Contra el viento del norte (19 page)

Read Contra el viento del norte Online

Authors: Daniel Glattauer

Tags: #Romántico

BOOK: Contra el viento del norte
10.4Mb size Format: txt, pdf, ePub

35 minutos después

Fw:

No me propongo nada. Sólo quiero ver a la mujer que durante meses me ha acompañado, ha marcado mi vida. Quiero escucharle decir algo más con su agradable voz, algo más que «whisky» y «ombligo». Quiero mirarle los labios cuando dice: «¿Qué te propones TÚ, Leo? Eres TÚ el que quiere este encuentro de despedida, si me permites que te lo recuerde». ¿Cómo se mueven las comisuras de su boca, cómo brillan sus ojos, cómo se arquean sus cejas cuando pronuncia esas frases? ¿Qué gestos acompañan su ironía? ¿Qué huellas ha dejado en sus mejillas el viento del norte nocturno con el paso de los años? Cientos de cosas semejantes me interesan de Emmi.

Cinco minutos después

Re:

Tu interés llega bastante tarde, Leo. Tendrás poco tiempo para tus estudios de campo faciales en una noche. ¿Con cuántas horas contabas? ¿Cuánto tiempo quieres que me quede?

Tres minutos después

Fw:

Todo el que queramos.

Un minuto después

Re:

¿Y si no queremos los dos la misma cantidad de tiempo?

Cuatro minutos después

Fw:

Entonces posiblemente se imponga el que quiera menos.

50 segundos después

Re:

Quieres decir que te impondrás TÚ.

40 segundos después

Fw:

Nadie ha dicho tal cosa.

20 minutos después

Re:

Es asombroso cuántas cosas no se han dicho a pesar de que hablamos sin parar. Por ejemplo: ¿cómo nos saludaremos? ¿Nos daremos un apretón de manos? ¿O una palmadita en el hombro? ¿Quieres que te tienda unos dedos largos y finos para que me beses la mano? ¿Quieres que te presente una mejilla modelada por el viento del norte? ¿Me ofrecerás tu boca? ¿O nos quedaremos un rato mirándonos fijamente como si fuésemos extraterrestres?

Tres minutos después

Fw:

Propongo que yo te dé una copa de vino y que brindemos. Por nosotros.

Dos minutos después

Re:

¿No tienes
whisky?
Pero no una botella roñosa con el fondo cubierto de algas donde aún oscilan tres milímetros de un líquido de color amarillo oscuro. En tal caso me impondré YO y será un encuentro breve.

Un minuto después

Fw:

Nuestro encuentro no empeorará por el
whisky
.

45 segundos después

Re:

¿Por qué, entonces?

Dos minutos después

Fw:

Por nada, será un encuentro bonito, agradable, saludable y vital, Emmi, ya lo verás.

Tres horas después

Re:

¿Tienes tiempo todavía, Leo? Sé que ya es tarde. Pero tómate una copa de vino tinto, que siempre te sienta bien. Es que aún tengo algunas preguntas, varias cosas me rondan por la cabeza. Por ejemplo, sobre mi especialidad:

1) ¿Consideras posible que quieras hacer el amor conmigo en nuestra «velada de despedida»?

2) ¿Consideras probable que yo quiera hacer el amor contigo?

3) Si ambas respuestas son positivas (y si efectivamente lo hacemos), ¿crees de veras que después estaríamos mejor? Me refiero a lo que me prometiste: «Y estoy seguro de que tú también estarás bien después del encuentro».

4) ¿Cómo encaja eso con tu pronóstico de que no querré verte una segunda vez?

Diez minutos después

Fw:

1) Que yo quiera hacer el amor lo considero posible, aunque no necesariamente lo manifieste.

2) Que tú quieras hacer el amor lo considero posible, aunque no muy probable.

3) ¿Que si luego estaremos mejor? Sí, claro, eso creo.

4) No querrás volver a verme, porque tienes familia y después de nuestro encuentro sabrás exactamente cuál es tu sitio.

Siete minutos después

Re:

1) ¿Acaso crees que no notaré si quieres hacer el amor?

2) Sobre si yo querré: eso de «no muy probable» no dista mucho de la verdad. (Sólo lo digo para que no te hagas ilusiones.)

3) Que luego estaremos mejor: es bueno que alguna que otra vez hables como un típico hombre, te hace muy terrenal.

4) Que yo sabré cuál es mi sitio: ¿de veras crees que puedes saberlo de antemano mejor que yo misma?

Y una última pregunta antes de irme a la cama, Leo: ¿sigues un poco enamorado de mi?

Un minuto después

Fw:

¿Un poco?

Dos minutos después

Re:

Buenas noches. Yo estoy muy enamorada de ti. Tengo miedo de nuestra cita. No puedo ni quiero imaginarme que luego te pierda.

Con amor, Emmi

Tres minutos después

Fw:

No hay que pensar nunca en «perder». De sólo pensarlo se pierde.

Buenas noches, amor mío.

Al día siguiente

Sin asunto

Buenos días, Leo.

No he dormido nada. ¿De verdad quieres que vaya esta noche a tu casa?

Cinco minutos después

Fw:

Buenos días, Emmi.

Está bien que hayamos compartido la noche en vela.

Sí, ven. ¿Te parece bien a las siete? Así podremos sentarnos un rato en la terraza.

Dos horas después

Re:

Leo, Leo, Leo… Supongamos que la noche es mejor de lo que esperas. Supongamos que te enamoras de la mujer que ves, de los gestos que acompañan su ironía, del tono de sus palabras, de los movimientos de sus manos, de los ojos, del pelo (dejemos de lado los pechos), del lóbulo de su oreja derecha, de su tibia izquierda, de lo que sea, da igual. Supongamos que sientes que nos une mucho más que el servidor de Internet, que no pudo haber sido casualidad que nos conociéramos… ¿No es posible que quieras volver a verme, Leo? ¿No es posible que quieras seguir escribiéndome, incluso desde Boston? ¿No es posible que quieras salir conmigo? ¿No es posible que quieras quedarte conmigo? ¿No es posible que quieras vivir conmigo?

Diez minutos después

Fw:

TÚ NO ERES LIBRE PARA VIVIR CONMIGO, EMMI.

35 minutos después

Re:

Supongamos que fuera libre para vivir contigo.

45 segundos después

Re:

¡Leeeeeeeeeeeeeo! ¿No se te ocurre ninguna respuesta?

Tres minutos después

Fw:

Querida Emmi:

Supongamos que para mí hay una suposición de más. Supongamos que sencillamente no puedo suponer que eres libre, por la simple razón de que no lo eres ni lo serás. Que te «tomes libre» esta noche de tu familia, libre para estar conmigo, sería muy bueno para mí (y espero que para ti también). Pero eso no quiere decir ni mucho menos que seas libre para mí. Normalmente soy bastante bueno para suponer suposiciones, pero me es del todo imposible suponer esa suposición, por más fascinante que suene. ¿Me permites que en esta ocasión sea yo quien te haga una pregunta a ti? Sé que no te gusta esta clase de preguntas. Pero ésta me parece bastante relevante. Y bien: ¿adónde le dirás a tu marido que vas esta noche?

Nueve minutos después

Re:

¿Es que no puedes dejarlo de una vez, Leo? Le diré: «Voy a encontrarme con un amigo». Él preguntará: «¿Lo conozco?». Yo le responderé: «Creo que no, no te he contado casi nada de él». Y añadiré: «Tenemos mucho de que hablar, es posible que se haga tarde». Él dirá: «Que te diviertas».

20 minutos después

Fw:

¿Y si no vuelves a casa hasta la madrugada? ¿Qué dirá él?

Tres minutos después

Re:

¿Consideras posible que no vuelva a casa hasta la madrugada? Estoy descubriendo rasgos completamente nuevos en tu personalidad.

Ocho minutos después

Fw:

¿Qué decía Emmi Rothner? «Con posterioridad suelen ocurrir cosas que de antemano no habían…» En una palabra: todo es posible. Yo también empiezo a creerlo.

Cuatro minutos después

Re:

¡Vaya, qué interesante! Me gusta que hables así. (Quizá porque son mis palabras.) Por cierto: faltan apenas cuatro horas. ¿Quieres que te diga a cuál de las tres Emmi del café le abrirás la puerta?

Tres minutos después

Fw:

¡No, no me lo digas, Emmi! Al contrario. Te propongo algo. No te rías, hablo en serio. Me gustaría dejar la puerta entornada. Tú pasas al recibidor y entras en la primera habitación a la izquierda, que está a oscuras… Yo te abrazo sin verte. Te beso a ciegas. Un beso. ¡Uno solo!

50 segundos después

Re:

¿Y luego me marcho otra vez?

Tres minutos después

Fw:

¡Claro que no! Un beso…, luego subimos las persianas y vemos a quién hemos besado. Luego te doy una copa de vino y brindamos por nosotros. Y luego ya veremos.

Un minuto después

Re:

¡Para mí un vaso de
whisky!
Por lo demás estoy de acuerdo con tu ritual de recibimiento. En el fondo no es otra cosa que el numerito de la venda en los ojos, sólo que sin venda, o sea, un poco más romántico. ¡Claro que lo hacemos! Mmm…, ¿lo hacemos de veras? Es una locura, ¿no?

40 segundos después

Fw:

¡Claro que lo hacemos de veras!

Cuatro minutos después

Re:

Pero, Leo, arriesgado es. No tengo ni idea de si me gusta cómo besas. ¿Cómo son tus besos? ¿Fuertes o más bien suaves, secos o más bien húmedos? ¿Cómo son tus dientes? ¿Afilados o romos? ¿Cómo de agresiva y de ágil es tu lengua? ¿Se parece a un plástico duro o más bien a gomaespuma? ¿Besas con los ojos abiertos o cerrados? (Vale, en el caso de la degustación a ciegas es lo mismo.) ¿Qué haces con las manos? ¿Vas a tocarme? ¿Dónde? ¿Con cuánta fuerza? ¿Eres silencioso o respiras fuerte? ¿O haces ruido con la boca? Pues bien, dime, Leo: ¿cómo besas?

Tres minutos después

Fw:

Beso de modo similar a como escribo.

50 segundos después

Re:

Ésa ha sido una respuesta de lo más pretenciosa, Leo, aunque no suena mal. Por cierto: ¡escribes de muy diversas maneras!

45 segundos después

Fw:

También beso de muy diversas maneras.

Cuatro minutos después

Re:

Si prometes besarme como me escribiste ayer y has escrito hoy, ¡me arriesgaré!

35 segundos después

Fw:

¡Pues arriésgate!

12 minutos después

Re:

¿Y si después del beso queremos más?

40 segundos después

Fw:

Pues queremos más.

50 segundos después

Re:

¿Y haremos más?

35 segundos después

Fw:

Creo que en ese momento lo vamos a saber con certeza.

Dos minutos después

Re:

Ojalá no lo sepa sólo uno de los dos.

Cuatro minutos después

Fw:

Si lo sabe uno, lo sabrá el otro también. Por cierto, Emmi, faltan menos de dos horas. Deberíamos ir dejando de escribir y prepararnos para el salto de dimensión. Lo reconozco: estoy tremendamente nervioso.

Ocho minutos después

Re:

¿Y qué me pongo?

Un minuto después

Fw:

Lo dejo a tu gusto, Emmi.

55 segundos después

Re:

Pero a mí me gustaría dejarlo a tu fantasía, Leo.

Dos minutos después

Fw:

De momento será mejor que no dejes nada a mi fantasía. Está un poco desatada. Y algo tendrás que ponerte, supongo.

Tres minutos y medio después

Re:

¿Quieres que me ponga algo que aumente las posibilidades de que no subamos las persianas inmediatamente después del beso de bienvenida porque ninguno de los dos tendrá las manos libres?

40 segundos después

Fw:

Si no te parece una respuesta demasiado escueta: ¡sí!

Un minuto y medio después

Re:

Un «¡SÍ!» para contestar una pregunta que exige un «¡SÍ!» nunca podría parecerme demasiado escueto. Pues voy a «arreglarme», como suele decirse. Si el corazón no me atraviesa el pecho, nos vemos en una hora y media en tu casa, Leo.

Tres minutos y medio después

Fw:

Llama al «ático 15» en el interfono. En el ascensor aprieta el 142 y sube hasta el ático. Allí verás una sola puerta, que estará entornada. Entra en la habitación de la izquierda, sólo tienes que seguir la música. ¡Me muero de ganas de verte!

50 segundos después

Re:

Yo también de verte a ti, Leo. Por cierto, tengo 34 años, dos menos que tú, si me permites la observación.

Dos minutos después

Fw:

Creo que debo volver a hablar mucho contigo acerca de «Boston», Emmi. Tienes una idea totalmente equivocada de Boston, mejor dicho, de Boston y de mí. Lo de Boston es completamente distinto de lo que imaginas. Tengo que explicártelo. ¡Hay tantas cosas que explicar! ¡Y tantas cosas que entender! ¿Entiendes?

Un minuto y medio después

Re:

Despacio, despacio, Leo. Vamos por partes. Boston no corre prisa. Explicar no corre prisa. Entender no corre prisa. Besémonos primero. ¡Hasta ahora, querido mío!

45 segundos después

Fw:

¡Hasta ahora, querida mía!

Capítulo 10

A la noche siguiente

Asunto: Viento del Norte

Querido Leo:

Es imperdonable, lo sé. Tu «silencio» me lo demuestra. No preguntas nada. No, ni siquiera preguntas. Ésa es la lección que me das. Ni un ataque de rabia, ni una tentativa de salvación, ni un acto de desesperación. No haces nada en absoluto. Permaneces callado. Lo soportas todo sin decir palabra. No preguntas por qué. Haces como si lo supieras. Así me castigas más. Tu decepción no puede ser tan grande como la mía. Pues a mi decepción se le suma la idea de la tuya.

Leo, voy a decirte por qué en el último momento —y no es una frase hecha—, fue realmente en el último momento, no fui a tu casa. La culpa la tuvo una letra, una sola letra equivocada, en un sitio donde no debía estar, en el peor momento. Y tú, Leo, me preguntaste: «¿Qué le dirás a Bernhard?». ¿Recuerdas lo que te contesté? «Le diré: Voy a encontrarme con un amigo.» Precisamente eso le dije. «Él preguntará: ¿Lo conozco?» Eso me preguntó. «Yo le responderé: Creo que no, no te he contado casi nada de él.» Ésa fue mi respuesta. «Y añadiré: Tenemos mucho de que hablar, es posible que se haga tarde.» Sí, exactamente así lo expresé. «Y él dirá: Que te diviertas.» Sí, eso dijo, Leo. Pero añadió una palabra. Dijo: «Que te diviertas, EMMI». Después del «Que te diviertas» de costumbre, hizo una pausa. Y luego vino ese EMMI. Un matiz, nada más que un matiz que me llegó hasta la médula. Normalmente me llama «Emma», siempre Emma. Hace años que no me dice «Emmi». No recuerdo cuándo fue la última vez que me llamó así.

Other books

Magic in His Kiss by Shari Anton
Rocked by Bayard, Clara
The Kashmir Trap by Mario Bolduc
Sweet Danger by Margery Allingham
Beauty and the Chief by Alysia S Knight
Cold Sight by Parrish, Leslie
Ancient Iraq by Georges Roux
Storms of Destiny by A. C. Crispin