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Authors: Maurice Nicoll

Tags: #Autoayuda, #Esoterismo, #Psicología

Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky (11 page)

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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Birdlip, 24 de julio, 1941
La diferencia entre observación y observación de sí

Observar
y
observarse a sí mismo
son dos cosas diferentes. Ambas exigen
atención.
Pero en la observación, la atención es orientada exteriormente a través de los sentidos. En la observación de sí la atención es orientada interiormente, y para ello no hay órgano de los sentidos. Es ésta una razón por la que la observación de sí es más difícil que la observación.

En la ciencia moderna sólo lo observable es considerado real. Todo lo que no sea materia de observación por los sentidos o por los sentidos ayudados por telescopios, microscopios y otros delicados instrumentos ópticos, eléctricos y químicos, queda descartado. A veces se afirmó que uno de los fines generales de este trabajo es el de unir la ciencia, de Occidente con la sabiduría de Oriente. Ahora bien, si definimos el punto de partida de la ciencia occidental en su lado práctico como lo
observable,
¿cómo definiremos el punto de partida del trabajo? Podemos definir el punto de partida del trabajo como lo
auto-observable.
Empieza, en el lado práctico, con la
observación de sí.

Los dos puntos de partida nos llevan a direcciones por entero diferentes. Un hombre puede pasar toda su vida observando el mundo fenoménico —las estrellas, los átomos, las células. Logrará gran acopio de esta clase de conocimientos, esto es, el conocimiento del mundo externo, todo ese aspecto del universo que puede ser descubierto por los sentidos, con ayuda o no. Esta es una clase de conocimiento y por medio de él se pueden producir
cambios.
Los cambios se producen en el mundo externo. Las condiciones exteriores, experimentadas por los sentidos se pueden mejorar. Es posible inventar toda clase de mejoras, de comodidades y de métodos más fáciles. Todo ese conocimiento, si fuera empleado de un modo correcto, sólo redundaría en beneficio de la humanidad al cambiar su medio ambiente externo para su propio provecho. Pero esta clase de conocimiento de lo externo sólo puede cambiar lo externo. No puede cambiar al hombre en
sí mismo.

La clase de conocimiento que cambia internamente a un hombre no se puede lograr simplemente por medio de la
observación.
No está en esta dirección, es decir, en la dirección de los sentidos volcados exteriormente. Otro conocimiento es posible al hombre y este conocimiento empieza por la
observación de sí.
Esta clase de conocimiento no se obtiene a través de los sentidos, porque, como hemos dicho, no poseemos ningún órgano sensorial que puede ser volcado interiormente y por cuyo medio sea posible observarse con tanta facilidad como se observa una mesa o una casa.

Mientras la primera clase de conocimiento puede cambiar las condiciones externas de la vida para el hombre, la segunda clase de conocimiento cambia al hombre mismo. La
observación
es un medio para cambiar el mundo, mientras que la
observación de sí es
un medio para
cambiar el yo.

Pero si bien esto es así, con el fin de aprender algo, es preciso empezar desde el conocimiento mismo y el conocimiento, sea cual fuere la clase a que pertenezca, empieza desde los sentidos. El conocimiento de éste sistema de enseñanza empieza prestando atención a ellos, esto es, empieza por medio de los sentidos. Es menester decir a un hombre que se observe a sí mismo y en qué sentido debe observarse a sí mismo y las razones por las cuales debe observarse a sí mismo, etc. Y sea cual fuere lo que oye o lee a este respecto, debe penetrar ante todo a través de sus sentidos. Desde este punto de vista la clase de conocimiento de que habla el trabajo empieza desde el plano de lo
observable,
tal como lo hace la enseñanza de cualquier ciencia. Un hombre debe empezar por prestar
atención externa
al trabajo. Debe observar lo que se dice, lo que lee sobre el particular, etc. En otras palabras, el trabajo toca el plano de los sentidos. Por esta razón puede mezclarse muy fácilmente con la clase de conocimiento que sólo llega a través del estudio de lo que los sentidos muestran, como si el trabajo estuviese colocado a lo largo de este conocimiento o fuera ocultado por él. Y a menos que un hombre tenga el poder de distinguir la naturaleza o calidad del conocimiento enseñado por este trabajo y el conocimiento enseñado por la ciencia, es decir, a menos que tenga en él el
centro magnético,
que puede diferenciar las calidades del conocimiento esta mezcla de los dos planos u órdenes de conocimiento producirá la confusión en él. Y esta confusión permanece aunque una persona siga en el trabajo, a no ser que haga un esfuerzo para permitir que el trabajo ocupe en él el lugar que le corresponde. Es decir, juzgará el trabajo sólo por lo que ve y por las otras personas que se hallan fuera de él. El trabajo permanecerá, por así decirlo, en el nivel de los sentidos.
¿Cuál es entonces la naturaleza del esfuerzo que debe realizar una persona a este respecto?
Es preciso que efectúe una separación en su mente entre dos órdenes diferentes de
realidad.
El hombre se halla entre dos mundos, un mundo externo visible, que penetra por los sentidos y es compartido por todos," y un mundo interno que ninguno de sus sentidos encuentra, que no es compartido por nadie, es decir, cuyo acceso es singularmente individual, porque aunque toda la gente pueda observarlo, sólo él puede observarse a sí mismo. Este mundo interno es la segunda
realidad,
y es invisible.

Si duda de la existencia de esta segunda realidad, hágase esta pregunta: mis pensamientos, sentimientos, sensaciones, temores, esperanzas, desengaños, mis alegrías, mis deseos, mis pesares, ¿son reales para mí? Si desde luego dice, que no son reales, que sólo la mesa y la casa que puede ver con sus ojos externos son reales, entonces la
observación de sí
no tendrá significado alguno para usted. Permítame hacerle esta pregunta: ¿en qué mundo de realidad vive usted y tiene su ser? ¿En el mundo exterior a usted, revelado por sus sentidos, o en el mundo que nadie ve, y sólo usted puede observar, el mundo interior? Creo que estará de acuerdo conmigo en que es en el mundo interior donde realmente vive siempre, y siente y sufre.

Ahora bien, los dos mundos son verificables experimentalmente, el mundo exterior es observable y el mundo interior es auto-observable. El mundo exterior es demostrable por la observación y el interior por la observación de sí. Respecto al segundo caso, todo cuanto este trabajo enseña acerca de lo que ha de notar y percibir internamente puede ser verificado por la observación de sí. Y cuanto más explora este mundo interior llamado "uno mismo", tanto más comprenderá que vive en dos mundos, en dos realidades, en dos ámbitos, exterior e interior, y que del mismo modo que le es preciso aprender en el mundo exterior (que es observable) a caminar, a no caer en los precipicios o a no extraviarse en un cenagal, a no asociarse con gente malvada, a no comer veneno, y así sucesivamente; por medio de este trabajo y de su aplicación, comienza a aprender a caminar en el mundo interior, al que se puede explorar mediante la
observación de sí.

Tomemos un ejemplo de estas dos realidades diferentes a las cuales pertenecen diferentes formas de verdad. Supongamos que una persona está en una cena. Todo lo que ve, oye, saborea, huele y toca, pertenece a la primera realidad; todo lo que piensa y siente, le gusta o le disgusta, etc., pertenece a la segunda realidad. Asiste a dos cenas registradas diferentemente, una exterior, la otra interior. De esta manera todas nuestras experiencias son iguales. Está la experiencia exterior y nuestra reacción interior a ella. ¿Cuál es la
más real?
En suma, ¿qué registro forma nuestra vida personal?, ¿la realidad exterior o la realidad interior? ¿Decimos la verdad al pretender que es el mundo interior? Es en el mundo interior donde nos levantamos y caemos, donde oscilamos continuamente de un lado para otro y nos agitamos, donde nos acosan enjambres de pensamientos y estados de ánimo negativos, donde perdemos todo y estropeamos todo y donde vacilamos y caemos, sin comprender siquiera que existe un mundo interior en el cual vivimos siempre. Sólo lograremos conocer el mundo interior por la observación de sí. Entonces, y sólo entonces, empezaremos a aprehender que durante toda nuestra vida hemos cometido un extraordinario error. Todo lo que hemos tomado como "uno mismo" nos descubre en realidad un mundo. En ese mundo es preciso ante todo aprender a ver, y para este fin la luz es necesaria. Por medio de la observación de sí se obtiene esta luz.

NOTA AGREGADA

Representemos el tema en el siguiente diagrama. Los diagramas son útiles porque se pueden memorizar fácilmente y sirven de medio para recordar ideas.

En cuanto al mundo interno, lo que bloquea nuestro contacto con él es todo lo que el trabajo nos enseña a combatir; la falsa personalidad, etcétera. Todas estas cosas equivocadas forman en nosotros, por así decirlo, una densa nube que nos impide establecer un contacto correcto con las influencias que nos llegan del mundo interno. Cuando el trabajo forma un punto o un "organismo" definido en uso, empieza a establecer una relación con el "mundo interno". Por el momento le doy el nombre de "iglesia". Es comparable a lo que tenemos que formar para la vida exterior, a saber, lo que aquí llamo una "fortaleza". Agrego esto a causa de la conversación que siguió a la lectura de la disertación anterior en la reunión del sábado pasado en Birdlip.

Lo importante es aprehender que vivimos en dos realidades diferentes o en dos mundos, uno que es mostrado por los sentidos, el otro que es sólo revelado mediante el trabajo sobre sí, mediante la purificación de las emociones que extirpan la falsa personalidad y el correcto ordenamiento de la mente mediante las ideas del trabajo, de modo que sea posible el pensamiento
relativo
y se construya un apropiado sistema de pensamiento.

Birdlip, 30 de julio, 1941
La idea de transformación en el trabajo parte I

Como saben algunos de ustedes, el señor Ouspensky ha sugerido que este trabajo lleve el nombre de
Psico-transformismo.
El trabajo radica en la idea de transformación psicológica, la transformación de
uno mismo.

Transformación significa que una cosa cambia en otra cosa diferente. La química estudia la posible transformación de la materia. Hay transformaciones muy conocidas de la materia. Por ejemplo, el azúcar puede transformarse en alcohol, y el alcohol en vinagre por la acción de los fermentos: ésta es la transformación de una sustancia molecular en otra sustancia molecular. En la nueva química de los átomos y elementos, el radio se transforma lentamente en plomo. Como saben ustedes, los alquimistas del pasado siempre soñaron en la posibilidad de la transformación de un metal vil en oro. Pero esta idea no siempre tenía un significado literal, porque el lenguaje de la alquimia era empleado a veces por las escuelas secretas de enseñanza para referirse a la posibilidad de la transformación de un hombre en una nueva clase de hombre. El hombre tal como es, es decir, el hombre mecánico que sirve a la naturaleza y está arraigado en la violencia, era representado como metal vil y la transformación del metal vil en oro se refería a la posible transformación latente en él. En los Evangelios, la idea del hombre mecánico comparado a una semilla capaz de crecimiento tiene la misma significación, como la tiene también la idea de re-nacimiento, de un hombre que nace otra vez.

Como saben, en este sistema de enseñanza el hombre es contemplado como una fábrica de tres pisos, que absorbe tres alimentos; el alimento común en el piso inferior de la fábrica, el aire en el segundo piso, y las impresiones en el tercer piso.

El alimento que comemos sufre sucesivas transformaciones. El proceso de la vida es la transformación. Cada ser viviente vive mediante la transformación de una cosa en otra. Una planta transforma el aire, el agua y las sales de la tierra en nuevas sustancias, en lo que llamamos patatas, judías, guisantes, nueces, frutas, etc., por la acción de la luz del sol y los fermentos. La sensible película de vida que se extiende sobre la tierra, que conduce la fuerza del universo —es decir, la vida orgánica— es un vasto órgano transformador.

Cuando comemos el alimento es transformado sucesivamente, etapa tras etapa, en todas las sustancias necesarias para nuestra existencia. Esto es efectuado por la mente llamada centro instintivo, que controla el trabajo interior del organismo, y desde luego conoce mucho más que nosotros sobre este particular. Sabemos que cuando se toma el alimento, empieza la digestión. La digestión es transformación. El alimento es cambiado en algo diferente en el estómago. Ésta es sólo la primera etapa de la transformación del alimento y es designada en el trabajo por el paso de
Do 768
a
Re 384.
Nos basta presentar esta primera etapa como ejemplo sin que sea necesario agregar otra cosa. Es una etapa que todos pueden comprender sin dificultad alguna. Todos pueden ver que el alimento tomado en el compartimiento inferior de la fábrica de tres pisos, a saber, los alimentos que comemos, sufren una transformación. Supongamos ahora que el alimento pasó al estómago y que nada sucedió: ¿qué ocurre entonces? El cuerpo, que se asemeja a una enorme ciudad, no se pone en contacto con el alimento. ¿Cómo un indigesto trozo de carne o una papa pueden entrar en la corriente circulatoria y proporcionar la fina sustancia necesaria, digamos, para el cerebro?

BOOK: Comentarios psicológicos sobre las enseñanzas de Gurdjieff y Ouspensky
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