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Authors: Paul Ekman

Tags: #Ensayo, Psicología

Como detectar mentiras en los niños (30 page)

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Algunos científicos han puesto objeciones al estudio de Hartshorne y May porque las diversas oportunidades para hacer trampa o mentir no formaban parte de la vida normal del niño, sino que fueron introducidas por los científicos. Creo que estas críticas tampoco son justificables, porque Hartshorne y May se cuidaron de crear situaciones que fueran similares a las que los niños se enfrentaban en su vida cotidiana.

Notas

[1]
Ekman, P.,
Telling Lies
, Berkley Books, Nueva York, 1985 (trad. cast.:
Cómo detectar mentiras
, Barcelona, Paidós, 1991).
<<

[1]
Véase John Phelan, Scandals and Scoundrels, Nueva York, Random House, 1982; también, Agness Hankiss, «Games Con Men Play»,
Journal of Communication
, 3 (1980), págs. 104-112.
<<

[1a]
La filósofa Sissela Bok sostiene el argumento contrario en su libro
Secrets
, y dice que esconder es más justificable que falsificar.
<<

[2]
Time
, 18 de julio de 1986, pág. 68.
<<

[3]
Véase Sissela Bok, Lying:
Moral Choice in Public and Prívate Life
, Nueva York, Pantheon, 1978, capítulo 3, para una discusión sobre estos temas.
<<

[4]
Svenn Lindskold y Pamela S. Walters, «Categories for Acceptability of Lies»,
The Journal of Social Psychology
, 120 (1983), págs. 129-136.
<<

[5]
Estas cifras provienen de B. B. Houser, «Student Cheating and Attitude:
A Function of Classroom Control Tecnique», Contemporary Educational Psychology
, 7 (1982), págs. 113-123.
<<

[6]
Estas cifras provienen de Claudia H. Deutsch, «Students Cheating Even More»,
New York Times
, reproducido en el
San Francisco Chronicle
, 15 de abril de 1988, pág. B3.
<<

[7]
Prof. Gary T. Marx, «When a Child Informs on Parents»,
New York times
. 29 do agosto de 1986, pág. 27.
<<

[8]
San Francisco Chronicle
, 12 de septiembre de 1986, pág. lª.
<<

[9]
New York Times
, 22 de agosto de 1986, pág. 8.
<<

[10]
Para mayor claridad he omitido algunos detalles, como el hecho de que se estudió tanto a chicos como a chicas. El informe completo aparece bajo el título de «Situational Influence on Moral Justice: A Study of "Finking"», por H. Harari y J. W. McDavid, en
Journal of Personality and Social Psychology
, 11 (1969), n° 3: págs. 240-244.
<<

[1]
El informe completo, Studies in the Nature of Character, Nueva York, Macmillan, 1928, vol. 1, Studies in Deceit, incluye toda esta información.
<<

[2]
Véase M. Rutter, J. Tizard y K. Whitmore (comp.), Education, Health
and Behaviour, Nueva York, Wiley, 1970; M.K. Shepherd, B. Oppenheim y S.
Mitohell, Childhood Behavior and Mental Health, Nueva York, Gruñe and Stratton, 1971; pero no J.W. McFarlane, L. Alien y M.P. Honzik, A
Developmental Study of the Behavior Problems of Normal Children Between Twentyone Months and Fourteen Years, Berkeley, University of California
Press, 1962.
<<

[3]
La cita es de «Honesty and Dishonesty» de Roger V. Burton, un capítulo de Thomas Lickona (comp.), Moral Development and Behavior, Nueva York, Holt, Rinehart and Winston, 1976.
<<

[4]
Este estudio fue mencionado por Charles D. Johnson y John Gormly en un artículo titulado «Academic Cheating», Developmental Psychology, 6 (1972), págs. 320-325.
<<

[5]
Magda Stouthamer-Loeber mencionó esta posibilidad en su artículo «Lying as a Problem Behavior in Children: A Review», que apareció en Clinical
Psychology Review, 6 (1986), págs. 267-289.
<<

[6]
Thomas M. Achenbach y Craig S. Edelbrock, «Behavioral Problems and Competencies Reported by Parents of Normal and Disturbed Children Aged Four Through Sixteen», Monographs of the Society for Research in Child
Development, 46 (1981), n° 188; también, de los mismos autores, «The Child
Behavior Profíle: II», Journal of Consulting and Clinical Psychology, 47 (1978), págs. 223-233.
<<

[6a]
Los científicos utilizan el término «control» cuando comparan dos grupos que son iguales en todo excepto en las características que están estudiando. En este caso, controlan la edad, el sexo, la raza y la clase social para que, aparte de esas variantes, puedan discernir qué se asocia con la inadaptación y qué se encuentra normalmente en cualquier grupo de niños comparables. De esta manera, pueden determinar qué efecto tiene la inadaptación sobre la mentira.
<<

[7]
Stouthamer-Loeber, «Lying as a Problem Behavior».
<<

[8]
Richard Christie y Florence L. Geis, Studies in Machiavellianism, Nueva York, Academic Press, 1970, pág. 1.
<<

[9]
Michael Korda, Power!, Nueva York, Random House, 1975, pág. 4 (trad. cast.: El poder, Barcelona, Urano, 1988).
<<

[10]
Ibídem., pág. 327.
<<

[11]
Dorothea D. Braginsky, «Machiavellianism and Manipulative Interpersonal Behavior in Children», Journal of Experimental Social Psychology, 6 (1970), págs. 77-99. En este estudio se utilizó una versión diferente de la escala «maq» de la que he citado.
<<

[12]
S. Nachamie, «Machiavellianism in Children: The Children's Maq Scale and the Bluffing Game», tesis doctoral, Universidad de Columbia, 1969. Hay un resumen en R. Christie y F.L. Geis, Studies in «Machiavellianism, pág. 326.
<<

[13]
Christie y Geis, Studies in Machiavellianism, pág. 332.
<<

[14]
D. D. Braginsky, «Parent-Child Correlates of Machiavellianism and Manipulative Behavior»,
Psychological Report
, 27 (1970), págs. 927-932, mencionaba la relación inversa entre la puntuación de padres e hijos en la escala «maq». R. E. Kraut y J. D. Price, «Machiavellianism in Parents and Their Children»,
Journal of Personality and Social Psychology
, 33 (1976), págs. 782-786, descubrió una relación positiva.
<<

[15]
Kraut y Price, «Machiavellianism»; M. Lewis, «How Parental Attitudes Affect the Problems of Lying in Children,»
Smith College Studies in Social Work
, 1 (1931), págs. 403-404.
<<

[16]
Time, 18 de julio de 1986, pág. 68.
<<

[17]
M. Stouthamer-Loeber y R. Loeber, «Boys Who Lie»,
Journal of Abnormal Child Psychology
, 14, (1986), págs. 551-564.
<<

[18]
S. Dornbush y otros, «Single Parents, Extended Households and the Control of Adolescents»,
Child Development
, 56 (1985), págs. 326-341. También, L. Steinberg, «Single Parents, Stepparents, and the Susceptibility of Adolescents to Antisocial Peer Pressure»,
Child Development
, 58 (1987), págs. 269-275.
<<

[19]
Hartshorne y May, Studies in Deceit, libro 1, «General Methods and Results», pág. 274.
<<

[20]
D. Sherill y otros, «Seating Aggregation as an Index of Contagion»,
Educational Psychological Measurements
, 30 (1970), págs. 663-668.
<<

[21]
U. Bronfenbrenner, «Response to Presure from Peers Versus Adults Among Soviet and American School Children», International Journal of
Psychology
, 2 (1967), págs. 199-207 (cita de la pág. 201).
<<

[22]
Como comentó Thomas J. Berndt en «Developmental Changes in Conformity to Peers and Parents»,
Developmental Psychology
, 15 (1979), págs. 608-616.
<<

[23]
Su artículo se titula «Conformity to Peer-Sponsored Misconduct at Four Grade Levels»,
Developmental Psychology
, 12 (1976), págs. 226-236 (cita de la pág. 235).
<<

[24]
T. J. Berndt, «Developmental Changes in Conformity to Peers and Parents».
Developmental Psychology
, 15 (1979), págs. 608-616 (cita de la pág. 615)
<<

[25]
Ibídem, pág. 616.
<<

[26]
Charles M. Bonjean y Reece McGee, «Scholastic Dishonesty Among Undergraduates in Differing Systems of Social Control»,
Sociology of Education
, 38 (1965), págs. 127-137.
<<

[27]
Para ser más exactos, en cada uno de los treinta y siete puntos del cuestionario el niño podía ganar un punto si su puntuación era diferente a la del 90 % de los otros chicos de su edad. Los niños que acumularon más puntos, el 10 % que se desviaba más del resto, fueron los que se sometió a un seguimiento. El estudio completo fue publicado en 1981 en el
Journal of Child Psychology and Psychiatry
, 22, págs. 19-33.
<<

[27a]
Cuando se cruzaron las evaluaciones de los profesores con las de los padres, la predicción resultaba mejor, pero las cifras eran muy bajas. Solamente había catorce niños que tanto el profesor como los padres describían como mentirosos recurrentes. La mitad de ellos fueron condenados posteriormente por robo. Había siete niños que tanto el profesor como los padres decían que robaban, y cuatro de ellos fueron condenados más tarde por robo. Aunque es sugerente, el número de casos es demasiado bajo para que los resultados sean significativos.
<<

[28]
Hartshorne y May,
Studies in Deceit
, pág. 377.
<<

[1]
Stephen Ceci, comunicación personal, 11 de marzo de 1986.
<<

[2]
Michael Lewis, Catherine Stanger y Margaret Sullivan, «Deception in Three Year Olds», manuscrito inédito. Los autores están en el Instituto para el Estudio del Desarrollo Infantil, Facultad de Medicina y Odontología de Nueva Jersey.
<<

[3]
Este estudio, «Lying and Misrepresentation of Reality in Four-Year Olds» (borrador manuscrito), es de Magda Stouthamer-Loeber, Linette Postell y Rolf Loeber.
<<

[4]
Gran parte de las pruebas contra las mentiras de niños pequeños proviene de Jean Piaget,
The Moral Judgment of the Child
, Glencoe, Illinois, The Free Press, 1965, publicado originalmente en 1932 (trad. cast.:
El criterio moral en el niño
, Barcelona, Martínez Roca, 1984).
<<

[5]
Heinz Wimmer, Silvia Gruber y Josef Perner, «Young Children's Conception of Lying: Lexical Realism-Moral Subjectivism»,
Journal of Experimental Child Psychology
, 37 (1984), págs. 1-30.
<<

[5a]
Los psicólogos del desarrollo que trabajan según la tradición de Piaget podrían desestimar este resultado al suponer que los niños juzgaban las mentiras como malas solamente porque tenían consecuencias negativas. Es importante destacar que este estudio incorporaba características que hacían posible determinar que ello no era así, así que los resultados se pueden interpretar de la manera que yo lo he hecho.
<<

[6]
C. Stern y W. Stern,
Monographien über die seelische Entwicklung des Kindes. s. Brand: Erinnerung, Aussage und Lüge in der ersten Kindheit
, Leipzig, Barth, 1931, originalmente publicado en 1909, 4ª ed. (citado por Wimmer, Gruber y Perner, «Young Children's Conception of Lying», pág. 28).
<<

[7]
Eugenie Andruss Leonard, «A Parent's Study of Children's Lies», The
Pedagogical Seminary, 27, n° 2, junio de 1920, pág. 130.
<<

[8]
C.C. Peterson, J.L. Peterson y D. Seeto, «Developmental Changes in Ideas About Lying», Child Development, 54 (1983), págs. 1.529-1.535.
<<

[9]
Esta cita es de una tesis sobre las mentiras infantiles de Marie E. Vasek, «Lying: the Development of Children's Understanding of Deception», tesis de posgrado, Universidad de Clark, Worcester, Mass., 1984.
<<

[10]
Ibídem, pág. 126.
<<

[11]
Ibídem, pág. 126.
<<

[12]
Walt Harrington, «Revenge of the Dupes»,
The Washington Post Magazine
, 27 de diciembre de 1987, págs. 17-21.
<<

[13]
Magda Stouthamer-Loeber, «Lying as a Problem Behavior in Children: A Review»,
Clinical Psychology Review
, 6 (1986), págs. 267-289.
<<

[14]
Estas posibilidades fueron mencionadas por Magda Stouthamer-Loeber, Ibídem.
<<

[15]
Encontré esta cita en Thomas Lickona,
Raising Good Children
, Nueva York, Bantam, 1983, pág. 117.
<<

[16]
Véase la opinión de B. DePaulo y A. Jordán, «Age Changes in Deceiving and Detecting Deceit», en Robert S. Feldman (comp.),
Development of Nonverbal Behavior in Children
, Nueva York, Springer Verlag, 1982, págs. 151-180.
<<

[17]
P. Ekman,
Telling Lies
, Nueva York, W. W. Norton, 1985 (trad. cast.:
Cómo detectar mentiras
, Barcelona, Paídos, 1991) P. Ekman y M. O'Sullivan, «Hazards in Detecting Deceit», en D. Raskin (comp.),
Psychological Methods for Investigation and Evidence
, Nueva York, Springer, en prensa; P. Ekman, «Why Lies Fail and What Behaviors Betray a Lie», en J. C. Yuille (comp.),
Credibility Assessment - A Unified Theoretical and Research Perspective
, Dordrecht, Holanda, Kluwer Academic Publishers, en prensa; P. Ekman, W. V. Friesen y M. O'Sullivan, «Smiles when Lying»,
Journal of Personality and Social Psychology
, 54 (1988), págs. 414-420; P. Ekman y W. V. Friesen, «Felt, l'alse and Miserable Smiles»,
Journal of Nonverbal Behavior
, 6 (1982), págs. 238-252; P. Ekman y W. V. Friesen, «Detecting Deception from Body or Face»,
Journal of Personality and Social Psychology
, 29 (1974), págs. 288-298; P. likman y W. V. Friesen, «Nonverbal Leakage and Clues to Deception»,
Psychiatry
, 32 (1969), págs. 88-105.
<<

[18]
R. S. FeUldman, L. Jenkings y O. Popoola, «Detection of Deception in Adults and Childdren via Facial Expressions», Child Development, 50 (1979), págs. 350-355 (cita de la pág. 351).
<<

[19]
Nancy LLee Morency y Robert M. Krauss, «Children's Nonverbal Encoding and Decoding of Affect», en Feldman, R. S., Development of
Nonverbal Behavcnor in Children, págs. 181-200.
<<

[20]
William A. Shennum y Daphne B. Bugental, «The Development of Control over Affective Expression», en Ibídem, págs. 101-121.
<<

[21]
La cita es del estudio de Vasek.
<<

[22]
Para una discusión sobre el papel de los juegos en el desarrollo de las aptitudes necesarias para mentir, véase «Everyone Has to Lie», en M. Sanches y B. G. Blount, (comp.),
Sociocultural Dimensions of Language Use
, Nueva York, Academic Press, 1975, págs. 57-79.
<<

[23]
J. G. deVilliers y P. A. deVilliers, Language Acquisition, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1977; M. Shatz y R. Gelman, «The Development of Communication Skills: Modification in the Speech of Young Children as a Function of the Listener»,
Monographs of the Society for Research in Child Deveopment
, 38 (1973), págs. 1-38; véase la argumentación de Vasek.
<<

[24]
P. Ekman, G. Roper y J. C. Hager, «Deliberate Facial Movement»,
Child Development
, 51 (1980), págs. 886-891.
<<

[24a]
A1 leer esta parte, mi hijo Tom me dijo que era tonto por mi parte sugerir que cualquier niño podía decir eso. «Si tú dices: "no me podéis preguntar sobre eso", tus padres saben que hiciste algo y que vas a ser castigado», me explicó. Probablemente Tom tiene razón; la mayoría de padres asumirían que viniendo de su hijo, ese tipo de comentario es evasivo y significa que ha hecho algo malo.
<<

[25]
Michael F. Hoyt, «Secrets in Psychotherapy: Theoretical and Practical Considerations»,
International Review of Psychoanalysis
, 5, punto 2 (1978), págs. 223-241.
<<

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