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Authors: Aurora Seldon e Isla Marín

Tags: #Erótico

Efecto Mariposa (3 page)

BOOK: Efecto Mariposa
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Animado por ese pensamiento y llevado por la nostalgia, apagó el equipo de música, se vistió y bajó a la calle, para buscar la cabina de teléfono más próxima y llamar a Glasgow.

Tommy tardó en ponerse al habla, y cuando lo hizo, lo notó incómodo.

—Tommy, ¿puedes hablar?

—Creo que sí. —La respuesta llegó indiferente, como si hablaran todos los días.

«Debe haber alguien, quizá su padre», se dijo Sasha y se forzó a decir lo que estaba pensando.

—Te echo de menos. ¿Cuándo podrás venir? He descubierto un lugar que te gustará, es el Club Southwater, donde voy a nadar casi todas las noches.

—Sí, claro. —El poco entusiasmo de Tommy no lo amilanó.

—Soñé contigo. ¿Sabes qué quiero hacerte? —Sasha describió con todo lujo de detalles una felación, y se dio por satisfecho al oír la respiración agitada de su interlocutor—. ¿Qué te ha parecido? No puedes quejarte de que no pienso en ti.

—Sí, claro, Alan.

—¿Alan?

Christine estaba junto al teléfono y Tommy trató de disimular.

—Sí, escribiré algo para tu revista y... ya veremos.

—Entiendo, hay gente cerca. Descuida, sólo escúchame. Quiero que estés conmigo, que volvamos a pasar las noches juntos, y no me importa lo que puedan pensar.Te quiero, Tommy.

—Sí, Albert...

—Habías dicho Alan.

—Sí, Al... ¡A la porra! Te echo de menos, Sasha... Mucho...

Christine cortó la comunicación.

—Es suficiente. No permitiré que hables con tus amantes mientras estés en mi casa, Thomas.

Tommy se la quedó mirando y apretó los puños, pero lo que ella decía era cierto: la fría y enorme mansión era su casa y no la de él. Jamás la había sentido suya.

—De acuerdo —murmuró y fue a refugiarse en su habitación.

Sasha tuvo el teléfono en la mano por casi un minuto, dudando si volver a llamar. Supuso que Tommy habría tenido que colgar a causa de sus padres y finalmente decidió que no le causaría más problemas y salió de la cabina extrañándolo más que nunca.

7

Esa noche, cuando Stephen volvió, Christine, que se había mantenido al margen del problema todo el verano dejándole a su marido el peso de encaminar a ese hijo que ella jamás había querido, le exigió hacer «algo» respecto a Tommy.

Stephen tuvo una charla con él y lo puso contra la espada y la pared: si seguía viendo a Sasha, no le daría ni un centavo y podía despedirse de casa. La familia no toleraría a un homosexual.

—Entonces me iré —dijo Tommy. Había soportado demasiado. Ya no le importaba lo que le hicieran, no cambiaría.

El resultado no pudo ser más desastroso. Tuvo una última discusión donde Stephen lo insultó y Christine lo miró con asco, y le ordenaron largarse cuanto antes donde Joseph o donde su amante, el bolchevique.

Tommy estaba destrozado pero lo último que quería era darle un disgusto a su tío anciano y enfermo. Pensó en confesarle todo a Sasha, pero estaba seguro de que él se sentiría responsable y no quería preocuparlo sabiendo que le faltaba tan poco para cumplir su sueño de ir a Oxford.

«Sólo quiero estar con Sasha. Cuando esté con él, todo se arreglará.»

Pero no podía. Ni siquiera tenía dinero para volver a Londres.

«Alex sabrá qué hacer —se dijo finalmente—. Seguro que me sigue queriendo a pesar de lo ocurrido.»

No se equivocó. Alex fue a buscarlo al día siguiente y lo llevó a Greenshaw Hall, donde lo instaló por el tiempo que Tommy quisiera.

—Tengo que buscar trabajo… Al menos ya no tendré que estudiar Literatura, aunque de verdad me estaba gustando —dijo a la mañana siguiente, durante un desayuno que apenas probó.

Los esposos Andrew intercambiaron una mirada y Alex dijo:

—Yo me ocuparé de tus estudios y de todos tus gastos. Esta es tu casa, lo sabes muy bien.

Profundamente avergonzado, Tommy pensó por un momento en rechazar la oferta. Pero si no la aceptaba, ¿qué haría? No tenía dónde caerse muerto, así que se tragó el poco orgullo que le quedaba y aceptó, decidido a olvidar todo mientras tuviera a Sasha a su lado. El orgullo era un lujo que en su situación no podía permitirse.

—Gracias —murmuró—. Pero debéis prometerme que Sasha nunca sabrá lo que ha pasado.

Capítulo 2
1

El lunes 28 de agosto, a la salida del trabajo, Sasha fue a Greenshaw Hall para encontrarse con Tommy. Lo había sorprendido un poco que su llegada se adelantara unos días, pero lo tomó como una buena señal. Estaba un poco nervioso: no sabía cómo comportarse con él delante de los Andrew, a quienes no había visto desde su viaje a la Riviera.

Para su decepción, Tommy había salido con Alex, pero aceptó la invitación de Angel para quedarse a cenar y se instalaron a conversar en la habitación de Ariel. Sasha lo había echado de menos y apenas lo vio, se inclinó para preguntarle al oído:

—¿Todavía quieres a tío Sasha?

El niño le echó los brazos al cuello y Sasha lo alzó y lo besó varias veces en las mejillas hasta hacerlo reír, para luego depositarlo sobre la alfombra y volverse hacia Angel, que le acababa de hacer una pregunta.

—¿Ese Grant del que hablas fue el que te metió en problemas en Saint Michael?

—Fue él, pero se portó bien conmigo. Le dijo a Yeats que yo no había hecho nada. El castigo fue cosa del director.

—Ya. Algo me comentó Tommy… Me alegra que consiguieras ese trabajo.

—¿Y cómo os va en Thot Labs?

—Mucho más tranquilos después del lanzamiento del Angerix-B. Estamos negociando varios contratos importantes y hemos conseguido más fondos para medicamentos contra el cáncer. Además, ahora Barbara trabaja en una vacuna para la Hepatitis-A.

—Me alegra mucho —dijo Sasha sinceramente—. ¿Y Ebenezer? ¿Os deja trabajar?

—Ya lo conoces. Simplemente no puede tolerar el éxito de su hermano. —Angel sonrió—. Seguí tu consejo: ahora soy asistente de Alex y eso ha frenado un poco a Ebenezer, pero no me gusta su amistad con McAllister.

Sasha frunció el ceño. Esa amistad ciertamente no beneficiaba a Alex.

—¿Y McAllister? ¿Se te sigue insinuando?

—No, gracias a Dios. Como Barbara se ha hecho cargo del laboratorio de Filadelfia, no lo vemos mucho por aquí. Su romance lo mantiene ocupado y además, está entrevistándose con algunos funcionarios de la FDA en los Estados Unidos para agilizar el trámite de varias licencias. Viaja allí cada vez que puede.

—No te descuides. Nuestro laboratorio principal está en Filadelfia. Ve allí y averigua exactamente qué hace.

A Angel no se le escapó ese «nuestro» que había dicho Sasha y le alegró porque significaba que seguía considerándose parte de Thot Labs.

—Eso haré.

—¿Y cómo está Tommy? —se animó a preguntar—. Apenas hemos hablado este verano.

—Está bien, con muchas ganas de verte.

—¿Y Alex?

—Está bien. —Angel lo miró fijamente—. A Alex no le molesta que vosotros seáis novios, pero se ha sentido dolido porque le mentiste.

—Es que yo no le mentí, Angel. Tommy y yo no somos novios. Somos amigos.

—Pero…

—Sí, supongo que es lo que cualquiera creería, pero la verdad es que somos amigos y de vez en cuando… ya sabes. No queremos ataduras.

—Por Dios… Pero si estáis tan unidos… No sé, ¿no es un poco frío todo eso? ¿Todos los gays sois así?

Sasha esbozó una sonrisa. Angel, al igual que Alex, tenía una idea demasiado romántica sobre su relación con Tommy. Una idea que quizá a él le hubiera gustado compartir, pero la realidad era otra.

—Los gays no, son casi todos los hombres. Es una cuestión de practicidad creo yo. Las relaciones formales traen muchas responsabilidades y tanto Tommy como yo tenemos otras cosas en mente, otras ambiciones. Somos jóvenes para precipitarnos en algo así... Y en mi caso, necesito forjarme un futuro. —No dijo lo que íntimamente creía: que Tommy no podría mantener una relación estable.

—Ya. Una especie de meta previa que cumplir…

—Algo así.

—¿Sabes? Yo quería dedicarme a la investigación y desarrollo de fármacos y ayudar a las personas. Pero me enamoré de Alex y terminé dejando la investigación…

—Pero eres feliz, ¿verdad?

—Sí. Y no puedo quejarme: la mayoría de mis colegas se han divorciado o saben que sus esposos tienen amantes. Soy afortunada en eso, ¿verdad? Alex sólo vive para su familia y su trabajo. Pero a veces pienso qué habría pasado si no lo hubiera conocido… Quizá sería una empleada más de Thot Labs…

—O habrías ganado el Nobel como Barbara Elion.

—Que está divorciada —dijo Angel—. Una vez me comentó que es imposible mantener dos pasiones y ella prefirió su trabajo a su esposo. Eso fue antes de McAllister, claro está. —Sonrió—. Al menos tú no tienes que preocuparte por el matrimonio.

Sasha rió, pero las cosas no eran tan sencillas. Después de unos momentos de silencio, confesó en voz baja:

—No le he dicho esto a nadie, ni siquiera a Tommy. Mi madre me pidió en su última carta que llevara flores a su tumba, acompañado de mi esposa y que si tenía una hija mujer, que le pusiera su nombre.

—Oh, cielos.

—Ella jamás supo que soy gay. Es un deseo difícil de cumplir, ¿verdad? Yo no me casaré.

Las voces en la planta baja anunciaron la llegada de Alex y Tommy. Angel le palmeó el hombro.

—Gracias por confiármelo. No se lo diré a nadie.

2

—Te ves bien. —Sasha avanzó hacia Tommy cuando por fin los dejaron solos en el salón. Vestido de negro se veía muy delgado y la camisa celeste que llevaba hacía resaltar el tono dorado de su piel. Sólo quería abrazarlo, pero en lugar de eso bajó la intensidad de las luces para que pudiera quitarse las gafas. Tommy le sonrió.

—Tú también tienes buen aspecto, ¿qué tal el nuevo trabajo?

—Me va bien. Grant te envía recuerdos.

Se sentaron en una esquina del salón, junto a una mesita llena de adornos que Sasha comenzó a ordenar en forma inconsciente. Le había costado mucho aparentar normalidad delante de los Andrew, hacer las preguntas que esperaban que hiciera y mostrarse despreocupado cuando lo que quería saber era otra cosa.

—Tommy, ¿qué pasó con tus padres?

—Nada que no fuera esperable. —Sonrió con convicción. Lo último que deseaba era que Sasha se enterase de su situación actual—. Se enfadaron, gritaron, me castigaron. Mi madre se escandalizó, mi padre se subió por las paredes, mi familia tuvo más razones para renegar de mí, o sea… lo usual.

—¿Mi llamada del viernes te causó problemas? ¿Por qué colgaste? Estuve muy preocupado.

—Fue mi madre, se dio cuenta que eras tú. Pero no pasó nada... Sólo me gritó un poco, así que me fui al dormitorio y se calmó. —En ese instante, Tommy comprendió que aunque estuviera con Sasha, las cosas no se arreglarían. No se sentía capaz de confesar que lo habían echado y que dependía de Alex. Tenía un nudo en la garganta, pero se las arregló para sonreír.

—Bueno, tu madre nunca me ha querido —observó Sasha. Era lo que había sospechado que pasaría y no estaba sorprendido, pero lo afligía el modo en que trataban a Tommy—. En el fondo creo que es mejor que se supiera de una vez. Además eres mayor y puedes hacer lo que desees. A mí no me ha ido mal —añadió, buscando tranquilizar su conciencia. Todavía recordaba las amargas palabras de Richie.

—Sí, bueno… en cierto modo es liberador no tener que escondernos —añadió Tommy buscándole el lado bueno a ese oscuro túnel que era ahora su vida.

—¿Recuerdas el club del que te hablé? Iré a nadar allí mañana, después del trabajo. ¿Te gustaría acompañarme?

—Claro, será relajante hacer algo de ejercicio.

—Bien. Es en Bloomsbury Street, a quince minutos desde aquí, tomando Park Lane y Picaddilly. Podemos vernos allí a las seis y treinta. ¿Te viene bien?

—Perfecto. —Sonrió, recordando las clases de natación que le había dado a Sasha hacía varios años, cuando estudiaban en Saint Michael y tenían una familia, al menos en apariencia. Sasha había perdido a sus padres a causa de su pobreza; en cambio, Tommy los había perdido a causa del lujo y la riqueza, y la imagen falsa que querían proyectar.

—¿Estás bien?

—Lo estoy. —Estirándose, le dio un rápido beso en los labios—. Vamos al invernadero, me apetece ver un poco de verde.

3

El Club Southwater era un edificio de los años treinta, construido con columnas y vigas verticales de acero que en aquella época habían permitido levantar cinco pisos. Su fachada era austera, con dos enormes pilares a ambos lados de la puerta principal, que le daban la apariencia de solidez y prestancia tan usada en los edificios londinenses, aunque para Tommy eran propias de una entidad financiera.

«El club de mi padre es más lujoso. De seguro no le gustará verme aquí», se dijo y se recriminó enseguida. A su padre ya no le importaba eso y a él tampoco debería importarle. Se sentó en el vestíbulo y siguió examinando el lugar. Se parecía un poco al club de Alex que sin embargo no tenía piscina y resultaba un tanto aburrido ir sólo a jugar billar, fumar y beber whisky.

Entretenido con esos pensamientos, no reparó en Sasha hasta que lo tuvo casi enfrente.

—Perdona, tuve una reunión de última hora y no pude escaparme antes. ¿Hace mucho que esperas?

—Llegué hace diez minutos, pero me entretenía mirando —dijo Tommy—. Hay mucho movimiento por aquí.

—A esta hora es así. La gente sale y entra a reuniones, clases, deportes… —Sasha hizo un vago gesto con la mano—. Pero la piscina es lo más animado. —Tomándolo del brazo, lo condujo hacia la escalera descendente que llevaba al nivel subterráneo donde se encontraban el gimnasio y la piscina.

Avanzaron por el corredor hacia la sala de pesas y vieron a Grant, cubierto de sudor, ejercitándose.

—¡Hey! —los llamó, dejando momentáneamente su tarea para tomar una toalla que puso alrededor de sus hombros mientras se acercaba—. ¿Qué tal Stoker? Veo que Ivanov te está mostrando nuestro pequeño refugio. ¿Qué te parece?

—Está muy bien. Es muy amplio y está bien equipado. No me lo esperaba así —dijo mientras estrechaba la mano de Grant como saludo.

—Este club tiene más de cincuenta años. Mi padre suele venir todavía. —Grant palmeó la espalda de Sasha y le susurró confidencialmente—: Quizá os veré más tarde en la piscina.

El ruso sonrió, condujo a Tommy hacia los vestidores y buscó en el laberinto de casilleros de alquiler, un par que estuvieran vacíos.

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