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Authors: Jude Watson

Experimento maligno (10 page)

BOOK: Experimento maligno
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Uta S'orn negó con la cabeza.

—No sabía que tuviera uno.

—Pensamos que Ren dejó pistas —dijo Obi-Wan—. ¿Tiene algo suyo?

Ella se levantó y se acercó a una pila de cajas en un rincón. Sacó un pequeño bidón de duracero.

—Estas son todas sus posesiones. Si contienen algún mensaje, yo no lo he encontrado —se lo dio a Obi-wan—. Llévatelo. Y si tus sospechas son ciertas, encuéntrala.

—Así lo haré —prometió Obi-Wan.

Rápidamente, Astri y él salieron del edificio. La acera estaba atestada de seres. Los alrededores del Senado siempre estaban a rebosar.

—Tenemos que revisar el bidón, pero no tenemos tiempo de volver al Templo —dijo Obi-Wan— . Y no quiero hacerlo en público. Ona Nobis puede estar en cualquier parte.

—El Café de Didi está cerrado, y yo sigo teniendo las llaves —dijo Astri—. Sígueme.

Ella le guió por un callejón y a través de una plaza. Obi-Wan reconoció el lugar. Llegarían a la cafetería por detrás. Astri callejeó un poco y llegaron a la puerta trasera.

—Bien, el casero todavía no lo ha vuelto a alquilar —dijo ella, metiendo la tarjeta en la ranura. La puerta corredera se abrió.

No había electricidad, así que Astri abrió un poco una persiana para que entrara la luz. Se sentaron en la mesa grande de la cocina. Obi-Wan sacó con cuidado el contenido del bidón de Ren y lo puso sobre la mesa.

Un monedero multiusos con una cápsula alimenticia proteínica y un pequeño servoconductor, y unos cuantos créditos, un vibrocortador, unos cristales, una baraja de sabacc, una túnica con los bolsillos vacíos y una capa termal, cuidadosamente doblada.

Eran el tipo de cosas que pertenecen a alguien que apenas tiene nada y que vaga por la galaxia. Nada especial. Y si contenían un mensaje, él no podía leerlo. Sintió un escalofrío de decepción.

Astri se dejó caer en la silla.

—Es un callejón sin salida.

Obi-Wan sintió una presencia cerca. Por el rabillo del ojo vio una sombra moviéndose rápidamente. Había alguien asomándose por la ventana medio abierta. No se giró para mirar. En lugar de eso, le indicó a Astri con una mirada que pasaba algo.

—Puede que haya algo escondido en el forro de la túnica —dijo en un tono normal—. Iré a por algo para rasgarlo.

—Mira en el despacho —dijo Astri.

Bajo la mesa, sacó su vibrocuchilla de la funda.

Obi-Wan salió de la cocina a paso normal, pero corrió escaleras arriba hacia los dormitorios. Abrió silenciosamente una persiana y miró al callejón. Alguien con una túnica larga y polvorienta espiaba por la ventana de la cocina. Tenía la capucha puesta. No pudo identificar a la persona como Ona Nobis, pero sabía que ese tipo de disfraz no le resultaría complicado.

Salió a la cornisa y se detuvo un momento, invocando a la Fuerza. La iba a necesitar si se volvía a enfrentar a su oponente. Sacó el sable láser con un movimiento suave y saltó sobre el intruso.

Capítulo 16

—¡Noooooooooo! —gritó el intruso.

En pleno salto, Obi-Wan miró y vio el rostro atónito de Cholly. Por el rabillo del ojo, vio aparecer a Weez y Tup, quitándose de en medio.

Obi-Wan giró a medio camino para no aterrizar sobre Cholly, pero éste fue presa del pánico y también se movió. Obi-Wan cayó sobre él. Él paró la caída con las manos y sintió que el impacto le llegaba hasta los hombros.

—¡Uf! Qué grande eres —jadeó Cholly.

Obi-Wan rodó y se puso en pie. Miró a los tres sin poder creérselo, mientras Astri saltaba por la ventana de la cocina, vibrocuchilla en mano. Se dio cuenta de la situación con sólo una mirada.

—¿Qué pasa? —preguntó ella—. ¿Qué hacéis aquí vosotros tres?

Tup miró a Weez.

—Eeeh... ¿Turismo?

Obi-Wan desactivó el sable láser, pero no lo enfundó.

—Estáis interfiriendo con una misión Jedi —dijo con brusquedad—. Hay vidas en juego. ¡Quiero respuestas ya!

—Por todos los gibbertz, qué sensible está todo el mundo últimamente —dijo Tup. Resopló—. Uf.

—Tenemos tanto derecho a estar aquí como vosotros —dijo Cholly.

—Estamos en un planeta libre —añadió Weez. Frunció el ceño—. ¿O no?

Astri blandió amenazadora su vibrocuchilla.

—Estamos en un planeta grande. Y no hay nadie más por aquí. ¿Os habéis dado cuenta?

Cholly retrocedió unos pasos.

—Vale, vale, tía dura, relájate. Os estábamos siguiendo por la caja de Ren.

—¿Qué pasa con la caja de Ren? —preguntó Obi-Wan.

—¿Son sus efectos personales? —preguntó Cholly—. Se los pedimos a su madre cuando él... se fue.

—Por razones sentimentales. Éramos sus mejores amigos —añadió Tup.

—Y ella se negó, ¿por qué iba a dar lo que le quedaba de su hijo a sus colegas delincuentes? —dijo Weez—. Qué gente más egoísta hay por ahí.

—Qué razón tienes, amigo mío —asintió Cholly con tristeza—. El universo suele estar en contra nuestra.

Astri puso los ojos en blanco.

—Cortad el rollo. ¿Para qué queréis el bidón realmente?

Cholly, Weez y Tup se miraron.

—Si os lo decimos no nos dejaréis fuera del trato, ¿no? —preguntó Cholly.

Obi-Wan y Astri se miraron. Obi-Wan no se fiaba de aquellas tres comadrejas, pero podían darles pistas.

—No—dijo Astri.

Cholly, Weez y Tup volvieron a mirarse. Y asintieron al unísono.

—El sitio en el que Ren estuvo cautivo —dijo Cholly—. Dijo que el laboratorio tenía un almacén de medicamentos. Vacunas, antitoxinas, curas para muchos virus. Astri se enderezó.

—¿Y qué?

—Bueno, pensamos que si ese sitio tenía tales reservas, seguro que habría alguien que quisiera comprarlas. Y alguien tendría que venderlas.

—¿Y por qué ese alguien no íbamos a ser nosotros? —preguntó Weez.

—Pero Ren dijo que no —intervino Tup.

—Él también quería robar los medicamentos —dijo Cholly—, pero no quería venderlos. Quería entregárselos al Senado o a los Jedi. Algún organismo que los repartiera de forma justa. Y meter en problemas a la científica.

—Pero tuvimos un pequeño desacuerdo al respecto —dijo Weez—. Le íbamos a ayudar a robarlos, pero sólo si sacábamos algo a cambio.

—¿Y qué pasó? —preguntó Astri—. ¿Os contó dónde estaba el laboratorio?

—Ese desacuerdo no se resolvió —dijo Cholly—. Y mataron a Ren. Pero nos dijo que tenía la dirección del laboratorio guardada en sitio seguro. Y que si le ocurría algo, alguien sabría adonde ir.

—Pero entonces se nos fue —añadió Tup solícito.

—Y su madre no quiso darnos sus pertenencias —dijo Weez.

—Así que no teníamos nada, igual que antes —añadió Cholly—. Hasta que llegasteis vosotros. Y entonces pensamos, bueno, si estáis averiguando quién mató a Ren, quizá podamos encontrar esos medicamentos de alguna manera.

—Así que os seguimos —dijo Weez—. ¿Lo veis? No hemos hecho daño a nadie. Fin de la historia.

—A no ser, claro está, que también vosotros queráis robar los medicamentos —añadió Cholly—. Podríamos sacar todos muchos beneficios.

Astri cogió a Obi-Wan por el brazo y lo llevó a un lado.

—Ahora ya sabemos que Jenna Zan Arbor no destruyó las antitoxinas que había desarrollado. ¡Las tiene, Obi-Wan! ¡Tenemos que encontrar el laboratorio!

—Lo sé —dijo Obi-Wan—. Pero ellos no saben dónde está.

—¿Puedo hacer una sugerencia? —intervino Cholly—. Quizá si miráramos los objetos de Ren, veríamos algo que a vosotros se os escapa. Porque le conocíamos, ya sabéis. Quizás entendamos un mensaje que vosotros no captéis.

—¿Por qué os iba a dejar un mensaje si no quería que robarais las medicinas? —preguntó Astri enfadada.

—Porque somos mejor que nada —dijo Tup.

—Por lo menos sabía que intentaríamos encontrar el laboratorio —dijo Weez.

—Odio decirlo, pero tienen razón —susurró Obi-Wan a Astri.

—Por probar, no perdemos nada —asintió ella.

Obi-Wan y Astri guiaron al trío al interior de la cafetería. Obi-Wan señaló los objetos de la mesa.

—Esto es lo que había en el bidón —dijo.

Cholly cogió varias cosas.

—Tampoco es que sea mucho.

—¿No hay un datapad? —preguntó Weez.

Obi-Wan negó con la cabeza.

—¿No hay un cartel enorme que diga "MIRAD AQUÍ"? —preguntó Tup esperanzado.

Weez cogió la baraja y la manoseó.

—Jugamos más de una partida con estas cartas.

—Hasta que nadie quiso jugar más con nosotros —dijo Cholly.

Weez suspiró.

—Creían que hacíamos trampas. La galaxia es muy injusta con seres como nosotros.

—¿Hacíais trampas? —preguntó Astri.

—Pues sí, la verdad —admitió Weez—. Marcábamos las cartas. Teníamos nuestros códigos. Pero no apostábamos mucho. Así que tampoco nos sacábamos mucho.

—Éramos tramposos honrados —dijo Tup.

—Unos completos incomprendidos —dijo Cholly tristemente.

—Un momento —dijo Astri—. ¿Marcabais las cartas?

—¡Es una forma como cualquier otra de ganarse la vida! —protestó Tup.

Astri le quitó las cartas a Tup y las puso sobre la mesa.

—Miradlas bien. ¿Veis algo distinto?

Los tres se quedaron mirando las cartas un buen rato. Al cabo de un instante, Tup extendió la mano y apartó una carta del resto de la baraja.

—Mirad —dijo, señalando el dibujo del dorso—. ¿Veis la marca?

—Claro —dijo Cholly. Contempló las cartas de cerca.

Cholly movió otra carta. Y Weez movió una tercera. Una por una, separaron las cartas del montón. Y Cholly las dispuso en fila.

—Estas están marcadas —dijo Cholly.

—Pero las marcas no sirven para el sabacc —dijo Tup.

—Corresponden a números y letras —dijo Weez.

—Las ordenaré para que lo veáis —añadió Cholly.

—¿Pero qué dicen? —apremió Astri.

—¿Tenéis una duralámina? —preguntó Cholly—. Os lo puedo escribir.

Astri revolvió un cajón en busca de una duralámina. Se la dio a Cholly. Consultando las cartas, éste escribió: "N 1 C 2 U B 3 S P 1 2".

—¿Qué significa? —preguntó Astri asombrada.

Cholly, Tup y Weez se miraron.

—No tenemos ni idea —dijo Cholly.

—Podría ser una dirección —dijo Obi-Wan. Miró la secuencia de números y letras. Había muchos planetas codificados con abreviaturas para identificarlos en los mapas de navegación, pero había miles de abreviaturas. Tendría que introducir la secuencia en un ordenador de navegación. Las posibilidades eran casi infinitas. Tardarían tanto tiempo...

Busca primero lo obvio. Utiliza lo que sabes. Y parte de ahí
.

Oyó las palabras de Qui-Gon tan claramente como si su Maestro se las hubiera susurrado al oído.

—Podría ser —dijo.

Astri no le oyó bien.

—¿Qué has dicho?

—S P 1 2 —dijo Obi-Wan—. Esa es la abreviatura de Simpla-12.

—Así es —asintió Cholly.

—¿Es posible que Ren estuviera cautivo en Simpla-12? —les preguntó Obi-Wan.

—En Simpla-12 se puede esconder de todo —dijo Weez—, pero cuando se fue al laboratorio, Ren nos dijo que se iba del planeta.

—¿Y vosotros le visteis irse? —apremió Obi-Wan.

—No —respondió Tup—. Se despidió en una cafetería.

—Lo otro podría ser una dirección —dijo Obi-Wan contemplando la duralámina—. ¿Cómo está dividida Sim-Primera?

—En cuadrantes y bloques —contestó Weez.

—Todo está en el nivel uno —dijo Tup—. Hay planes para construir en Simpla-12, pero nadie puede organizarse lo suficiente como para hacer nada allí.

Obi-Wan señaló la secuencia.

—Nivel 1, Cuadrante 2, Unidad de Bloque 3 —dijo.

Astri observó las letras y los números.

—¿Cómo lo sabes? —preguntó ella insegura—. Podría significar cualquier cosa.

—No sé nada —admitió Obi-Wan—, pero creo que debemos volver a Simpla-12.

Capítulo 17

Obi-Wan paró un aerotaxi para que el grupo se desplazara al Templo. Mientras atravesaban a toda velocidad las avenidas aéreas, se giró hacia Cholly, Weez y Tup.

—Necesito vuestra ayuda, pero no vamos a robar los medicamentos para venderlos —les dijo—. Eso estaría mal.

Cholly, Weez y Tup se miraron el uno al otro como si ese concepto fuera nuevo para ellos.

—Pero nosotros os hemos ayudado —señaló Cholly decepcionado.

—¿Y por qué íbamos a ayudaros sin conseguir nada a cambio? —preguntó Weez desafiante.

—Esta científica tiene una cazarrecompensas trabajando para ella, se llama Ona Nobis —dijo Obi-Wan—. Hay una recompensa por su captura.

—Oye, espera un momento —dijo Astri—. ¡Esa recompensa es mía!

Obi-Wan le clavó una mirada de impaciencia.

—Puedes compartirla. Necesitamos su ayuda. Y la necesitamos ya.

La expresión agraviada de Astri se desvaneció.

—Tienes razón.

Obi-Wan garabateó algo en una duralámina y se la dio a Cholly, Weez y Tup.

—Cuando lleguemos a Simpla-12 necesitamos que encontréis cuanto antes estas cosas. Luego nos veremos en la dirección que ya sabéis.

Cholly miró la lista atónito.

—Está claro que estás loco, colega —sonrió burlón, y se metió la duralámina en la túnica—; pero puede que hagamos una fortuna. Así que estamos contigo.

Obi-Wan había llamado con antelación para avisar a Tahl de que llegaban. Vio su figura de pie en la plataforma mientras aterrizaban. Ella había accedido a proporcionarle transporte aéreo para viajar a Simpla-12.

Astri saltó del aerotaxi en cuando tocaron tierra.

—¿Y mi padre?

—Estable, dentro de la gravedad —dijo Tahl—. Obi-Wan, ¿quién está contigo?

—Unos nuevos amigos —explicó Obi-Wan. Se llevó a Tahl aparte y le contó lo que había descubierto—. No estoy totalmente seguro de que el laboratorio de Jenna Zan Arbor esté en Simpla-12 —dijo—, pero podría ser. Y hay muchas probabilidades de que la antitoxina que necesita Didi esté almacenada allí... junto a Qui-Gon.

—Una posibilidad remota es mejor que ninguna —dijo Tahl pensativa—. Si de verdad crees que tienes que seguir adelante con esto, entonces hazlo. Pero si te encuentras con que tenías razón, ponte en contacto conmigo inmediatamente. Si Jenna Zan Arbor se entera de que alguien la ha encontrado, podría matar a Qui-Gon.

—Lo sé —dijo Obi-Wan pensativo—. Pero si puedo colarme dentro y encontrar a Qui-Gon sin alertarla, tendríamos la información que necesitamos para enviar a los Jedi.

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