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Authors: Lois McMaster Bujold

Tags: #Novela, Ciencia ficción

Komarr (44 page)

BOOK: Komarr
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—¿Qué acabo de decir? —le preguntó a Vorthys.

—Retroceso elástico —repitió él, observándola con atención—. ¿Qué significa?

Ella guardó silencio durante un instante, mirándose los pies.

—Significa… que me comprometí por nada —sus labios se tensaron amargamente—. El aparato de Soudha no funciona. O en cualquier caso, no funciona para colapsar un agujero de gusano.

Se enderezó, y se estremeció al desperezarse: su cuerpo empezaba a recuperar la sensación cuando los restos del antídoto terminaron de fluir por su sistema.

—Creía que esa substancia me haría vomitar.

—Las reacciones varían enormemente de un sujeto a otro —dijo Miles. En efecto, nunca había visto una reacción así antes—. Una mujer a la que interrogamos el otro día dijo que le parecía muy relajante.

—He tenido un efecto extrañísimo en mis visualizaciones internas —ella miró el hipospray con especulativo respeto—. Puede que algún día la pruebe a propósito.

Quiero estar presente si lo hace
. Miles tuvo de pronto una excitante visión donde usaba la droga para aumentar su propia percepción intelectual, y luego recordó para total decepción que la pentarrápida no funcionaba de esa manera con él.

Riva miró a Miles.

—Si es que alguna vez salgo de una prisión barrayaresa. ¿Estoy arrestada?

Miles se mordió los labios.

—¿Por qué?

—¿No es traición violar los juramentos de lealtad y seguridad?

—No ha violado usted ningún juramento de seguridad. Todavía. En cuanto al otro… cuando dos Auditores Imperiales dicen que no ven algo, puede volverse bastante invisible.

Vorthys sonrió de repente.

—Creía que había jurado decir la verdad, Lord Auditor.

—Sólo ante Gregor. Lo que le digamos al resto del universo es negociable. Simplemente, no lo anunciamos.

—Eso, ay, es verdad —suspiró Vorthys.

—¿Cómo explicará ante SegImp las dosis de droga que faltan?

—Uno, soy Auditor Imperial, no tengo que explicarle nada a nadie. Menos que a nadie a SegImp. Dos, la usamos experimentalmente para potenciar la reflexión científica. Cosa que supongo que es verdad, así que no hay más que hablar.

Ella sonrió, de manera aturdida y genuina.

—Comprendo. Creo.

—En resumen, esto no ha pasado nunca, usted no está arrestada y tenemos trabajo que hacer. Sin embargo, para satisfacer mi curiosidad, y antes de que vuelvan sus colegas de la universidad… ¿puede darme un rápido resumen de su cadena de pensamiento? En términos no matemáticos, por favor.

—Hasta ahora sólo puede hacerse en términos no matemáticos. Si no puedo reducir todo esto a números… bueno, tendremos que considerar que es una alucinación interesante.

—Estaba tan convencida que nos convenció.

—Estaba aturdida. Más bien atónita.

—¿Pero esperanzada?

—Yo… no lo sé —sacudió la cabeza—. Puede que esté equivocada, y no sería la primera vez. Pero supongo que estará usted familiarizado con los ejemplos de enlaces de realimentación positiva en los fenómenos resonantes… como el sonido, por ejemplo.

—Los ecos, sí.

—O una simple nota que rompe un vaso de cristal. Y en estructuras… ¿sabe por qué los soldados deben romper el paso cuando cruzan un puente? Para que la resonancia del puente no colapse la estructura.

Miles sonrió.

—Llegué a verlo una vez. Se trataba de un escuadrón de scouts imperiales juveniles, una ceremonia de jura de bandera, un puente de madera, y mi primo Iván. Veinte chavales la mar de molestos acabaron todos en el fondo de un arroyo —y le añadió en un aparte al profesor—. No me dejaron marchar con mi escuadrón esa noche porque decían que mi altura estropeaba la simetría. Así que los vi desde las últimas gradas. Fue glorioso. Creo que yo tendría unos trece años, pero recordaré ese momento siempre.

—¿Lo viste venir, o te pilló por sorpresa? —preguntó el profesor con curiosidad.

—Lo vi venir, pero admito que no con demasiada antelación.

—Hum.

Riva alzó las cejas y pasó la lengua por los labios.

—Los agujeros de gusano resuenan en el pentaespacio —continuó—. Muy ligeramente, y a un ritmo muy rápido. Creo que la función del aparato de Soudha es emitir un pulso energético pentaespacial sintonizado precisamente con la frecuencia natural del agujero de gusano. La potencia del pulso es baja, comparada con las energías latentes que hay en la estructura del agujero, pero si se sintoniza adecuadamente podría… no,
debería
acumular gradualmente la amplitud de la resonancia del agujero de gusano hasta que sobrepasara los límites de fase y se colapsara. O más bien, creo que el grupo de Soudha pensó que debería colapsarse. En realidad, creo que sería algo más complejo.

—¿Retroceso elástico? —instó Vorthys, esperanzado.

—En cierto modo. Creo que el pulso amplificaría las energías resonantes hasta que los límites de fase retrocedieran, y la energía se devolvería bruscamente al triespacio en forma de una onda gravitacional dirigida.

—Santo Dios —dijo Miles—. ¿Quiere decir que Soudha encontró un modo de convertir todo un agujero de gusano en una gigantesca lanza de implosión?

—Hum… —respondió Riva—. Esto… tal vez. No sé si eso es lo que pretendía hacer. La primera teoría tenía más sentido político para mí… como komarresa. Me sedujo. Me pregunto si también los sedujo a ellos. Si quería que el agujero de gusano actuara como una especie de lanza de implosión, no veo que haya encontrado un medio de apuntarla. Creo que el pulso gravitatorio regresó por el camino inicial. No sé si Radovas se suicidó, pero me temo que puede que se disparara a sí mismo.

—Dios mío —susurró Vorthys—. Y el carguero…

—Si su plataforma de pruebas estaba en el espejo solar, la intervención del carguero fue pura mala suerte. Mal momento. Se topó con el pulso gravitatorio y resultó destrozado, luego fue impulsado hacia delante, chocó contra el espejo y complicó las cosas. Si el aparato estaba a bordo del carguero… bueno, pues lo mismo.

—Incluyendo la confusión —dijo Vorthys tristemente.

—Pero… pero sigue habiendo algo que está mal. Supongo que habrán calculado la mayoría de los vectores de energía relacionados con el accidente del espejo.

—Una y otra vez.

—¿Confía en los números que me han dado?

—Sí.

—Y han puesto límites a las energías que el aparato puede haber transferido, a lo largo de diversos períodos de tiempo.

—Hay algunos claros límites referidos al máximo de potencial —reconoció Vorthys—. Lo que no sabemos es cuánto tiempo pudieron mantenerlo.

—Bueno —la física pentaespacial inspiró profundamente—, a menos que lo tuvieran en funcionamiento durante semanas, y Radovas y Trogir fueran vistos abajo mucho más tarde, creo que salió más energía del agujero de gusano de la que entró.

—¿De dónde?

—Presumiblemente de la estructura profunda del agujero. De algún modo. A menos que quiera reconocer que Soudha ha inventado también el movimiento perpetuo, cosa que va contra mi religión.

Vorthys parecía salvajemente entusiasmado.

—¡Esto es maravilloso! Miles, llama a Yuell. Llama a D'Emorie. Tenemos que comprobar esos números.

Cuando D'Emorie regresó con Yuell, todos los técnicos se sintieron demasiado absortos por el descubrimiento referido al aparato para hacer preguntas embarazosas sobre el destino de la pentarrápida. D'Emorie sin duda lo preguntaría más tarde; Miles podría darle largas, decidió. Riva no quería perder tiempo ni energía mental enfadándose cuando había que hacer física, pero si decidía molestarse con él más tarde, la apaciguaría como hiciera falta. Por el momento, Miles se acomodó, observó y escuchó, sintiendo que comprendía tal vez una frase de cada tres.

¿Así que Soudha creía poseer un artilugio capaz de hacer implosionar un agujero de gusano, una gigantesca lanza de implosión? Había robado muchos de los datos técnicos de la investigación del accidente; tenía un montón de los mismos números que Vorthys, y la misma cantidad de tiempo para examinarlos. Mientras dirigía al mismo tiempo una compleja evacuación de unas cuantas docenas de personas y varias toneladas de equipo, se recordó Miles. Soudha había estado bastante ocupado. Naturalmente, no había tenido que perder tiempo reconstruyendo los planos de su aparato a partir de trozos dispersos.

Pero la sacudida gravitacional de prueba del agujero de gusano cerca del espejo solar debía de haber sorprendido a Radovas (aunque brevemente) y a Soudha. El accidente había detenido su investigación, les había hecho ganarse la visita de dos Auditores, les había obligado a huir. No tenía ningún sentido considerar la destrucción del espejo como un sabotaje y suicidio deliberados. Si alguien quería hacer volar a los barrayareses, había objetivos mucho más apetecibles a mano. Como las estaciones militares que protegían cada salida del agujero de gusano en el espacio local de Komarr. Como variante de la lanza de implosión, el aparato no iba a ser un arma militar muy útil hasta que descubrieran cómo apuntar a algo además de a sí mismos. Aunque si podían meterla en secreto a bordo de una estación militar, conectarla y huir antes de que se produjera el estallido…

¿Había descubierto ya Soudha lo que había ocurrido? Tenía datos, sí, pero su experto en pentaespacio estaba muerto. Arozzi era sólo un ingeniero menor, y el matemático Cappell no parecía mostrar ninguna brillantez especial en su historial académico. Vorthys había podido traer a la máxima experta en pentaespacio del planeta, por no mencionar a Yuell, el Chico Maravilla, quien, advirtió Miles, estaba en este momento discutiendo de matemáticas con Vorthys… y ganando. Con datos y tiempo suficiente, Soudha podría haber hecho el mismo descubrimiento que Riva pero en su huida no estaba equipado para hacerlo.

A menos que hubiera encontrado un sustituto para Radovas… Miles tomó nota para que SegImp comprobara la desaparición de algún otro komarrés experto en pentaespacio durante las últimas semanas.

La huida de Soudha, decidió Miles, tenía que seguir uno de los tres caminos lógicos. O bien lo habían abandonado todo y huido, o se habían retirado para ocultarse, construyendo trabajosamente su escondite, para intentarlo en otro momento. O habían acelerado sus planes y habían decidido arriesgarlo todo en un solo golpe. Miles se preguntó si habrían sometido la decisión a voto. Eran komarreses, después de todo, y al parecer voluntarios. Conspiradores aficionados, aunque no se podía decir que fuera una profesión que requiriera una licencia. La Opción Uno no encajaba del todo, dado lo que Miles había visto hasta el momento. La Opción Dos parecía más probable, pero le daba a SegImp tiempo suficiente para hacer su trabajo. Los komarreses podrían haberlo pensado también.

Si vas a preocuparte, preocúpate por la Opción Tres
. Había muchas cosas de las que preocuparse, en la Opción Tres. La gente desesperada que se dejaba llevar por el pánico era capaz de efectuar movimientos muy extraños: ahí tenía el ejemplo de los incidentes de su propia carrera.

—Profesor Vorthys, doctora Riva —tuvo que repetir la llamada de atención, más fuerte, antes de que se volvieran a mirarlo—. Así que se apunta con este artilugio a un agujero de gusano, se conecta y empieza a bombear energía. En un momento dado, llega a un punto de ruptura y se vuelve contra ti. ¿Qué pasa si lo desconectas antes?

—No estoy segura de que no fuera exactamente eso lo que sucedió —dijo Riva—. La sacudida pudo haber sido provocada porque se rebasaron los límites de fase, o porque Radovas desconectó la fuente del pulso. No está claro si la reducción del límite de fase es discontinua o no.

—Entonces… ¿una vez activado, el aparato puede convertirse en una trampa? ¿Apagarlo lo dispara?

—No estoy segura. Estaría bien probarlo.

Desde una distancia segura
.

—Bueno… si lo descubren, háganmelo saber, ¿eh? Continúen.

Tras un instante para que ambos digirieran su pregunta o esperaran a ver si se le ocurría otra interrupción, la conversación volvió a su original mezcla de lenguaje común, matemáticas e ingeniería. Miles se acomodó, sintiéndose muy poco tranquilo.

Si Soudha había perfeccionado su aparato con intención de usar los agujeros de gusano como fuentes de energía para destruir las estaciones militares que los protegían, como ataque sorpresa para provocar una guerra… la manera de hacerlo sería reventar los seis a la vez, coordinado con un levantamiento en toda Komarr de la magnitud de la aciaga Revuelta del pasado. Miles no estaba totalmente satisfecho con la actuación de SegImp en este caso hasta el momento, pero Soudha tenía un grupo pequeño, que no llamaba la atención. Preparar una revuelta en masa sería algo demasiado amplio para que SegImp lo pasara por alto. Además, los jefes de los conspiradores tenían todos una edad en que debían de haber dejado esas cosas atrás. Todos los que habían experimentado la debacle de la Revuelta desde el bando de Komarr tenían motivos para recelar tanto de sus camaradas como de los barrayareses. Lo último que Soudha quería en su plan eran un puñado más de komarreses. Y… no tenían seis aparatos. Tenían cinco, el cuarto quedó destruido, y los tres anteriores parecían haber sido prototipos a pequeña escala.

Era como tener una pistola con sólo una bala. Había que escoger el blanco con muchísimo cuidado.

Supongamos que Soudha todavía imaginaba que poseía un colapsador de agujeros de gusano, aunque con unas cuantas trabas en el diseño. Había seis agujeros de gusano activos en el espacio local komarrés, pero Miles no tenía ninguna duda de cuál sería el elegido.

El único que conducía a Barrayar.
Nos deja aislados de un solo golpe, sí
. Desde un punto de vista komarrés, ése era un plan que merecía todos estos años de devoción, todo el sudor y el riesgo: cerrar la única puerta de Barrayar al nexo del agujero de gusano galáctico. Una revolución incruenta, por Dios, seguro que atraía a aquellos científicos. Devolverían a Komarr a los viejos días de gloria de un siglo atrás… y a Barrayar a sus malos tiempos, a una nueva Era de Aislamiento. Quisieran todos los komarreses y barrayareses o no. ¿Imaginaban los conspiradores que se les permitiría vivir, cuando se descubriera la verdad?

Probablemente no
. Pero si Riva tenía razón, el proceso no era reversible; una vez colapsado, el agujero de gusano no podría volver a ser abierto. El hecho estaría cumplido, y ni las lágrimas ni las oraciones podrían deshacerlo. Como un asesinato. Soudha y sus amigos podrían imaginarse a sí mismos como una nueva y más efectiva generación de mártires, contentos con ser entronizados en los altares después de muertos. Habían parecido demasiado prácticos, ¿pero quién sabía? Uno puede quedar hipnotizado por las elecciones difíciles de maneras que no tenían nada que ver con la inteligencia.

BOOK: Komarr
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