motriz por fusión de hidrógeno como fuente de energía y sean independientes del Sol. En ese caso podrían incluso escoger el abandonar también el Sistema Solar.

Si una cifra importante de colonias espaciales abandonan el Sistema Solar, convirtiéndose en «planetas libres» autopropulsados, esto significaría que la Humanidad quedaría libre del peligro de las catástrofes de segunda clase y que podría continuar viviendo (y distribuyéndose por el Universo en un grado infinito) hasta la llegada de la contracción universal en un «huevo cósmico».

Supernovas

Las razones principales por las cuales la muerte del Sol (muerte, en el sentido de que se convertirá en algo por completo diferente del astro que conocemos) no ha de ser necesariamente una catástrofe para la especie humana, son: 1) que la inevitable expansión y la contracción subsiguiente del Sol están tan lejos en el futuro que para entonces los seres humanos probablemente habrán desarrollado los medios tecnológicos necesarios para escapar, suponiendo que todavía sobrevivan y 2) que los cambios son tan previsibles que no hay la menor posibilidad de que sean sorprendidos.

Por tanto, lo que ahora hemos de considerar son los posibles modos en que las catástrofes de segunda clase (en relación al Sol, o, por extensión, a una estrella) pudieran sorprendernos, y, peor todavía, que ocurriera en un futuro próximo antes de que hayamos tenido la oportunidad de desarrollar las necesarias defensas tecnológicas.

Hay estrellas que sufren cambios catastróficos, por ejemplo estrellas que brillan en el proceso, incluso desde una Divisibilidad y se debilitan de nuevo algunas veces hasta la invisibilidad. Son las «novas» (de la palabra latina «nuevo», ya que parecían ser estrellas nuevas para los antiguos astrónomos que carecían de telescopios). La primera de éstas fue mencionada por el astrónomo griego Hiparco (190-120 a. de JC).

Las novas extraordinariamente brillantes son las «supernovas» a las que ya nos hemos referido, nombre que por primera vez utilizó el astrónomo suizo-americano Fritz Zwicky (1898-1974). La primera discutida en detalle por los astrónomos europeos fue la supernova del año 1572.

Supongamos, por ejemplo, que no es el Sol el que se acerca al final de su vida en la secuencia principal, sino cualquier otra estrella. Aunque nuestro Sol se halla todavía en los inicios de su edad media, alguna estrella cercana podría ser vieja y estar a punto de morir. ¿Podría alguna supernova cercana resplandecer de repente, cogernos por sorpresa, y afectarnos de manera catastrófica?

Las supernovas no son corrientes; sólo una estrella de cada ciento es capaz de explotar como una supernova, y de ellas, únicamente unas cuantas están en los últimos períodos de sus tiempos de vida, y un número más pequeño todavía se hallan lo bastante cerca para ser vistas como estrellas anormalmente brillantes. (Antes de inventarse el telescopio, una estrella tenía que ser muy brillante para ser vista por los observadores como algo que apareciera en donde antes no había ninguna estrella visible.) Sin embargo, las supernovas pueden aparecer y así lo han hecho en el pasado, naturalmente, sin previo aviso.

Una supernova notable, que apareció en el cielo en tiempos históricos, brilló en el 4 de julio del 1054, sin ninguna duda, los fuegos artificiales más extraordinarios que se han conocido para celebrar el Glorioso Cuatro de Julio, aunque 722 años antes del acontecimiento. Esta supernova del año 1054 fue observada por astrónomos chinos, pero no por los astrónomos europeos o árabes
[25]
.

La supernova apareció como una estrella nueva, esplendorosa en la constelación de Tauro, con una intensidad que excedía en brillo a Venus. Nada en el cielo era más brillante que la nueva estrella, excepto la Luna y el Sol. Era tan brillante que podía verse incluso en pleno día, y no durante un corto período, sino un día tras otro durante tres semanas enteras. Poco a poco comenzó a debilitarse pero transcurrieron dos años antes de que fuese demasiado débil para ser apreciada a simple vista.

En el punto del cielo en donde los antiguos astrónomos chinos informaron de esta extraordinaria aparición, ahora existe una nebulosa turbulenta llamada la «nebulosa del Cangrejo» que tiene un diámetro aproximado de trece años luz. El astrónomo sueco Knut Lundmark sugirió primeramente, en 1921, que eso podría ser un residuo superviviente de la supernova de 1054. Los gases de la nebulosa del Cangrejo todavía se mueven hacia fuera a una velocidad que, calculada a la inversa, demuestra que la explosión que los impulsa tuvo lugar en la época en que apareció la nueva estrella.

A pesar de todo el brillo de aquella supernova en el cielo de 1054, únicamente llegaba hasta la Tierra una cien millonésima parte de la luz que recibe del Sol, muy insuficiente para poder afectar en alguna manera a los seres humanos, sobre todo por el hecho de que estuvo en ese nivel únicamente unas pocas semanas.

Sin embargo, no es tan sólo la luz total la que cuenta, sino la distribución. Nuestro Sol nos envía radiación muy activa en forma de rayos X, pero una supernova tiene un porcentaje mucho mayor de energía radiante en la zona de rayos X. Y lo mismo ocurre con los rayos cósmicos, otra forma de radiación de alta energía a la que nos referiremos después.

Resumiendo, aunque la luz de la supernova del año 1054 fuese muy débil comparada con la del Sol, podía rivalizar con éste en su producción de rayos X y rayos cósmicos que llegasen a la Tierra, por lo menos en las primeras semanas de la explosión.

Aun así, no era peligrosa. Aunque, según veremos, el influjo de la radiación energética puede causar un efecto deletéreo en la vida, nuestra atmósfera nos protege de unas incalculables cantidades de radiación, y ni la supernova de 1054 ni el propio Sol pueden representar un peligro grave para nosotros bajo nuestra manta de aire protector. Esto no es simple especulación. El hecho es que el ritmo de la Tierra continuó durante ese año crítico de 1054 sin que se observaran malas consecuencias.

Naturalmente, la nebulosa del Cangrejo no está muy cerca de nosotros.

Se halla a una distancia de unos 6.500 años luz
[26]
. En 1006, apareció una supernova todavía más brillante. Según los informes de los observadores chinos, al parecer llegó a ser unas cien veces más brillante que Venus y con una respetable fracción del brillo de la Luna llena. Incluso en un par de crónicas europeas aparecen unas referencias sobre ella. Estaba únicamente a una distancia de 4.000 años luz.

Desde 1054, tan sólo han aparecido dos supernovas visibles en nuestro cielo. En 1572 apareció una supernova en Casiopea casi tan brillante como la del año 1054, pero se hallaba a mayor distancia. Finalmente, en 1604, en Serpens, surgió una supernova muchísimo menos brillante que cualquiera de las otras tres mencionadas, pero también a una mayor distancia
[27]
.

Desde el año 1604 pueden haber tenido lugar algunas supernovas en nuestra galaxia, que han permanecido invisibles, ocultas detrás de las grandes nubes de polvo y gas que se agrupan en los alrededores de la galaxia. Sin embargo, podemos descubrir los residuos de las supernovas en forma de anillos de polvo y de gas, como el de la nebulosa del Cangrejo, pero normalmente más delgados y más anchos, que hacen presumir la explosión de supernovas que no se han visto, ya fuese por permanecer ocultas o porque ocurrió demasiado lejos en el tiempo.

Unas pocas llamaradas de gas señaladas por emisión de microondas, llamadas Casiopea A, parecen señalar una supernova que debió de explotar a últimos del siglo XVI. Si fue así, es la supernova más reciente que se conozca haya explotado en nuestra galaxia, aunque no fuese vista en el momento de la explosión, que debió de ser considerablemente más espectacular que la supernova del año 1054 vista desde la misma distancia, a juzgar por la radiación que ahora nos llega de sus residuos. Sin embargo, se hallaba a 10.000 años luz, de modo que no debió de haber sido mucho más brillante que la anterior, suponiendo que se hubiese podido ver.

Una supernova más espectacular que cualquiera de las observadas en tiempos históricos, brilló en el cielo hará quizás unos once mil años, en una época en que, en algunas partes del mundo, los seres humanos comenzaron pronto a desarrollar la agricultura. Lo que ahora queda de esa supernova es una nube de gas en la constelación de Vela, que fue primeramente observada en 1939 por el astrónomo ruso-americano Otto Struve (1897-1963). Esta nube de gas es conocida como la nebulosa de Gum (llamada así por el astrónomo australiano Colin S. Gum, que fue el primero que la estudió con detalle en la década de 1950). El centro de la nube de gas se halla únicamente a 1.500 años luz de nosotros, lo que la convierte, entre todas las supernovas conocidas, en la que ha explotado más cerca de nosotros. Un extremo de la nube de gas todavía en expansión y aclaramiento, únicamente está ahora a unos 300 años luz de la Tierra. En unos 4.000 años podría alcanzarnos, pero por aquel entonces la materia estará tan esparcida y será tan fina que no puede afectarnos de modo significativo.

Cuando esa supernova cercana estalló, en sus momentos culminantes debió de ser tan brillante como la Luna llena durante algunos días, y podemos envidiar a esos seres humanos prehistóricos que pudieron contemplar esa magnífica visión. Tampoco eso parece haber dañado de ningún modo a la Tierra.

Sin embargo, incluso la supernova Vela estaba a 1.500 años luz de distancia. Hay estrellas que se encuentran a menos de una centésima parte de esa distancia. ¿Qué ocurriría si una estrella realmente cerca de nosotros se convirtiera súbitamente en supernova? Supongamos que una de las estrellas del Alfa Centauro, únicamente a 4,4 años luz de distancia, se convirtiera en supernova, ¿qué sucedería? Si una supernova brillante apareciera a una distancia de 4,4 años luz, con todo el brillo que alcanza una supernova, su resplandor llegaría aproximadamente a una sexta parte de la luz y el calor del Sol y durante algunas semanas sufriríamos una ola de calor como nunca se ha soportado en la Tierra
[28]
.

Supongamos que la supernova brillara por los días de Navidad como la mayor estrella de Belén que nunca haya brillado. En esa época del año, sería el solsticio de verano en el hemisferio Sur y la Antártida estaría enteramente expuesta a la continua luz solar. Evidentemente, la luz del Sol sería débil, pues desde la Antártida el astro rey está cerca del horizonte incluso en el solsticio. Sin embargo, la supernova Alfa Centauro se hallaría alta en el cielo y añadiría su calor muy importante al del Sol. La cima helada de la Antártida quedaría afectada. La cantidad de deshielo no tendría precedentes y el nivel del mar se elevaría considerablemente, con efectos desastrosos en muchas partes del mundo. Nivel que no retrocedería rápidamente después que la supernova se hubiese enfriado. Pasarían muchos años antes de que se restableciera el equilibrio.

Además, la Tierra estaría bañada por los rayos X y los rayos cósmicos con unas intensidades que quizá nunca hubiera recibido, y después quedaría envuelta durante algunos años en una nube de polvo y de gas más voluminosa que ninguna de las habidas anteriormente en ella. Más adelante expondremos los efectos que estos acontecimientos
po
drían tener, pero, con toda seguridad, serían desastrosos.

BOOK: Las amenazas de nuestro mundo
11.76Mb size Format: txt, pdf, ePub
ads

Other books

Fantasy Masterworks 01 by The Conan Chronicles 1
3 Vampireville by Ellen Schreiber
Lynne's Love Triangle by Missy Lyons, Cherie Denis
His Only Wife by Melissa Brown
The Ten Thousand by Paul Kearney
What the Earl Desires by Burke, Aliyah
The Wicked One by Danelle Harmon
The Loafers of Refuge by Green, Joseph
The Time Portal 2: Escape in Time by Joe Corso [time travel]